Para entender a estos domainers hay que empezar comprendiendo el mundo virtual en el que se mueven. Los dominios son administrados por una autoridad central que es la ICAAN (The Internet Corporation for Assigned Names and Numbers) y es esta entidad la que otorga poderes administrativos tanto a organismos privados como a públicos para controlar el registro de las diferentes extensiones. En el caso de la extensión .com la empresa Verisign es la autoridad reguladora, mientras que los dominios .es son administrados por red.es, la entidad adscrita al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de España. Estas, a su vez, prestan autorización a diferentes agentes registradores, quienes son los que están en contacto con los usuarios.

Pero no existe la compraventa de dominios como tal. Se pueden registrar dominios nuevos o traspasar el permiso de uso de un individuo a otro en el mercado secundario, pero ninguna de estas transacciones implica una propiedad del dominio de por vida. Es un tipo de alquiler a cambio de un pago anual, o en algunos casos mensual, cuyo precio difiere de acuerdo al organismo oficial que gestiona la extensión y al margen de ganancia que pongan los agentes registradores. El precio base de renovación del .es, por ejemplo, es de 4,09 euros, mientras que el de un dominio .com es de 7,85 euros, pero el pago de renovación para cualquiera de las dos extensiones será de 10 euros en la plataforma 1&1 IONOS y de 25 euros en Arsys.

MÁS INFORMACIÓN

Para Holmes la transacción en el mercado secundario es comparable con bienes raíces, y para Antonio Villamarín, responsable de la plataforma de venta de dominios del mercado secundario Namemotion, es como la venta de vegetales. “Es lo mismo que ir al mercado central, comprar tomates a un precio, venderlos más caros y llevarte un margen”, explica.

Si un usuario quiere hacerse con uno de los “tomates” de estos domainers, tiene varias opciones. La primera es buscar algún nombre único en las plataformas de mercado secundario y realizar una transacción; y la segunda, en caso de que se busque un dominio web específico que ya se encuentra registrado, se puede intentar buscar al responsable del mismo y hacerle una oferta. Existen plataformas, como WHOIS y dominios.es, en las que se puede averiguar quién está haciendo uso del nombre único y, en la mayoría de los casos, su forma de contacto. Uno puede escribirle directamente y desplegar su interés en el dominio o puede contratar el servicio de brokers que ofrecen algunas plataformas, para que ellos realicen la negociación en su nombre. Naturalmente, ninguna de estas opciones garantiza la adquisición del dominio porque puede ser que el responsable del mismo no quiera dejarlo ir.

Tanto Villamarín como Holmes, empezaron en este negocio invirtiendo solo algunos euros y poco a poco fueron creciendo hasta adquirir cuantiosas carteras de dominios. En la actualidad Villamarín ya no se dedica a comprar y vender estos nombres en la red porque supondría hacerle la competencia a los clientes de Namemotion, pero afirma que si no tuviera la empresa lo seguiría haciendo.

“De hecho, ahora es un buen momento para invertir porque hay muy pocos inversores y siempre aparecen nuevas líneas de negocio”, afirma el madrileño, de 45 años. “Hay bastante margen para invertir, pero hay que tener conocimientos del mercado”, agrega.

Este margen de crecimiento es algo que tampoco ha pasado desapercibido para Thomas Keller, jefe de servicio de dominios de la plataforma 1&1 IONOS. “España no es un mercado tan competitivo ni saturado como el de países como Reino Unido o Alemania, aunque la demanda está creciendo y cada vez hay más gente interesada”, afirma el alemán. La razón de ese atraso, según Keller, es la “falta de conciencia” por parte de los usuarios. “El mercado aún no está maduro, pero está empezando a serlo”, sostiene.

El .es no compite en el mercado internacional

A pesar de que cerca a la mitad de los dominios registrados en España contienen la extensión .es, los datos muestran que aún se encuentra muy rezagado comparado con otros países. Según red.es, hasta mayo de 2019 existían cerca de dos millones de dominios con la extensión española, una cifra por mucho inferior a los que se registran, por ejemplo, con la terminación de Alemania (.de) que cuenta con 16,2 millones de dominios —es la cuarta extensión más demandada— o la de Reino Unido (.uk) que supera los 12 millones. Naturalmente ninguno se acerca a los más de 141 millones de dominios registrados con la terminación .com, según los datos del último estudio de Verisign, correspondiente al primer trimestre de 2019.

