«Vengo a escuchar y a aprender de ustedes”. Las voluntariosas palabras de Pedro Sánchez en el Congreso de Empresa Familiar celebrado en octubre pasado resonaron en un gélido auditorio que apenas aplaudió. En aquella cita, el presidente estuvo incómodo. En privado le llovieron críticas cuando recordó que las grandes firmas pagan menos del 10% del impuesto de sociedades (cuando el tipo está en el 25%). En público, el presidente de la patronal familiar, Francisco J. Riberas, le afeó que tomase medidas “cortoplacistas” para garantizar la gobernabilidad.

Contra algunos pronósticos, su mandato ha superado un semestre, pero las cosas no mejoran para el socialista, según el último Barómetro de Empresas elaborado por Deloitte para Negocios. Un 47% de las 238 sociedades consultadas, grupos que suman una facturación de casi un billón de euros y que emplean a más de un millón de personas, contesta que su gestión en cuestiones económicas es “mala o muy mala”. Su antecesor, Mariano Rajoy, salió del Gobierno con un 29% de rechazo, 18 puntos menos. Otro 42% muestra indiferencia ante la política de Sánchez y solo un 11% apoya la gestión del socialista (la mitad de los que apoyaban al presidente del PP).

Le recriminan, sobre todo, las medidas fiscales, donde ha lanzado propuestas como la de elevar el IRPF para las rentas superiores a 140.000 euros y el impuesto de sociedades para las empresas que facturen más de 20 millones. El 42% de los consultados cree “excesivo” el impuesto de sociedades actual; el 55% considera que el Gobierno debería reducir el IRPF y otro 55% apoya rebajas del IAE, pese a que solo lo pagan las compañías con más de un millón de euros de facturación. La reacción de los empresarios se extiende hasta el punto de considerar necesario un adelanto electoral. El 59% cree que es conveniente volver a las urnas, frente a un 25% que opina lo contrario y a un 16% de indecisos. Aunque 7 de cada 10 dice que el resultado de las elecciones en Andalucía no ha afectado a su negocio, el 41% cree que las votaciones se replicarían en unos hipotéticos comicios generales. En privado, muchos dudan de que los Presupuestos sean realmente creíbles, salgan o no adelante en el Parlamento.

“España es atractiva para el inversor, la cuestión política es su principal desafío”, resume en una nota a inversores Nick ­Wall, del fondo Merian Strategic. Porque el país sigue presentando datos robustos: el año pasado el crecimiento rondó el 2,5%, según cálculos del Banco de España; ha seguido superando al área euro a pesar de tener una gran exposición al sector del automóvil y el turismo, e industrias diezmadas por la crisis como la construcción se están recuperando a marchas forzadas. El consumo interno aumenta a medida que disminuye el desempleo, y la caída del precio del petróleo en la última parte del año pasado ha dado un pequeño empujón a la demanda interna. “Sin embargo, es improbable que el crecimiento siga mejorando con el nuevo Gobierno, esté quien esté a cargo: España ha estado creciendo por encima del potencial, ya que ha agotado la capacidad sobrante originada desde la crisis”, sostiene Wall.

José Luis Rodríguez Zapatero decía que el pesimismo no crea empleo. Y lo cierto es que, más allá del cambio de diagnóstico político, el Barómetro también demuestra que las expectativas se van apagando pese a que a las empresas no les va nada mal. En el segundo semestre del año pasado el 51% de las consultadas incrementó su facturación y producción (entre ellas, el 100% de las empresas sanitarias y farmacéuticas afirma que vendió más). Son cuatro puntos menos que en el primer semestre, cierto, pero el crecimiento del mercado doméstico sigue siendo muy valorado. Para 2019, el 62% de las compañías espera vender más y un 33% estima que su cuenta de resultados se mantendrá sin cambios. De nuevo es un magnífico pronóstico, pero está siete puntos por debajo de la anterior oleada.

