Sabemos del lego, el juego de construcción, por bloques, de la multinacional danesa Lego, que empezó con juguetes de madera y sofistica cada día sus creaciones. Estos días, el Eurogrupo ha empezado a escudriñar una pieza nueva para su lego del presupuesto de la eurozona. Es un esquema de sus posibles ámbitos de actuación y de su gobernanza (de base comunitaria), según una propuesta de la Comisión. Lo mejor del papel es que incluye cuatro variantes de despliegue del instrumento, cuando para algunos de los socios más cautelosos solo debían emplearse préstamos.

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La propuesta es más ambiciosa en eso —ya se verá en qué queda—, pues incluye a) contribuciones financieras directas a los presupuestos de inversión pública nacionales; b) préstamos directos para apoyarlos; c) un aumento temporal de la cuota de la UE a los fondos estructurales en caso de recesión (con lo que bajará la contribución del Gobierno beneficiario, lo que se ha usado a mansalva para favorecer a Grecia), y d) apoyo a la inversión del programa InvestEU.

Traduzcamos esto último. Es el Plan Juncker de Inversiones aumentado, recauchutado y rebautizado. Aunque ha tenido algunos defectos de ejecución y no se dispone de un balance exacto de cuánta inversión nueva (adicional a la tradicional del Banco Europeo de Inversiones), ha contribuido a movilizar inversiones por 371.200 millones.

La idea es alcanzar los 650.000 millones en el próximo septenato presupuestario de la UE (2021/2027). El presupuesto de la eurozona era una vieja idea de Bruselas resucitada por Emmanuel Macron que el verano pasado capotaba. Reafloró en otoño por empuje francés y gracias a la artesanía del presidente de los ministros económicos de la eurozona, Mário Centeno.

Se aupó como una instrucción —con agenda concreta— a la cumbre del euro del 14-12-2018. Unos, Holanda, insisten en condicionar los apoyos a nuevas reformas. Otros, la Comisión, en vincularlo al proceso de control presupuestario del “semestre europeo”.

Veremos. Lo más necesario es que la máquina de fabricar legos siga troquelando, también en periodo preelectoral.

Fuente: El País