Los problemas con los aviones 737 MAX siguen pasando una onerosa factura a Boeing. Los beneficios del gigante aeroespacial y de defensa estadounidense han caído un 53% durante el tercer trimestre del año. La esperada caída, confirmada por la compañía este miércoles por la mañana, hunde al mayor fabricante de aviones del mundo en la crisis en la que lleva ya metida ocho meses, como consecuencia de la suspensión de vuelos de su modelo de referencia, tras dos accidentes mortales en circunstancias muy similares que costaron la vida a 346 personas. En lo que va de año los beneficios de Boeing se han desplomado nada menos que un 95%.

La compañía presentó un cash flow negativo de 2.890 millones de dólares en el tercer trimestre, en contraste con el saldo positivo de 4.100 millones de dólares que obtuvo en el mismo trimestre del año anterior. Los ingresos operativos cayeron a los 895 millones de dólares, o 1,45 dólares por acción, frente a los 1.890 millones de dólares (3,58 dólares el título) que registró en el mismo periodo de 2018.

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El anuncio supone además el colofón a unos días particularmente agitados: el martes, la compañía despidió al más alto ejecutivo de su división de aviones, Kevin McAllister, un fichaje externo que ha sido sustituido por un veterano de la casa, Stan Deal. Un movimiento inesperado, el más significativo cambio en la cúpula desde el inicio de la crisis en Boeing, que se produce apenas 10 días después de que el consejo de administración retirara al consejero delegado, Dennis Muilenburg, las atribuciones de presidente ejecutivo para que pueda concentrarse en administrar la compañía. El pasado viernes, además, el Gobierno estadounidense pidió explicaciones a Boeing por ocultar las preocupaciones de dos de sus empleados acerca del software de los aviones siniestrados.

Boeing asegura que sigue confiando en que el 747 MAX, cuyos vuelos están suspendidos desde marzo, volverá a volar en el cuarto trimestre. “Nuestra principal prioridad sigue siendo el regreso al servicio del 737 MAX, y estamos realizando un progreso firme”, ha dicho Muilenburg en un comunicado. “La compañía ha asumido que la aprobación regulatoria de la vuelta al servicio del 737 MAX comenzará en el cuatro trimestre de 2019 y que gradualmente incrementará su producción de 42 anuales a 57 a finales de 2020”, añade.

Pero el calendario depende de los reguladores. Y si la nueva certificación de la aeronave se retrasa, los analistas advierten del riesgo de que Boeing tenga que reducir aún más la producción del 737 MAX, que ya se ha recortado desde las 52 unidades anuales. La crisis del 737 MAX, sumada al impacto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el principal mercado de la compañía, han hecho a Boeing más dependiente de sus operaciones de aviones más grandes y de defensa.

Fuente: El País