Decía Bruto en el Julio César shakesperiano que el «el abuso de la grandeza existe cuando esta separa del poder el remordimiento». No se observa en Italia un liderazgo digno de la grandeza del país y de su historia, ni arrepentimiento o pudor en el ejercicio de un poder populista. Desde Roma enferma toda Europa. El euro ya apuntaba ayer a su valor más reducido frente al dólar desde junio de 2017. Y ayer el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, alertó de que la situación de Italia introduce más incertidumbre en los mercados de deuda.

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En Europa falta pedagogía. Enseñanza de la responsabilidad al mismo tiempo que se ejercen los derechos. La ausencia de compromiso con nosotros mismos, como proyecto europeo y como economía, nos reduce a un quejido constante contra ese mismo proyecto. Nos arroja a los brazos de un mal superior: la falta de control. Italia ha sido capaz de los hechos más bellos en la historia y ahora es epítome de demagogia económica. Ser el primer socio comunitario al que se le estampan unos presupuestos en los morros desde Bruselas es un dudoso honor que, sin embargo, no parece preocupar al ejecutivo de Roma.

La UE, sin embargo, se mantiene firme. Esta es la semana de la segunda oportunidad de Italia para enmendar los presupuestos. No parece que el gobierno transalpino vaya a dar su brazo a torcer. La excusa es la misma de la que se ha abusado ya en múltiples ocasiones: el exceso de austeridad presupuestaria. Italia es el mayor peligro para la gobernanza europea, para la estabilidad financiera y para el euro.

Unas semanas atrás, en la reunión en Madrid del European Shadow Financial Regulatory Committee —un ente de análisis político-económico con representaciones de toda Europa— se enfatizó que, si había riesgos de una nueva crisis financiera, Italia aglutinaba todas las fuentes de incertidumbre, destacando cuatro. La primera, que algunos sectores bancarios europeos han vuelto a presentar señales de debilidad y el italiano destaca sobremanera. La segunda, la difícil sostenibilidad de la deuda pública en algunos países europeos. El comité propuso que el Mecanismo Europeo de Estabilidad dé un paso adelante y sea el responsable principal de fijar medidas de disciplina fiscal y vincularlas a la ayuda necesaria para reducir la carga fiscal de los países en dificultades.

El tercero, que la herencia de activos deteriorados bancarios de la crisis se ha mitigado sustancialmente en algunos países, pero en otros como Italia sigue siendo enorme y está relacionada con el riesgo soberano. Finalmente, se destacó también que desde Roma se pervirtió en su nacimiento la nueva estructura de resolución bancaria, manipulando el concepto de bail-in, por el que deben pagar accionistas y bonistas de bancos antes que los contribuyentes en caso de problemas de solvencia.

Tal vez convenga aprender del ejemplo de quienes siendo ricos y habiendo estado estancados durante décadas (como en Italia), nunca han perdido la referencia de su responsabilidad (como ocurrió en Japón).

Fuente: El País