La Bolsa española está entre las líderes mundiales en rentabilidad por dividendo con el 4,6%, cifra superior a la que ofrecen los grandes mercados estadounidenses, asiáticos y europeos. Un consuelo si se tiene en cuenta que por la simple revalorización de los títulos, el parqué doméstico ha estado penando en el furgón de cola durante el último lustro. En 2018, las empresas cotizadas pagaron a sus accionistas 28.793 millones de euros con cargo a sus beneficios. Con la vuelta de la volatilidad al parqué el famoso cupón recobra protagonismo como salvavidas al que agarrarse en caso de tormenta.

Domingo García Coto, director de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME) recuerda que la retribución al accionista es una seña de identidad de la Bolsa española. “Hay un inversor fiel orientado al cobro del dividendo y se crea un círculo virtuoso. Las empresas buscan este inversor estable que han identificado y éste necesita el dividendo para mantener su fidelidad”, dice García Coto.

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Otra forma sutil de retribución al accionista y muy implantada en mercados como el estadounidense es la recompra de acciones propias que hacen las compañías. En España, esta medida empieza a tener más seguidores entre las compañías cotizadas que en no pocas ocasiones utilizan ambos sistemas: recompran títulos y también pagan dividendo.

En este caso, parte del beneficio empresarial se destina a recomprar esas acciones. Con ello se consigue que mejoren los ratios de la compañía al haber menos títulos entre los que valorar con el beneficio e, incluso, el pago de dividendos. Aquí sí que se persigue mantener el precio de la acción. Se trata de tener menos comensales (acciones) para repartirse el pastel (beneficio).

El pasado año 13 empresas amortizaron 402 millones de acciones por un valor efectivo de 3.520 millones de euros en la Bolsa española. Como explica Domingo García Coto esta práctica es muy habitual en EE UU y mucho menos en Europa, aunque cada vez se va imponiendo frente al dividendo. Unas recompras en Wall Street que han crecido con fuerza durante el presente año y que pueden explicar también el mejor comportamiento relativo de los índices bursátiles estadounidenses.

En tiempos de tipos de interés al cero por ciento en los depósitos bancarios, el cobro del dividendo se convierte en una opción interesante para dar el paso a la Bolsa, aunque con matices. ¿Por qué no comprar una acción que ofrezca una rentabilidad por dividendo del 4% si ese interés es imposible de conseguir en cualquier producto financiero tradicional o en la renta fija? Por ejemplo, frente a ese 4,6% de rentabilidad de la Bolsa española el bono español a 10 años está ofreciendo en estos días una ganancia en el mercado del 1,22%. Hay tipos negativos en las letras del Tesoro y los productos bancarios no ofrecen casi nada. El problema estriba en que una elevada rentabilidad por dividendo no es garantía de que la cotización de esa empresa en Bolsa no caiga y puedan llegar las pérdidas por un precio inferior al que se compró la acción, con independencia del dividendo.

José Ramón Contreras, gestor del fondo Santander Dividendo Europa, explica que obviamente invierte en compañías que pagan dividendos, “pero éste es un signo, no el fin último de nuestra apuesta de inversión”. “Nos interesan”, matiza, “aquellas empresas que puedan pagar su dividendo de forma sostenible, con continuidad, que cuiden al accionista. No hay que olvidar que la mitad de la revalorización del mercado europeo viene por el dividendo. Es relevante”.

Como explica el director del servicio de estudios de BME, “en la teoría financiera, la política del dividendo de las empresas no tendría que tener importancia en el precio de la acción de la firma en concreto”. Eso sí, es necesario hacer el ejercicio de lo que supone el dividendo sobre el rendimiento a largo plazo. Desde los mínimos de la reciente crisis en 2012 hasta el cierre de 2018, mientras el Ibex 35 ha subido el 43,38%, mientras que el Ibex con Dividendos —incluye los pagos— se ha revalorizado el 87,93%, justo el doble.

Hay que saber escoger bien aquellas empresas que pagan cupón y, si se opta por esta estrategia, ser consciente de se está en Bolsa, es decir, que cualquier cosa puede pasar y afectar al valor de forma positiva o negativa. Ignacio Cantos, director de análisis de atl Capital, apunta que la retribución al accionista es un parte importante cuando toma sus decisiones de inversión sobre un valor, pero que también depende del tipo de empresa y el momento. “El dividendo hace que te preguntes muchas cosas sobre una compañía. Si, por ejemplo, está muy endeudada y reparte mucho dividendo, tal vez sería más positivo que destinase parte de su dinero a reducir deuda. Este era el caso de Telefónica cuando llegó a dar una rentabilidad por dividendo del 10%. Pero hay que estudiar cada caso. Por ejemplo, Mediaset España reparte la totalidad del beneficio. Aquí no tiene deuda, pero le interesa pagar mucho para que lo cobre su matriz italiana que sí está endeudada”, explica Cantos.

El pasado año distribuyeron parte de sus beneficios 135 empresas cotizadas en la Bolsa española y más de 30 ofrecieron una rentabilidad superior al 4%, 23 de ellas dentro del selectivo Ibex 35. Bancos, eléctricas, energéticas y constructoras han sido las clásicas en el pago de dividendos al que se han sumado con pujanza otras compañías como Inditex o BME. Sin olvidar, eso sí, que el mercado también ha asistido a fiascos como los de OHL o Dia que pasaron de beneficios a pérdidas, lo que secó su política de retribución.

Ojo a la deuda

Contreras establece dos principios para elegir empresas por dividendo: “deben ser compañías que generen de forma recurrente un gran flujo de caja y además contar con un endeudamiento razonable”. Una opinión que comparte el responsable de análisis de atl Capital: “Cuando seleccionamos valores optamos más por la marcha del endeudamiento que no superen las dos veces el ebitda [resultado de explotación] en caso de compañías cíclicas o que no sobrepase las 3,5 veces en no cíclicas”, aconseja Cantos.

Pero no todo los dividendos se pagan en metálico. También existe el dividendo opcional o scrip dividend por el que inversor puede elegir entre cobrar el dinero en efectivo u optar por acciones de la compañía. El año pasado el dividendo satisfecho en forma de scrip alcanzó 4.035 millones y supuso en torno al 15% de las retribuciones hechas a los accionistas. Contreras dice que los dividendos opcionales no les gustan, “ya que es una vía para que la empresa no recorten sus pagos al accionistas. Siempre elegimos valores que paguen totalmente en metálico”.

Fuente: El País