En enero, las autoridades de Argentina anunciaron con entusiasmo que en 2017 el país exportó 308.000 toneladas de carne, un volumen muy inferior al de las 770.000 de 2005, cuando el Estado era el tercer exportador del mundo. Pero la celebración del dato reciente no es disparatada. El número prueba que la industria ha comenzado a recuperar brío tras una década en declive, marcada por el intervencionismo estatal y una fuerte caída de las existencias ganaderas. En los últimos dos años, las ventas al exterior aumentaron un 57% y el país regresó, después de siete años, al grupo de los 10 mayores proveedores mundiales de carne.

«En 2010 se registró el mismo volumen de exportación que el año pasado, pero son números que entusiasman al sector porque estamos en un proceso de recuperación», afirma Carlos Riusech, dueño de Gorina, el frigorífico que lidera las ventas al extranjero, con un 14% del total de los envíos de 2017. El empresario, al igual que los distintos referentes del sector, se muestra confiado de que el repunte continúe, un cambio que todos atribuyen al giro de política que trajo el Gobierno de Mauricio Macri cuando asumió el poder a fines de 2015. «Se han tomado medidas que facilitan el crecimiento, como la eliminación de los derechos de exportación [tributos], que eran del 15%, el establecimiento de un reembolso del 4% y la eliminación de los ROE (licencias de exportación que entregaba el Estado)», explica Riusech.

Las proyecciones de exportación oficiales para 2018 son de unas 400.000 toneladas, que representan un alza del 30%. Las buenas perspectivas no se deben solo al cambio de reglas en el país. También genera entusiasmo la apertura de nuevos mercados. Las autoridades chinas y argentinas acordaron el mes pasado que las carnes enfriadas del país sudamericano, de más alto valor que las congeladas que se envían en la actualidad, y el producto con hueso —un negocio de gran volumen— podrán entrar en la economía asiática en los próximos meses, cuando se firmen los protocolos sanitarios. Las negociaciones para un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea y la expectativa de una próxima reapertura del mercado de Estados Unidos también alimentan el optimismo.

China, el gran importador de la carne sudamericana durante el último lustro, ya trajo buenas noticias a Argentina en 2017. Sus importaciones desde las pampas aumentaron un 70% e hicieron el mayor aporte a las divisas generadas por el sector, 1.300 millones de dólares, según el Instituto para la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva). Al convertirse en el primer destino de la producción medido por valor, China ha sustituido el lugar que históricamente ocupaban los países europeos.

Entre los diez primeros

El país tiene mucho terreno por recuperar. En el ránking mundial de exportadores que publicó en octubre el USDA, la producción de las pampas es la décima en 2017, detrás de sus vecinos de Brasil, Uruguay y Paraguay. «Durante los 12 años de gobierno kirchnerista, la visión era que el crecimiento de las exportaciones iría en detrimento del consumo interno. Pero en estos dos años quedó demostrado que no es así, porque el mercado nacional está abastecido y los precios aumentaron menos que la inflación», afirma el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pelegrina.

El dirigente de la entidad rural precisa que la caída de los stocks ganaderos durante los años en que el Gobierno «dio la espalda al campo» fue de unos 10 millones de cabezas, equivalentes al total de existencias de los campos uruguayos. El giro político a fines de 2015 fue un alivio para el sector. Los objetivos están tan alineados con las nuevas autoridades que el expresidente de la SRA dejó su cargo en noviembre para asumir como ministro de Agroindustria.

El frigorífico Gorina prevé invertir unos ocho millones de dólares en los próximos 12 meses para mejorar su línea de producción de «menudencias», las vísceras rojas que son muy demandadas en ese país. Los datos del Ipcva indican que el gigante de Asia se llevó el 46% del volumen vendido por Argentina en 2017, unas 96.000 toneladas (peso producto). «Hoy se envía a China solo carne de bajo valor, pero con los nuevos protocolos se podrán vender los cortes más caros, un sector en el que podemos ser un competidor importante para Australia», afirma el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pelegrina.

Argentina no fue, sin embargo, el gran ganador del aumento del consumo asiático de los últimos años. Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su siglas en inglés), el 29% de las importaciones chinas de carne vacuna tuvieron origen en Brasil, que fue su mayor proveedor. Uruguay, con un 27% de participación, quedó en tercer lugar, por detrás de Australia. Superado también por Nueva Zelanda, Argentina fue el quinto exportador, con un 9%. En el organismo estadounidense prevén que este año China importe un millón de toneladas, un 11% más que el año pasado, y los países sudamericanos seguirán siendo los mayores proveedores.

Buena imagen

El gerente del Ipcva, Carlos Vuegen, afirma que una ventaja de Argentina es la buena imagen que tienen sus cortes. «Es el segundo país más reconocido como productor de carne en varios Estados de Europa, solo por detrás de su propia producción nacional», explica Vuegen. Así lo indica un estudio sobre las preferencias de los consumidores que encargó la entidad argentina a la consultora alemana GFK. «Estamos en una campaña de posicionamiento en China y de reposicionamiento en Europa», cuenta.

La industria también mira con atención a su mercado más tradicional para las carnes de alto valor, ya que un eventual acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, en plena negociación, representa una oportunidad histórica. La resistencia europea, principalmente de Francia, al volumen de carne que pretenden exportar los productores del bloque suda­mericano, unas 380.000 toneladas, es uno de los principales obstáculos. «La última contraoferta europea fue de 99.000 toneladas, que es una cuota a la que nosotros no accedemos», afirma el presidente de la SRA.

Fuente: El País