Desde que, como resultado del referéndum británico en junio de 2016, los ciudadanos de Reino Unido apoyaron su salida de la Unión Europea (UE), la incertidumbre sobre el nuevo panorama legal que de ello surgirá se ha extendido. Algo que muchos despachos de abogados han visto como una nueva línea de negocio por la que apostar.
Los grandes bufetes coinciden en que sus clientes están cada vez más preocupados por las consecuencias que tendrá la separación efectiva del Reino Unido de la Unión. Así, Fernando Mínguez, socio del área de Corporate de Cuatrecasas en Madrid, señala que «se trata de un proceso con múltiples implicaciones jurídicas y las empresas necesitan asistencia, bien para el seguimiento del proceso, bien para la puesta en marcha de las decisiones que van tomando en el marco del mismo».
Por su parte, Daniel Sarmiento, abogado de Uría Menéndez, califica la incertidumbre generada por la retirada del Reino Unido como «un fenómeno sin precedentes que se puede disminuir, aunque no eliminar, con un conocimiento profundo de las normas que rigen el Derecho de la Unión y el Derecho internacional». Lucas Osorio, socio director de Hogan Lovells, también admite que durante el último año han constatado «una lógica inquietud en materia comercial y fiscal en todas aquellas empresas con acuerdos comerciales o presencia directa o indirecta en Reino Unido».
Siguiendo esta línea, Antonio Hernández, socio responsable de Brexit e internacionalización de KPMG en España, indica que el reto al que se enfrentan las empresas con intereses en el mercado británico es incuestionable, ya que «se están viendo obligadas a tomar decisiones en un entorno de gran incertidumbre: se presupone la fecha de salida, no se sabe si habrá un período transitorio y se desconoce cuál será la futura relación».
Jaime Sánchez, counsel de Clifford Chance, destaca que, por ejemplo, en el sector financiero —uno de los que se prevé sea de los más afectados— en su despacho están «asesorando en numerosas operaciones societarias cuya finalidad es que entidades británicas puedan operar a través de una sociedad constituida en un Estado miembro, en lugar de en Reino Unido, y así evitar los inconvenientes de una eventual pérdida del denominado pasaporte comunitario». Por otra parte, Andrew Cheung, socio y consejero general en Dentons, también reconoce que los despachos han de asociarse con sus clientes «para afrontar tanto los riesgos como las oportunidades que presenta el Brexit, como una libra más débil o el potencial de nuevos acuerdos comerciales fuera de Europa».
Escenario cambiante
La prioridad para los despachos, ante el lento avance de las negociaciones entre Reino Unido y la Unión Europea sobre cómo se relacionarán tras la separación, es seguir de cerca el proceso para dar la información más completa posible a sus clientes y ayudarles a planificar ante los escenarios posibles. Por ejemplo, el despacho Uría Menéndez cuenta, desde febrero de 2016, con un grupo interno y multidisciplinar, coordinado desde Bruselas, Londres, Madrid y Lisboa, centrado en el análisis de cuestiones jurídicas y de negocio de interés para los clientes del despacho. Hogan Lovells también creó en febrero del año pasado un grupo de trabajo de Brexit dirigido por Susan Bright, socia directora de Reino Unido y África, y con la participación activa de 30 socios internacionales, para, según explica Lucas Osorio, «identificar, comprender y comunicar de manera rápida, precisa y oportuna a nuestros clientes cualquier asunto comercial derivado de Brexit».
Otros despachos, como KPMG en España, decidieron tras los resultados del referéndum de junio de 2016 poner en marcha su grupo de trabajo especializado. Compuesto por cerca de 20 personas y liderado por Antonio Hernández, socio responsable de estrategia energética e internacional, trabaja en permanente contacto y coordinación con el Grupo Brexit creado a nivel global por KPMG en el que responsables de este tema en más de 60 países comparten experiencias y puntos de vista de sus respectivos clientes. También Cuatrecasas cuenta en España con un equipo formado por unos diez socios que sigue y analiza todo lo que sucede respecto a este proceso y lo traslada al resto de la firma. Por su parte, la firma legal Dentons dispone de una red de más de 50 expertos en Brexit a nivel global que da apoyo jurídico a compañías de todo el mundo y asesora a clientes a la hora de gestionar los riesgos sectoriales y empresariales relacionados con la salida de Reino Unido de la UE.
No cabe duda para los bufetes de que España es un país muy expuesto a los efectos del Brexit. Tal y como recuerda Julio Cesar García, Socio responsable de Brexit y Fiscalidad Corporativa de KPMG Abogados, «el mercado británico es el primer destino de la inversión española y el cuarto destino de la exportación española». Es más, según añaden desde Hogan Lovells «hay grandes empresas españolas muy vinculadas al mercado británico, como Banco Santander, Telefónica, Iberdrola y Ferrovial, cuyos valores suman más de un tercio del Ibex 35 y casi la mitad de las empresas españolas tienen algún tipo de exposición a Reino Unido, en la mayoría de los casos vinculada a las exportaciones».
Sectores más afectados
Los sectores de servicios profesionales o financiero parece que serán los más afectados tras la salida de Reino Unido. Y es que, según Stuart Percival, de Clifford Chance, una de las mayores preocupaciones del sector financiero internacional es si las entidades ubicadas actualmente en Reino Unido podrán seguir prestando servicios tras el Brexit. Asimismo, las potenciales barreras arancelarias podrían tener especial impacto en los sectores de la automoción, la distribución y consumo, tal y como se recoge en el informe La empresa española ante el Brexit, elaborado por KPMG junto a la CEOE.
En cuanto a los acuerdos comerciales con Reino Unido, Fernando Mínguez, de Cuatrecasas, apunta que «una de las dificultades que debe afrontar Reino Unido es que, hasta que no defina su marco de relación con la UE, será difícil que aborde su marco de relación con el resto del mundo». Lucas Osorio, de Hogan Lovells, también admite que estos acuerdos «están sufriendo cierto estancamiento y esto es el reflejo de que el proceso de negociación entre la Unión Europea y Reino Unido parece no avanzar». El propio Consejo Europeo lo admitió el pasado 20 de octubre, fecha en la que, tal y como indica Jaime Sánchez, de Clifford Chance, autorizó el inicio de discusiones preparatorias sobre la futura relación comercial entre la UE y Reino Unido.
Por otro lado, en opinión de Christopher McGee-Osborne, socio director de energía, transportes e infraestructuras de Dentons en Londres, «Reino Unido y los Estados miembros de la UE podrían optar por permanecer vinculados por los elementos mixtos de los acuerdos comerciales porque fueron firmados y ratificados por los británicos», aunque añade que, «habría que delimitar en qué acuerdos se podría hacer y tener en cuenta que las otras partes puedan aprovechar la oportunidad para revisar los términos del acuerdo si Reino Unido decide retirar su firma».
Fuente: El País