¿Se acerca el fin del banquete? El consejero delegado de la aseguradora ARAG, Mariano Rigau, no lo cree. Las previsiones sobre evolución del empleo, exportaciones o inversión del barómetro siguen siendo buenas, aunque más pesimistas que en el pasado reciente. “Aunque no sea un avance tan robusto como antes, no deja de ser un crecimiento que no está nada mal. Desde el punto de vista macroeconómico hay una serie de variables que pueden influir mucho para mantener un avance del 2,2%. A ver qué pasa con los tipos de interés este año. El BCE no va a seguir comprando bonos, pero va a reinvertir los que venzan. Cabe esperar que la prima de riesgo no se dispare”, dice Rigau. En esa línea, esta semana se anunciaron varias previsiones: Funcas apunta a un avance de España del 2,5% en 2019; Esade lo deja en un 2%. AFI había pronosticado antes un crecimiento del PIB del 2,3%, y ­BBVA, del 2,4%. El FMI es más prudente, con un 2,2%.

Aunque la procesión va por barrios, algunos están instalados en el lujo. David Vila, consejero delegado de Renta Corporación, calcula que en el sector inmobiliario hay “una ventana de tres o cuatro años buenos por delante”, aunque con cifras de crecimiento “algo más planas, dentro del marco de estabilización del resto de los sectores”. España, cree, sigue siendo un país muy atractivo en precios comparado con otros grandes europeos. Y frente a la situación política y el desafío secesionista argumenta que “por suerte, la economía ha demostrado ser muy fuerte y resistente”, aunque cree que “sería deseable recuperar un poco de estabilidad porque al final se traduce en estabilidad regulatoria”. En el barómetro, el 87% de las compañías de ese sector aseguró facturar más en la recta final de 2018. También estuvieron de suerte las empresas tecnológicas: 7 de cada 10 mejoraron su cuenta de resultados. En el sector hotelero, sin embargo, han visto las orejas al lobo. David Rodríguez, director de administración y finanzas de High Tech Hotels, desliza que, aunque han vivido tres años buenos, sus posibilidades se enfrían al calor de las tensiones, llámese independentismo catalán o Brexit.

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La distribución también ha ido sobre ruedas y la industria, englobada en el epígrafe de fabricantes, es moderadamente optimista. “A nosotros nos ha ido bien”, ejemplifica Pello Rodríguez, director de la vasca Danobat. “La perspectiva de 2019 es positiva. En nuestro caso, porque estamos muy diversificados en cuanto a tecnologías, países y sectores a los que atendemos”. Admite que han seguido con mucha preocupación los mensajes y las decisiones en torno al sector del automóvil. “Hay políticas que equivalen a pegarnos un tiro en el pie. Se está provocando el desarrollo de unas tecnologías que no están en Europa”, aunque valora avances en el sector de energías renovables como la eólica.

Pero España no es una isla. “No se puede desacoplar la marcha de la economía en un contexto global”, recuerda otro de los encuestados, que prefiere no dar su nombre. “Es evidente que algunos datos internacionales apuntan a que se abren incertidumbres vinculadas a los conflictos comerciales. El Financial Times hablaba esta semana de que la desaceleración de China es la mayor en tres décadas, por no citar el Brexit. Así que podemos seguir esperando un crecimiento, pero la volatilidad se está trasladando a los mercados y finalmente llegará a la economía real”. Y si es verdad que la economía es un estado de ánimo, lo grave sería que todas esas señales erosionasen la confianza del consumidor. Aunque, como apunta otro directivo, “¿qué sería una recuperación sin una depresión posterior?”.

Más empleo y beneficios crecientes

El 57% de las empresas aumentaron su rentabilidad en el último semestre de 2018, pero fueron cicateras en trasladar ese incremento a las plantillas, ya que solo el 44% crearon empleo, según refleja el barómetro de Deloitte para Negocios. Con todo, es un buen dato que se proyecta en las estadísticas oficiales. El mercado laboral español cerró su quinto año de creación de puestos de trabajo. Diciembre acabó con una media de 563.965 afiliados más a la Seguridad Social que en el mismo mes del ejercicio anterior y 19 millones de cotizantes, algo que no ocurría desde 2007.

