Dinero fácil y rápido. Imagine que le ofrecen pagarle una comisión por algo tan sencillo como esperar la llegada de una transferencia bancaria o sacar dinero de un cajero automático. Luego tendrá que entregar ese dinero en el sitio convenido. Y, a cambio, se quedará unos euros. Quizás no lo sepa, pero se acaba de convertir en una mula de dinero. Y se arriesga a tener graves problemas con la justicia por mover unos billetes muy sucios. Porque hoy en día no solo hay personas usadas como vehículos para transportar drogas o correos de dinero, también existe una versión de mula 2.0 que mueve a golpe de clic billetes procedentes de tráficos ilícitos, normalmente estafas, y actúa como pantalla de los criminales.

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Lo que para alguno podría ser una acción sin consecuencias llevó el pasado diciembre a la detención de 168 personas y a la identificación de 140 reclutadores y 1.504 mulas de dinero, intermediarios que mueven las ganancias de actividades ilegales a cambio de una compensación, en una operación conjunta entre Europol, Eurojust y la Federación Bancaria Europea. “Hay grupos especializados, pero también mulas que no son plenamente conscientes de que están cometiendo un delito”, asegura Jorge Rosal, especialista sénior en Europol: “Son engañadas, por ejemplo, con falsas ofertas de trabajo”.

La irrupción de la tecnología ha facilitado nuestras vidas y a la vez ha creado enormes retos: nuevos delitos, nuevos fraudes y también nuevas mulas.  “Es un delito transfronterizo, con operaciones muchas veces internacionales y grupos itinerantes que operan en distintos países”, asegura Rosal.

“La forma general de actuar es la recepción de dinero en una cuenta bancaria dada de alta, en muchos casos con documentación falsa. También es usual la creación de la cuenta en bancos situados en terceros Estados […]. En cuanto entra el dinero en la cuenta, es extraído rápidamente por las mulas”, detalla el comandante Alberto Redondo, del grupo de delitos tecnológicos de la Guardia Civil. “Cada vez que interviene una mula, se queda con un porcentaje del dinero extraído”, añade.

Las mulas reclutadas tienden a encajar en un perfil tipo —jóvenes, inmigrantes recién llegados a un país, desempleados…— donde los escasos recursos económicos son el común denominador. Pueden ser captadas a través de correo electrónico y redes sociales y descubiertas por las autoridades cuando realizan movimientos de dinero inusuales. El especialista de Europol explica que la alarma salta cuando cuentas bancarias prácticamente sin tráfico reciben cantidades importantes de dinero. “Igual que entran, salen”, resume el especialista, quien añade que motivos de seguridad le impiden abundar en los métodos de investigación. “Pero identificar a las mulas es el primer paso para llegar a los criminales que están detrás de estas redes”, señala.

Redondo explica que los criminales detrás de este delito pueden ser tanto grandes organizaciones delictivas como pequeños estafadores, y aclara que las mulas pueden formar parte de la misma asociación criminal o haber accedido a colaborar a través del engaño. La operación internacional que se cerró en diciembre, en la cual también participaron Guardia Civil y Policía Nacional, es la cuarta Acción Europea contra las Mulas de Dinero (EMMA, por sus siglas en inglés), que durante tres meses recibió el apoyo de 300 entidades bancarias e involucró 30 Estados. La investigación, la más grande llevada a cabo desde 2016, identificó 26.376 transacciones fraudulentas y logró evitar pérdidas estimadas en 36 millones de euros. Según un informe de The Center for Strategic and International Studies y McAfee, el impacto anual del cibercrimen en la economía supera los 500.000 millones de euros, cerca del 1% del PIB global.

Sin salir de España ni ir muy atrás en el tiempo, la policía nacional arrestó hace poco más de una semana a cinco personas en Navarra, e imputó a cuatro más por un presunto delito de estafa y blanqueo de capitales. Los detenidos están acusados de mover más de 56.000 euros procedentes del phishing, un sistema con el cual los delincuentes obtienen de manera fraudulenta datos personales, como claves de acceso a correos u otros servicios, algo que se puede conseguir creando páginas web o mensajes falsos de empresas y organizaciones legítimas. Después las mulas movían el dinero estafado. La investigación llevó a la detención de los responsables gracias a las denuncias de una serie de afectados que detectaron movimientos no autorizados en sus cuentas.

‘Criptomulas’

Redondo recuerda que desconocer que se está cometiendo un delito no exime de responsabilidades. “Desgraciadamente [las mulas] tienen responsabilidad penal”, explica. “Se han dado casos de ser culpables como reos de estafa, lo cual puede acarrear hasta tres años de prisión, ya que su rol es necesario para la conclusión del hecho. También pueden ser responsables de blanqueo de capitales, con la misma pena”, ejemplifica.

Tengan la participación que tengan, los delitos perpetrados por Internet con la participación de mulas se están difundiendo y sofisticando. “Desde la Guardia Civil hemos detectado nuevas tendencias aprovechando la irrupción de nuevos actores en el ecosistema de pagos, como es el caso de las criptomonedas, especialmente el bitcoin”. Es así que las mulas evolucionan en criptomulas, que convierten el dinero estafado en moneda virtual y lo transfieren a los wallets señalados por los criminales, lo que hace mucho más complejo su rastreo.

Para frenar este delito, las autoridades nacionales y europeas no se limitan a acciones de investigación. También han lanzado diversas campañas de prevención para que los internautas puedan detectar posibles intentos de reclutamiento. Mensajes en redes sociales que prometen dinero fácil u ofertas de trabajo que llegan por correos de dominios que no sean de empresas tienen que hacer sospechar. No hay que pinchar en los enlaces ni proporcionar datos personales. Y, ante la duda, denunciar. 

Fuente: El País