De acuerdo a Villamarín, esto se produce principalmente por una falta de reputación de la extensión española. “En España la demanda del .es y el .com están bastante equilibrados, pero la empresa española entiende al .com como mejor que el .es porque pagan más por él. Además hay muchos clientes que compran el .es solo si pueden comprar el .com antes. El .es todavía es coletilla, no una extensión principal”, opina.

Quien sí ha percibido una buena apuesta en la extensión española es Antonio Precedo, un residente de Las Palmas que junto a su empresa Grupo Precedo, tiene en su haber cerca de 2.000 dominios, de los cuales más del 90% son .es. “Consideré mejor invertir en .es porque estamos en España y porque hay menos competitividad en el mercado. Aunque salga mejor una inversión en .com, consideramos que .es era una mejor oportunidad para nosotros”, afirma el canario, de 32 años.

Un internauta frente a la página principal de red. es.ampliar foto Un internauta frente a la página principal de red. es.

Lo que todos estos domainers tienen en común es la percepción de que el negocio no es tan rentable como se ha visto en casos aislados. En promedio, los tres inversores venden sus dominios por encima de los 300 euros, pero a menos de 700. “Sí, es un negocio rentable, pero no hay que pensar que puedes vender un dominio por 10 millones de euros o que vas a obtener un beneficio del 1000%. Ese tipo de rentabilidades son bulos o beneficios falseados. Hay mucha inversión que se pierde”, asegura Precedo.

Holmes, por su parte, afirma que es un negocio en el que “la mayoría de los meses no se gana dinero” y por ello debe primar la paciencia “Yo suelo recibir entre tres o cuatro ofertas de compra al mes y la mayoría no son serias. Gran parte de los inversores ganan poco dinero o incluso ninguno en los primeros años. Si eres muy inteligente quizás puedas empezar a ganar en el tercer año, pero lo normal es que mantengas tus dominios alrededor de 10 años y esperes al comprador correcto con el que puedes llegar a ganar miles o incluso cientos de miles de dólares”, afirma el estadounidense, quien se prepara para hacer la adquisición más cara de su historia: un dominio por más de 6.000 euros.

Para Villamarín, la clave es el conocimiento. “Para encontrar un buen dominio necesitas saber si la gente lo busca mucho o poco, si tiene un mercado grande o pequeño, si hay mucha competencia de publicidad en internet o no…son muchas variables” afirma el madrileño. “Pero con los pies en la tierra y los datos en la mano es relativamente fácil invertir en dominios”, añade.

El .madrid prepara su debut en el mercado

Este año la extensión .madrid hará su debut en el mercado de dominios. El pasado 6 de junio culminó el registro preferencial para las administraciones públicas, a lo cual le seguirán 10 semanas entre el 16 de julio y el 3 de octubre, en el que las empresas tendrán la oportunidad de reservar el nombre de sus marcas con la extensión, y a partir del 11 de octubre, iniciará la venta libre.

María García Ruesgas, responsable de desarrollo de negocio de dominios en Arsys, afirma que la plataforma “espera que sea uno de las extensiones más registradas este año en España”. “El turismo puede ser uno de los sectores más beneficiados por el nacimiento del .madrid, ya que la nueva extensión permitirá a empresas del sector (hoteles, agencias, etc.) mejorar la identificación con la ciudad y llegar más fácilmente a internautas de todo el mundo”, agrega.

El .madrid, que será administrado por la Agencia para la Administración Digital de la Comunidad de Madrid, se suma ahora a otras extensiones territoriales que responden a las necesidades específicas de comunidades con una vinculación geográfica o cultural concreta como el .cat, de Cataluña, el .gal, de Galicia, y el .eus, del País Vasco.

Fuente: El País