Ya sea por lo que consumen o por lo que producen, los hornos de las acerías chinas son siempre determinantes para el negocio del grupo chileno CAP (Compañía de Acero del Pacífico). La gran extractora de mineral de hierro del país andino destina el 66% de sus ventas a abastecer de su materia prima básica a las plantas siderúrgicas del gigante asiático, que representan la mitad de la industria mundial. Pero el mismo país que en las últimas dos décadas impulsó fuertemente su actividad minera se ha convertido desde hace un lustro en un dolor de cabeza para el negocio más emblemático de CAP: su propia producción de acero, que lidera el mercado interno chileno desde 1946. Golpeada por la competencia de los productos importados, principalmente de origen chino, la unidad siderúrgica debió cerrar uno de sus dos altos hornos en 2013 y su producción cayó un 40%.

Ahora también se enfrenta a otra amenaza. En CAP afirman que la decisión del Gobierno de Estados Unidos de aumentar los aranceles al acero un 25% les perjudica de manera indirecta. Porque los competidores del exterior pondrán más presión sobre los precios de la industria local, al buscar mercados alternativos al estadounidense. Aunque Chile estableció tasas a la importación de algunos productos, que alcanzan el 38% en el caso del alambrón de China, en CAP creen que las autoridades han sido “bastante tibias” a la hora de tomar medidas para defender la industria siderúrgica nacional. “Tener acero de calidad es importante para la minería y, sobre todo, para la construcción de edificios preparados para los terremotos. En ninguna obra relevante de Chile se arriesgan a usar acero de otros orígenes”, aseguran.

CAP nació como una compañía mixta público-privada gracias a la Corporación del Fomento de la Producción (Corfo), un organismo estatal fundado en 1939 con el objetivo de sentar las bases de la industrialización del país. En los años ochenta no se salvó del proceso de privatizaciones y el Estado vendió su participación. La planta Siderúrgica Huachipato, ubicada a unos 500 kilómetros al sur de Santiago, fue el origen del grupo, pero hoy sus operaciones representan apenas un 1% del resultado de explotación, según los resultados de 2017. Cap es una industria integrada por cuatro divisiones de minería del hierro, producción de acero, procesado de acero e infraestructura. Produce arrabio por reducción del mineral en los Altos Hornos; transforma ese arrabio en acero líquido en la acería, del que obtiene productos semi terminados que posteriormente lamina para entregar al mercado en forma de barras y planos laminados.

Exporta el 94% del hierro que extrae y sus operaciones, agrupadas en la Compañía Minera del Pacífico (CMP), son el 84% del negocio del grupo CAP. Los cinco complejos mineros de CMP, ubicados en las regiones de Atacama y Coquimbo (norte), representan prácticamente la totalidad del mercado de mineral de hierro de Chile. En 2017, despacharon 16,1 millones de toneladas, un volumen pequeño si se compara con el de los grandes jugadores del mundo, como la brasileña Vale, pero suficiente para convertir a CAP en la mayor minera siderúrgica de la costa americana del Pacífico. El conglomerado es el tercer mayor operador portuario de Chile.

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Los últimos resultados del grupo, correspondientes a 2017, registraron beneficios de 130,2 millones de dólares, más del doble que los del ejercicio anterior. El salto se debe a la recuperación del precio del mineral de hierro despachado por CAP Minería, que aumentó un 25% con respecto al valor de 2016. Aunque los beneficios son bajos si se comparan con los 442 millones de 2011, previos al fin del ciclo de altos precios de las materias primas, pero muestran una fuerte remontada con respecto a 2015, cuando la desaceleración económica de China y la menor demanda de mineral de hierro de sus acerías se sintieron con más fuerza.

El golpe chino

La estrategia que siguieron las plantas siderúrgicas de China para hacer frente a la menor demanda afectó especialmente a la producción minera de CAP. “En su abastecimiento se volcaron hacia suministros de menor valor, sacrificando la calidad de los insumos y afectando el medio ambiente en China, a cambio de menor coste”, explica el presidente del grupo CAP, Roberto de Andraca Barbás, en la memoria de 2015. El cambio en el tipo de hierro requerido al otro lado del Pacífico fue otro golpe al mineral chileno, que se distingue por su calidad. CAP comercializa hierro magnético de alta aleación, conocido también como premium. Ese año tan adverso, sin embargo, registró una ganancia para el grupo de dos millones de dólares.

La única unidad de negocio del conglomerado que acumula pérdidas es la acería. En 2017 la merma fue de 21 millones de dólares, un 10% más que el año anterior, en parte por el mayor coste del mineral de hierro, la principal materia prima. La explicación completa, otra vez, hay que buscarla en el gran polo de producción siderúrgica mundial: China.

En los años en que se desaceleró el consumo de acero en la gran economía asiática, las plantas canalizaron la sobreoferta al exterior, con lo que derrumbaron los precios y cosecharon denuncias antidumping (por vender por debajo del precio de coste) en Europa, Estados Unidos y muchos otros países, entre ellos, Chile. En 2015, China exportó 110 millones de toneladas, lo que equivale prácticamente al total de la producción de los países de América del Norte, según las cifras de la World Steel Association.

Las importaciones de acero barato, principalmente de China pero también de México, forzaron a CAP a cerrar un horno y suspender la fabricación de productos planos. La planta de Huanchipato, que hace 10 años marcaba un récord de 1,2 millones de toneladas producidas, hoy apenas supera las 700.000. “Los productos planos que se compran en Chile antes eran abastecidos por la industria nacional, pero hoy son 100% importados”, afirma una fuente de la empresa.

Una firma de peso

La unidad de negocio más importante, la minería de hierro, realizó operaciones por 1.140 millones de dólares en 2017. Los principales destinos de su producción fueron China (66%), Japón (10%), Baréin (8%), Corea (6%) y el mercado chileno (6%).

Aumentó los volúmenes vendidos gracias a la incorporación de la mina Cerro Negro Norte en 2014, que significó una inversión de 1.600 millones de dólares.

El principal accionista del conglomerado es la firma chilena Invercap, con el 31% de la propiedad, seguido de M.C. Inversiones, una filial chilena de la japonesa Mitsubishi, que posee el 19%.

Fuente: El País