A punto de cumplir 80 años de vida (fue fundada en diciembre de 1939 como uno de los primeros logros de la dictadura de Franco, Sniace (Sociedad Nacional de Industrias y Aplicaciones de la Celulosa Española) se encuentra inmersa en un renacimiento tras haber salido de un coma al que se precipitó a finales del siglo pasado y que ya parecía irreversible. Después de vivir encierros de sus trabajadores, plantear planes de distinta índole y abordar tres ampliaciones de capital que no dieron resultado, entró en barrena y no pudo evitar presentar concurso de acreedores. Y en 2013 cerrar las instalaciones para volver a abrir en 2016 con una plantilla de 440 personas.

En su época gloriosa, que fue duradera, Sniace llegó a superar los 4.000 trabajadores, siendo la bandera industrial de la comarca del Besaya y una referencia también en la órbita social y deportiva. Contaba con instalaciones que hoy parecen una ruina, con cristales rotos, edificaciones medio abandonadas y los campos de juego depauperados. Ahora, tras cambiar el equipo directivo el pasado enero con el nombramiento como presidenta de Gema Díaz en sustitución de Blas Mezquita, que estuvo 22 años y dimitió tras ser imputado por un delito medioambiental, inicia una nueva etapa que espera que sea la definitiva para volver a respirar. El principal paso es la nueva ampliación de capital, que por valor de 32,6 millones de euros está en pleno proceso en estas fechas. Del total, 12 millones van destinados a inversiones y el resto a cumplir con la deuda concursal (nueve millones) y circulante.

La ampliación consta de tres fases, tras las que los principales accionistas (el empresario asturiano Sabino García Vallina, propietario de TSK Electrónica y Electricidad, y el burgalés Félix Revuelta, dueño de Naturhouse) pasarán a controlar la sociedad para hacerla crecer. En la actualidad, poseen el 16% y el 10%, pero ambos han anunciado que están dispuestos a elevar su participación hasta el límite para no verse obligados a lanzar una opa, es decir, no pasar del 30% cada uno. Pero, en todo caso, entre los dos tendrían el control suficiente tras desembolsar 6,5 y 5,5 millones de euros, respectivamente.

El compromiso de los dos principales accionistas despeja el camino de los riesgos que amenazaban a la compañía, sobre todo el de la posibilidad de liquidación, que se citaban en el propio folleto de la ampliación. “El grupo ha incurrido en retrasos significativos en los objetivos trazados en su plan. En caso de que no se alcance el 100% de la capacidad productiva de las instalaciones en el cuarto trimestre de 2019 y no se acometan las inversiones previstas en dicho plan, Sniace continuaría acumulando pérdidas, poniéndose en riesgo su viabilidad futura”, recoge.

Vista de la planta en la actualidad.Vista de la planta en la actualidad.

Una vez canalizada la ampliación, la empresa cántabra recomenzará el camino. El futuro de Sniace pasa por potenciar sus negocios, centrados en cuatro bases (forestal, celulosa, fibra y energía renovable), pero borrando de su perfil la imagen de empresa contaminante, con la “asunción transversal de la bioeconomía circular” en una línea más medioambiental y especializarse en productos que sustituyan al plástico, según explica Gema Díaz, que recuerda que en los últimos 19 años la empresa ha invertido 139 millones con destino principalmente al campo medioambiental que ahora le permite sacar la cabeza.

La fibra viscosa es una fibra textil de origen forestal y biodegradable, que para su aplicación en toallitas dispersables necesita tener un corte muy pequeño. Las mejoras introducidas en los procesos de producción permitirán incrementar la venta de este tipo fibra desde las 4.000 toneladas en 2020 hasta las 8.000 en 2021, según estimaciones de la compañía. En ese sentido, acaba de culminar con éxito las pruebas de microcorte en Alemania, consideradas clave para conseguir una fibra adecuada para la aplicación a las toallitas dispersables, una de las iniciativas emblemáticas de la nueva etapa de la compañía.

La presidenta, que formaba parte del consejo de administración desde la recuperación de la empresa en 2017 tras quedar una vacante y presidió con anterioridad la patronal cántabra, subraya: “La compañía va a avanzar en la fabricación de la fibra del futuro, un producto que sustituye al plástico en su composición y es completamente biodegradable”. El principal destino de esta producción es Asia, donde se utiliza para tejidos.

Un tipo de fibra, que como subrayan los accionistas, no tiene competidor en España. Según reflejó García Vallina en un comunicado, “Sniace es una compañía que reúne los más altos estándares en materia medioambiental, con patentes propias, avanzada en investigación y desarrollo, sostenible y con un gobierno corporativo y equipo de gestión cohesionado”.

Pero, además, Díaz tiene mucha confianza en la otra parte del plan, que contempla una “importante operación inmobiliaria” en la que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Torrelavega y del Gobierno de Cantabria, que se han involucrado de hoz y coz, con el presidente (Miguel Ángel Revilla) y el consejero de Industria (Francisco Martín) a la cabeza, en contra de lo que hizo el Ejecutivo del popular Ignacio Diego, en el periodo que tuvo el poder (2011-2015), y de cuyo abandono y cierre culpan en el entorno de la empresa torrelaveguense.

Con ese respaldo institucional, la empresa tratará de aprovechar el extenso terreno que posee. Sniace cuenta con 700.000 metros cuadrados entre los municipios de Torrelavega y Santillana del Mar y le sobran 500.000, por lo que tiene posibilidades para impulsar nuevos desarrollos tanto industriales como comerciales y de ocio. Concentrará su actividad en una parte de las instalaciones y permitirá la transformación de suelo industrial para otros usos.

Buena ubicación

En concreto, incluirá 100.000 metros cuadrados en el Plan Singular de Interés Regional (PSIR) para su desarrollo industrial, lo que permitirá que otras fábricas de la zona se instalen en el complejo, muy bien situado cerca de las líneas de comunicación, y puedan utilizar la depuradora y se beneficien de la planta de cogeneración y de otro tipo de servicios, según reseña Díaz.

Las ventas de la fibra higiénica, la explotación forestal y el contrato de suministro de gas natural para su plan de cogeneración permitirán al grupo acabar 2020 con un ebitda positivo de 2,5 millones de euros, según las previsiones que se manejan en el plan estratégico. En 2018 perdió 4,9 millones y hasta marzo de 2019 había perdido 3,71 millones, lo que suponía un 39% peor que en el mismo periodo del año anterior. Entonces la fábrica de fibra viscosa todavía no estaba en pleno funcionamiento.

Otra de las decisiones que se barajan es el traslado de la sede social a Torrelavega. La compañía, como ha ocurrido incomprensiblemente con muchas empresas en España, tiene la sede en Madrid, alejada de la planta fabril. El objetivo, y así lo ha planteado con las autoridades regionales, es que una vez que se haya desatascado el plan tomar la decisión.

Fuente: El País