El dato es alarmante y esperanzador a la vez: el año próximo, según previsiones de la Unión Europea, se necesitará cubrir 900.000 puestos de trabajo en el ámbito de la informática y de las nuevas tecnologías. Esto supone, un 8% del empleo total. Hasta aquí las cifras ilusionantes, porque lo inquietante es que “actualmente no está siendo posible cubrir toda la demanda que precisan las empresas, dado que la ingeniería informática está cobrando una importante relevancia en casi todos los sectores”, señala el vicerrector de servicios tecnológicos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), Víctor Robles, quien agrega que todo esto va en aumento también debido a la digitalización, automatización y a la inteligencia artificial. También influye la democratización de los datos en las empresas, es decir, la apertura de los nichos de datos que permite un uso más intensivo de los mismos, permitiendo definir la estrategia de las empresas basándose en esta información.

Ante esta fotografía, Telefónica ha decidido tomar la iniciativa y traer a España el que, hasta ahora y por los resultados conseguidos en los diez países en los que está presente, es considerado el centro de formación en programación más innovador del mundo: Escuela 42. Se trata de un espacio diáfano, abierto las 24 horas del día los siete días de la semana, sin clases, ni profesores, un modelo formativo abierto a todo el mundo y sin límite de edad.

Este proyecto, tutelado por la Fundación Telefónica, en opinión de su responsable, Laura Castela, obedece a la necesidad de desarrollar un concepto de “nueva empleabilidad”, y conduce a una metodología disruptiva en la forma de relacionarse con el aprendizaje. “El año pasado dejaron de cubrirse 300.000 puestos de trabajo por falta de cualificación digital, y esto se debe, en parte, a que la formación más tradicional no responde con la agilidad que se requiere”, afirma esta ejecutiva, que cree que el nuevo modelo formativo que demanda el mercado es el de aprender a aprender. “El alumno tiene libertad para estudiar lo que quiera y cuando quiera. Queremos formar a la gente, pero 42 no nace como cantera de Telefónica, sino para atender una necesidad social”, afirma Castela, y avanza que, a pesar de que la formación comienza en el mes de septiembre, en principio con 450 plazas en Madrid, que irán aumentando a 900, muchas empresas del Ibex 35 han manifestado ya su interés para que los alumnos hagan prácticas en sus organizaciones. En este aspecto respira tranquila, porque la tasa de inserción laboral de los alumnos de otras Escuelas 42 ha sido del cien por cien.

Con el mismo cometido, el de formar a perfiles digitales aptos para atender las necesidades de las empresas, arranca también en septiembre Inmune Coding Institute, un centro que desarrollará un sistema formativo con titulación propia en base a determinadas certificaciones, que cuenta con la colaboración empresas, como Hispasat, BBVA, Randstad, Santander, Capgemini o Accenture. “Existe escasez de talento tecnológico, porque cada vez se gradúan menos informáticos, ya que la tasa de abandono, dependiendo de las universidades, se sitúa entre el 42 y el 59%”, explica el fundador del centro, Juan Riva, que señala como principal razón un modelo académico que no funciona, ya que “hay mucha teoría y los contenidos se han quedado obsoletos, y eso hace que la gente no se enganche a estudiar algo que está anticuado”.

En defensa del sistema de formación de las universidades, el vicerrector de la UPM afirma que estas están reaccionando relativamente bien a la realidad del mercado, “y además de los grados de ingeniería informática existentes en prácticamente todas las universidades públicas de España, se están abriendo nuevo grados relativos a ciencia de datos, matemáticas y computación, desarrollo de videojuegos, ingeniería del software o computadores, y en un futuro cercano empezaremos a ver grados en inteligencia artificial”. Sin embargo, añade Robles, España tiene pendiente la reestructuración de la Formación Profesional, para acercarla más a las necesidades de las empresas. Y alega que los grados universitarios de informática intentan aportar sólidos conocimientos en la parte fundamental de la ingeniería, además de acercar las últimas tecnologías a sus alumnos. “Una vez en el mercado laboral, estando asentados estos conocimientos principales, resulta más factible adaptarse a esas nuevas tecnologías que van surgiendo”, añade el vicerrector.

El inglés, por ejemplo, será un elemento diferenciador en Inmune, ya que será el idioma en el que se imparta toda la formación de este centro, que acogerá en el primer año a 50 alumnos, y se guiará por el estilo del profesor Miyagi, de Karate Kid, “que es el que no te dice lo que tienes que hacer, pero te guía si te pierdes, de manera que el modelo a desarrollar será en base a retos prácticos que se plantearán de la mano de las empresas”, prosigue Riva, y destaca que además de conocimientos técnicos, las organizaciones requieren de personal hábiles en soft skills, esto es, que sepan trabajar en equipo, saber comunicar ideas… “Necesitamos que este tipo de perfiles digitales tengan afinidad con el negocio, con la gestión de proyectos, pero a la vez que sean capaces de aprender a traducir lo que hacen a un lenguaje de la gente que es no es programadora”, señala Darío Rodríguez, director de programación de Destinia, que achaca la escasez de este tipo de profesionales a una falta de planificación a nivel estatal, “por no poner en valor lo que suponía la tecnología”.

Que el futuro es de los programadores y de sus colegas tecnológicos lo corroboran todos los expertos consultados. Por ejemplo, en Destinia trabajan 30 programadores, “pero necesitaríamos diez más”, apunta Rodríguez. El sueldo de un profesional de esta rama oscila, dependiendo de la experiencia, según un estudio elaborado en 2018 por la consultora Hays, entre 27.000 y 40.500 euros.

Un posible candidato a ejercer esta carrera es Lucas Bright, madrileño de 16 años, que en septiembre comenzará el programa de Computer Entrepreneurship en Inmune, quien afirma que su vocación viene desde la infancia, ya que siempre le ha gustado enredar con ordenadores. Aunque “también influye que tenga buenas salidas profesionales, ya que siempre se necesitarán informáticos porque la tecnología avanza de manera muy rápida”, afirma el alumno, con un sueño: que le fiche una gran empresa.

Competencias más demandadas

La importancia de las soft skills. Según Linkedin, las empresas valoran en sus candidatos una mezcla de competencias duras (hard skills), esto es, los conocimientos específicos para desempeñar un trabajo, y una serie de habilidades blandas (soft skills), que se traduce en creatividad, persuasión, capacidad adaptación y de organización, además de gestión del tiempo.

Habilidades duras. Entre ellas, la citada red social profesional, distingue el manejo de datos en la nube, la inteligencia artificial. el razonamiento analítico, el manejo de personas o el diseño UX.

Fuente: El País