Portugal amaneció ferroviariamente aislado. Trece sindicatos de la red regional y nacional de trenes hacen este viernes una huelga de 24 horas que está teniendo un seguimiento casi absoluto por parte de los empleados públicos. El día de protesta coincide con la huelga de los funcionarios de prisiones y llega un día después de la huelga de enfermeros, que obligaron a aplazar miles de cirugías. Mientras, continúa el paro de los estibadores del puerto de Setúbal, que impide la llegada de piezas a la principal fábrica automovilística del país. De norte a sur y de este a oeste, Portugal es una pura huelga desde hace meses, que los ciudadanos sufren en silencio y resignados.

El Tribunal Arbitral del Consejo Económico Social no ve la necesidad de implantar servicios mínimos para un paro de “un día apenas” y “habiendo otros medios de transporte alternativos”. La decisión del TA ha sido criticada por el alcalde de Lisboa, el socialista Fernando Medina: “El derecho a la huelga tiene que ser compaginado con los derechos mínimos de las personas. Esa decisión pone en causa uno de los derechos más elementales de las personas, el de la movilidad”.

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Ferroviarios, enfermeros, médicos, jueces, bomberos, carceleros y profesores llevan movilizados todo el año (y ya anuncian más paros para el próximo). Detrás de sus protestas hay diez años con el sueldo congelado y unos servicios públicos deteriorados o muy congestionados, sobre todo después de que el Gobierno redujera el horario laboral en la función pública de las 40 a 35 horas semanales. En sectores como el judicial o el sanitario, la reducción no ha llegado de la mano de nuevas contrataciones, por lo que han aumentado las esperas en los hospitales y en los juzgados, con el consiguiente malestar de los ciudadanos y de los profesionales que les atienden.

A las 9 de la mañana el paro era absoluto en los trenes regionales y nacionales y solo circulaban algunos servicios urbanos de Lisboa y Oporto, además de los mercancías. La huelga tuvo su repercusión en el transporte por carretera. En las vías de acceso a las grandes ciudades se producían retenciones superiores a las habituales, especialmente en los trayectos de Sintra con Lisboa y de Gaia con Oporto.

La reducción de la jornada laboral en Sanidad y Justicia, sin aumento de empleados, ha colapsado servicios públicos básicos

Si hoy paran los trenes, ayer fueron los técnicos superiores de diagnóstico y enfermeros, que en un solo día provocaron el aplazamiento de más de 2.600 operaciones no urgentes, aparte de consultas médicas. En total ya son más de 5.000 cirugías aplazadas desde que comenzó la protesta. Martes y miércoles seguirán y otros seis días más intercalados hasta el 31 de diciembre inclusive. Exigen una mejora del cuadro salarial y el descongelamiento de las promociones.

El “descongelamiento de las promociones”, que se implantó durante los años de la crisis es clave en las protestas. En el caso de los profesores, con más huelgas convocadas que días lectivos, su sindicato exige que se recuperen los nueve años en que sus promociones estuvieron congeladas. El Gobierno ofrece solo tres y, aunque ha sido ordenado por el Parlamento a seguir negociando, no parece que vaya a aumentar mucho su oferta. Si lo hace, detrás de los profesores llamarán a la puerta los policías, los bomberos, los militares y otros profesionales de la función pública a los que también se les anularon esos nueve años de trabajo a efectos de progresiones en la carrera.

En el caso de los guardias de prisiones su huelga se extenderá hasta el día 23. Piden también el descongelamiento de las carreras, más funcionarios y más sueldo. Su protesta acarrea también la de sus prisioneros, que han realizado pequeños motines -quema de papeleras y colchones- porque ven que se quedan sin las visitas familiares de Navidad.

Los jueces también se han apuntado al calendario de huelgas en días discontinuos. El miércoles cumplieron su octavo día de los 21 programados para este año y el siguiente. El día 19, los bomberos profesionales comenzarán dos semanas de paros porque, según su sindicato, se sienten los peor pagados de toda la función pública.

Al margen de los empleados con sueldo asegurado, los estibadores del puerto de Setúbal llevan 33 días en huelga. El poderoso sindicato SEAL exige que se acabe con la temporalidad de muchos de sus trabajadores. El puerto se encuentra semiparalizado, la policía ha tenido que intervenir para que la factoría Autoeuropa pudiera embarcar la producción de coches y ha habido actos vandálicos contra vehículos de empleados del puerto que no se suman al paro. Son los únicos incidentes en la oleada de huelgas que asola el país desde octubre.

Encima de los sindicatos públicos sectoriales está la poderosa Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP), brazo laboral del Partido Comunista, que por un lado apoya al Gobierno y por el otro atiza las protestas contra él. Es el último invierno antes de las elecciones generales del 6 de octubre y PC y Bloco de Esquerda, los dos partidos que apoyan al Gobierno socialista, lanzan todos sus recursos para impedir que el Partido Socialista se alce con la mayoría absoluta, como algunas encuestas proyectan.

Fuente: El País