Esa contratación ha venido dada por el incremento de la actividad, la necesidad de renovar plantilla y la buena coyuntura económica. Otra noticia positiva es que, según el Barómetro, aumenta en cinco puntos el porcentaje de las empresas que aplican la FP Dual (que combina estudios con prácticas remuneradas y tuteladas), aunque todavía una mayoría de los panelistas (el 51%) consideran que no necesitan estos perfiles. Los sectores de servicios y consultoría, bienes de consumo y fabricantes son los más proclives a la FP Dual, mientras que la tecnología, la banca, las finanzas o la sanidad son los que menos la demandan. Un arma de doble filo porque un técnico con formación profesional, según el 72% de los encuestados, tiene un salario inferior al de un universitario.

En cuanto a la generación de empleo por sector, el maná ha estado en el inmobiliario a raíz de los datos recabados. Le siguen los servicios y la consultoría y la construcción. Choca que las empresas tecnológicas admitan que han reducido en un 40% de los casos sus plantillas entre julio y diciembre de 2018, seguidas por el sector de transportes y logística, con un 38%. Con respecto a las proyecciones del primer semestre de este ejercicio, el ladrillo seguirá dando buenas noticias al mercado laboral, con un 72% de empresas que dicen que contratarán más personal. También podría ser un buen arranque de año en las empresas de servicios y la consultoría.

La inversión es otra de las variables que han evolucionado bien, aunque se avecinan importantes cambios. El 64% de los consultados han incrementado esta partida, muy por encima del 44% que esperaba crecimientos para este periodo hace seis meses. Pero las proyecciones son más sombrías: caen en 24 puntos las respuestas que auguran más aumentos este año.

Escaso apoyo para las mujeres directivas

La empresa española procrastina. En tiempos de crecimiento, de aumentos de beneficio y exportaciones se olvida de cuestiones igualmente esenciales, como trabajar para romper la masculinización en los puestos directivos. Los datos de la CNMV son suficientemente descriptivos: en 2017 solo el 14,8% de los cargos directivos en empresas cotizadas estaban ocupados por mujeres. En los consejos ese porcentaje subía al 18,9%, pese a que el Código de Buen Gobierno recomienda que en el año 2020 el número de consejeras represente, al menos, el 30% del total. Falta un año y, de las empresas participantes en el Barómetro de Deloitte (tanto cotizadas como no), solo el 23% dice aplicar un sistema de cuotas, un porcentaje que, en boca de los consultados, solo aumentará ligeramente entre 2019 y 2020. Magra expectativa. Las que no hacen nada y las que aseguran que no aplicarán medidas para incorporar a más mujeres suman un elocuente 75%. Por sectores, las empresas agrícolas y ganaderas, así como las firmas de consumo, son las menos proclives a tomar este tipo de decisiones. En el lado contrario se sitúan las firmas de hostelería y telecomunicaciones, banca y finanzas.

Paralelamente, sí hay una percepción cada vez más acusada —que se transforma en queja— de que es más difícil asegurar el cumplimiento de todas las normas a las que se somete un negocio, sobre todo en los sectores de hostelería, turismo, servicios y consultoría. A ello se suman otros lamentos, como que la morosidad y la ciberseguridad se han convertido en farolillos rojos en la agenda corporativa. Eso hace que aumente el porcentaje de empresas que externalizan su departamento legal, con todo lo que eso conlleva.

Protección de datos

En el Barómetro también se ha reflejado un hecho concreto: el Reglamento de Protección de Datos ha disparado la actividad en los departamentos de administración. Desde su entrada en vigor, en mayo pasado, empresas como Legálitas han percibido un aumento de consultas sobre este tema del 162%, señala Luis del Pozo, su consejero delegado. Y tanto fuera como dentro de España los cambios legislativos preocupan. En especial porque más de la mitad de las empresas dicen haber exportado en el último semestre casi 10 puntos más que en la anterior oleada del sondeo. Lo seguirán haciendo a buen ritmo, aunque en un escenario más proteccionista.

Fuente: El País