Se puede negar el cambio climático y, aun así, hay una verdad intangible que es imposible de discutir: el hecho de que solo tenemos un planeta. Mientras que algunas personas hablan de colonizar otros mundos y de viajes interestelares, la realidad es que ahora mismo el único sitio habitable para la especie humana es éste, el planeta Tierra.

Nos guste o no, este pequeño planeta en el sistema solar va a ser el hogar para miles de millones de seres humanos, plantas, animales e insectos durante bastante tiempo.

El Acuerdo de París, firmado el 12 de diciembre de 2015, tiene por objeto fortalecer la respuesta mundial ante la amenaza del cambio climático y contener el aumento de la temperatura mundial en este siglo en menos de 2˚ respecto a los niveles preindustriales.

Aunque se trate de una iniciativa liderada por Naciones Unidas, las grandes empresas también tienen un papel que desempeñar para alcanzar este objetivo y muchas compañías en todo el mundo están buscando formas más sostenibles de operar.

Desde el cambio de siglo, los centros de datos y la industria de las TIC en general se han convertido en uno de los consumidores más prolíficos y significativos de energía y, por lo tanto, de recursos globales. La nueva economía digital se rige por el big data, la IoT, el aprendizaje automático y la IA, la realidad virtual, la transmisión en tiempo real, los datos recopilados desde teléfonos móviles, dispositivos, vehículos y un largo etcétera. Un mar de datos crece de forma incontrolada.Las máquinas ya generan más datos que los seres humanos, y esto plantea la pregunta: ¿cuál es el verdadero impacto? La magnitud del problema al que nos enfrentamos lo podemos apreciar con una rápida búsqueda en Internet:

– El tráfico mundial de Internet era de 100 GB al día en 1997, y se prevé que alcance los 150.700 GB por segundo en 2022

– La producción de discos duros aumentará de 869 Exabytes en 2018 a 2,6 Zettabytes en 2023

– Las TIC producen ahora más carbono que toda la industria de la aviación, según se acreditó en 2013 por primera vez, y continúa creciendo

Curiosamente, aunque las TIC han superado a la industria de la aviación en cuanto a la producción de carbono, las emisiones de CO2 no han aumentado significativamente más allá de ese 2% de 2013, a pesar del enorme crecimiento tanto del mercado como en el uso de las TIC en todo el mundo. La razón es que se ha aumentado la eficiencia de tal forma que se ha compensado el crecimiento del mercado.

Resulta que los enormes y extensos parques tecnológicos que los proveedores de nube están construyendo y desde donde prestan sus servicios hiperconvergentes no son tan nocivos para el planeta como habíamos pensado. Una de las razones es que los “tres grandes” proveedores de nube pública (AWS, Microsoft y Google) operan sus centros de datos con una eficiencia en torno a 3,75:1 y 6:1 y esta economía de escala ahorra mucha energía.

Luego está la energía renovable. Por lo menos dos de las “tres grandes” generan su propia energía solar y eólica. Dos de ellas afirman que sus operaciones en la nube son 100% neutras en carbono. Este impulso hacia la sostenibilidad por parte de los grandes actores de la nube y la adopción masiva de sus servicios está contribuyendo en parte a mantener planas las emisiones de CO2 de la industria tecnológica.

El mensaje de una adopción responsable de la nube es doble. Por un lado, operar con un enfoque “cloud-first” y elegir trabajar con un proveedor de nube, tendrá un impacto significativo en la huella de carbono de las TIC de una organización, siendo mucho más sostenible que la opción “on-prem”. Y creo que todos estamos de acuerdo en que es un paso positivo para el planeta.

La segunda parte del mensaje es ésta: al migrar sus datos y cargas a la nube, las organizaciones pueden mover, gestionar y utilizar los datos de forma más eficaz en entornos de TI híbridos más ágiles y escalables, lo que permite un enfoque más eficiente e inteligente para el desarrollo y test, la recuperación ante desastres y las analíticas (por nombrar algunas áreas de beneficio), todo lo cual, en última instancia, se traduce en organizaciones mucho más eficientes y competitivas.

Ya sea como directivos, empleados o ciudadanos de a pie, todos tenemos el deber de salvaguardar el planeta para las generaciones venideras, de contraponer la salud a largo plazo de nuestro planeta a los beneficios económicos a corto plazo. Las organizaciones en todo el mundo pueden desempeñar su papel en ese movimiento global por un futuro más sostenible y comprometerse con la nube de manera responsable puede ser un buen paso.

 Eulalia Flo es Regional Manager de Commvault

Fuente: Cinco Días