En 1989 cuando cayó el muro de Berlín se inició la unificación de Alemania. Cuando las empresas del oeste llegaron al este fueron conscientes del retraso económico. La productividad media en el este era el 70% inferior a la del oeste y se había cumplido la teoría de la ventaja competitiva, el salario medio también era un 70% inferior. La teoría la desarrolló David Ricardo, economista inglés maestro de Karl Marx, 170 años antes.

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La unificación también fue monetaria. Los análisis estimaban que un marco del oeste valía cinco marcos del este. Pero la política primó sobre la realidad económica. La unificación se hizo igualando el marco del oeste a uno del este y provocando una sobrevaloración del tipo de cambio, encareciendo los salarios en marcos del oeste de los trabajadores del este. Además se acordó aplicar las leyes laborales y sindicales del oeste en el este de la noche a la mañana. En pocos años el salario medio en el este se dobló.

Al mismo tiempo se aprobaron acuerdos preferenciales de comercio con Polonia y los países que luego entraron en la Unión Europea. ¿Cuál fue el resultado? Una deslocalización industrial del oeste en busca de salarios más bajos que fue a Polonia y los nuevos países. El este alemán sigue siendo un solar industrial, a pesar de la cantidad ingente que el gobierno alemán y los países europeos hemos invertido en fondos estructurales y de cohesión.

El principal problema en las zonas despobladas es la ausencia de proyectos de inversión rentables en un entorno global competitivo que se sigue rigiendo por la ventaja comparativa de Ricardo. No es casual que las provincias despobladas tengan un salario medio y un renta por habitante más baja.
En 2019 en España hicimos un experimento subiendo el salario mínimo un 22% con una inflación próxima al 1%, algo sin precedentes en ningún país del mundo. ¿Cuál fue el resultado? Cómo anticipamos los economistas, el empleo se frenó mucho más de lo previsto. En diciembre de 2018, según la Seguridad Social y eliminando el efecto estacional, se creaban unos 30.000 empleos mensuales. En diciembre de 2019 se crearon unos 10.000 empleos.

Como era previsible el impacto ha sido mayor en las provincias con menor salario medio. En Madrid el empleo sigue creciendo al 3% y uno de cada cuatro empleos generados en 2019 se creó en la capital. En Barcelona, Valencia, Málaga, Sevilla y Alicante se crearon otro de cada cuatro empleos. En buena parte de la España vaciada el empleo está casi estancado y no han entrado en recesión gracias a una política fiscal expansiva que generó empleo.

Portugal con un gobierno de izquierdas tiene el salario mínimo un 30% inferior al nuestro. La subida del 5% este año recuperando el consenso con sindicatos y empresarios es más razonable, pero se suma a la del año anterior. ¿No sería más sensato negociar las subidas hasta el 60% del salario medio de cada región? De lo contrario se intensificará el fenómeno de despoblación.

Fuente: El País