Hace solo un mes, todo eran celebraciones en Airbus. El consorcio europeo de aviación había conseguido el contrato más jugoso de su historia, sobrepasando en pedidos a su rival estadounidense Boeing. Pero las ventas no han conseguido tapar las turbulencias que padece la compañía por las investigaciones por presunto fraude abiertas en Reino Unido y Francia y por el enfrentamiento abierto que, a raíz de las acusaciones de corrupción, se había desatado entre sus máximos directivos. Este viernes, Airbus ha confirmado lo que la prensa francesa venía anunciando desde principios de semana: la renovación progresiva de la cúpula de la compañía con la marcha casi inmediata del número dos, Fabrice Brégier, y la decisión del presidente ejecutivo, Tom Enders, de hacer lo mismo cuando acabe su actual mandato, en 2019.

El francés Brégier “ha indicado que no tiene intención de formar parte del proceso de selección para la posición de presidente en 2019 y que dimitirá en febrero de 2018 para centrarse en otros intereses”, dijo Airbus en un comunicado emitido este viernes, un día después de la reunión de la junta directiva donde se analizó la situación de la compañía. Su puesto será ocupado por Guillaume Faury, actualmente al frente de la división de helicópteros.

Como número dos, Brégier, de 56 años, 25 de ellos dedicados a Airbus, era el sucesor natural de Enders, quien a su vez afirmó que también en su caso es “hora de iniciar un cambio de liderazgo”, motivo oficial por el cual no buscará un nuevo mandato tras 14 años al frente de la compañía. “Necesitamos mentes frescas para la década de 2020”, señaló, según Airbus.

La decisión de ambos de no continuar al frente de Airbus podría sin embargo no ser tan voluntaria como quiere hacer parecer el comunicado oficial de la compañía. Según el diario francés Les Echos, el miércoles, Brégier, en viaje a Singapur para la entrega de un nuevo A380, todavía se decía “sorprendido” por los rumores de su dimisión, ahora confirmada. El diario económico galo aventura que tras esta, al igual que tras la de Enders, podría esconderse un intento de la compañía de mostrar una “buena voluntad” y sus esfuerzos para enmendarse ante los jueces británicos que investigan supuestas irregularidades en los contratos de aviones comerciales, al igual que la fiscalía financiera francesa, y que amenazan con imponerle a la empresa una multa multimillonaria. Unas investigaciones que habían hecho mella en las relaciones entre los dos directivos de Airbus, de acuerdo con múltiples reportes de la prensa francesa.

Fuente: El País