Las empresas se encuentran en mitad de una transformación hacia un modelo cada vez más inteligente, donde prima la productividad pero también el respeto al medio ambiente y la cultura empresarial. Ahora el instrumento básico es un ordenador con acceso a internet, pero poco a poco se van introduciendo otros objetos conectados a la Red que ayudan a aumentar la productividad de las compañías. El internet de las cosas es el punto de inflexión que está influyendo en aspectos tan distintos como la gestión de datos, la creación de nuevos modelos de negocio y el acceso a la conexión en lugares remotos. Los expertos recuerdan que «es importante entender que la conectividad ya no tiene que ver solo con ordenadores e impresoras, sino con un ecosistema complejo capaz de convertir objetos en servicios inteligentes». Repasamos siete formas en que el internet de las cosas cambia los negocios.
- Conecta máquinas
La característica básica que define al internet de las cosas es que conecta los objetos a internet y esto hace posible que también se comuniquen entre ellos. Su objetivo es conectar y comunicar miles de dispositivos para aprovechar al máximo sus aplicaciones. El internet de las cosas permite hacer una gestión eficiente de la comunicación, tanto entre las máquinas como entre las personas, lo que conlleva una gran reducción de costes para las empresas. La mitad de las compañías consultadas en el Barómetro Vodafone IoT que ya están utilizando esta tecnología han visto cómo sus costes se reducen en un 20%. Y esta tendencia no ha hecho más que empezar. En los próximos tres años, según la consultora tecnológica Gartner, tendremos cerca de 21.000 millones de aparatos conectados a internet, y las compañías están en disposición de invertir unos 250.000 millones de dólares al año en esta tecnología, según Boston Consulting Group. “El resultado es un cambio radical de la forma de trabajar, optimizando las operaciones y alcanzando un nuevo estadio de eficiencia”, según explica Alberto Martínez, director general de Lantek.
- Mejores/más datos
Esta hiperconexión tiene como consecuencia un gran tráfico de datos. La información que comparten las máquinas debe ser almacenada, procesada y analizada con potentes programas que serán capaces de ejecutar acciones de forma automatizada o simplemente de ayudar a los profesionales a tomar decisiones importantes para sus negocios. «Las empresas tendrán acceso a una enorme cantidad de información que generarán todos estos dispositivos conectados», explica a HBR Mary J. Cronin, profesora del Boston College. «Esa información debe analizarse para comprender mejor las tendencias y el comportamiento de los clientes. Las empresas deben utilizar los datos de la IoT como parte de su planificación para seguir siendo competitivas y ofrecer nuevos servicios y productos innovadores».
- Mejora la productividad de la empresa (gracias, de nuevo, a los datos)
La información que recogen los dispositivos inteligentes permite, entre otras cosas, obtener mejores resultados en menos tiempo. La empresa puede hacer un seguimiento conjunto de todos los elementos que tenga conectados a internet. Cuando cada herramienta y dispositivo está conectado a un sistema centralizado, es mucho más fácil de manejar. Esto facilita la recogida de información y la posterior identificación de patrones en la actividad, errores y las formas de subsanarlos. Permite, por ejemplo, el mantenimiento preventivo de las máquinas. Los sensores conectados a la Red pueden monitorizar el rendimiento de los equipos y predecir fallos antes de que se produzcan, ahorrando tiempo, dinero y posibles daños. A medida que se conectan más dispositivos, la recogida de datos manual se quedará por el camino, dando a los humanos más tiempo para concentrarse en otras formas de ser productivos.
- Facilita las conexiones en lugares de difícil acceso
Una aplicación reciente para esta tecnología es la conexión a internet entre dispositivos que se encuentran en zonas de mala cobertura, bajo tierra o en lugares de difícil acceso. Esta banda estrecha de internet de las cosas —NarrowBand-IoT— ha sido lanzada por Vodafone en colaboración con Huawei y su uso es específicamente para empresas. Está indicada para sectores como el de la distribución de agua, de electricidad, de gas o para la agricultura.
El plan es que antes del 31 de marzo, Vodafone cuente con más de 1.000 estaciones de red actualizadas con tecnología NB-IoT. Cada estación podrá conectar más de 100.000 dispositivos a internet. Según resume la compañía, “es el primer paso hacia el 5G de verdad”.
- Tecnología más barata y ecológica
Uno de los objetivos principales de las oficinas del futuro es aumentar la eficiencia de los edificios por respeto al medio ambiente pero, sobre todo, porque supone un ahorro en las facturas a final de mes. Gracias al internet de las cosas, las empresas pueden ahorrar energía controlando el entorno de trabajo en la oficina. Es decir, domotizándolo. Estas herramientas ya están en el mercado o en desarrollo y sirven, por ejemplo, para que los edificios cambien a un modo nocturno fuera del horario comercial. Esto es posible haciendo inteligente el sistema de control de luces y calefacción y conectándolo a internet para que pueda compartir información. Así se reducen los gastos y se aprovecha al máximo la energía.
- Mejora la seguridad de los empleados
Las soluciones inteligentes pueden aumentar la seguridad física de un edificio. Por ejemplo, estos sistemas identifican áreas de paso habituales que requieren atención especial para la seguridad de los empleados, de modo que puedan planear estratégicamente rutas para prevenir accidentes. Las plataformas de iluminación inteligentes pueden reducir los robos al encender las luces cuando los sensores detectan movimiento y realizar pruebas del sistema tediosas y que requieren mucho tiempo para los humanos si deben hacerlas de manera regular. El internet de las cosas, combinado con los servicios en la nube, puede mejorar la seguridad: uno de los fuertes de los proveedores de cloud computing es el grado de protección con el que guardan la información. Invierten grandes cantidades de dinero y proporcionan unos niveles de seguridad muy superiores a los que normalmente tiene capacidad de dotarse una empresa por sí misma.
Pero esta moneda tiene otra cara. Todo lo que está conectado a internet es susceptible de ser atacado por hackers. Así que, es necesario dedicar esfuerzos de forma proactiva a proteger los objetos conectados. Una fórmula para hacerlo es combinar la tecnología de seguridad adecuada con la formación de los empleados y asegurarse de que las empresas son conscientes de la importancia de proteger las infraestructuras esenciales y la información privada.
- Permite crear nuevos modelos de negocio
La adopción de redes de internet de las cosas está dando lugar a que las grandes empresas transformen su manera de hacer negocios. Las comunicaciones IoT permiten que las compañías saquen el máximo partido al big data, un claro ejemplo son los seguros basados en el comportamiento del conductor y los nuevos modelos de vehículos compartidos.
Permite a las organizaciones añadir nuevas capacidades a los productos rápidamente, registrar patentes y ganar fortaleza de marca. Más concretamente, en la industria, las empresas de fabricación pueden tomar decisiones para mejorar la línea de suministro, a través de operaciones de mantenimiento preventivo. Además, ayuda a reducir la producción defectuosa y los tiempos muertos en la cadena de fabricación.
La evolución del modelo de negocio en la venta al por menor también marca la diferencia. El internet de las cosas mejora la experiencia del cliente y ayuda a la construcción de nuevos canales de venta. Facilita la conexión del mundo físico con el virtual, permitiendo la interacción con los consumidores tanto en el establecimiento como en el mundo online. Como ejemplo, esta tecnología ha cambiado el negocio de las máquinas de café de Quality Espresso. Con sus cafeteras conectadas a la nube, obtienen datos del consumo de café en los establecimientos y las averías. Esto permite maximizar los ingresos y controlar los gastos de mantenimiento.
Fuente: El País