La carta anual a las mayores compañías del mundo del presidente del fondo de inversión líder, Black­Rock, que cuenta con 6 billones de dólares, es muy esperada. Es clave en la definición de hacia dónde deberían ir las empresas. La mirada del más prominente inversionista del planeta es de gran relevancia. La carta de 2018 de Lawrence D. Fink, fundador y director ejecutivo de BlackRock, fue muy clara y sorprendió a muchos. El mensaje fue: “La sociedad está demandando que las empresas, tanto de inversión pública como privadas, sirvan a un propósito social… Para prosperar en el tiempo, cada empresa no tiene solo que entregar resultados financieros, sino también mostrar cómo hace una contribución positiva a la comunidad”. The New York Times interpreta que la idea que se transmitió es que si las empresas quieren recibir apoyo del mayor fondo del orbe tienen que generar más que ganancias.

Fink va incluso más allá. Señala que si una compañía no se relaciona con la comunidad y tiene un sentido de propósito “perderá finalmente la licencia (social) para operar por parte de sus principales stakeholders”.

Estas afirmaciones coinciden con tendencias cada vez más vigorosas en los mercados de consumidores. Según una encuesta reciente de CONE Communication, el 70% de los estadounidenses considera “que las empresas tienen la obligación de tomar acciones para mejorar problemas que no son relevantes en su negocio”.

La expectativa generalizada, particularmente en los mileniales, es la de que las empresas tengan causas y se pronuncien sobre los principales problemas de la sociedad. En un estudio de Morgan Stanley, el 85% estaba a favor de corporaciones socialmente responsables (CSR).

Empresas que lo han hecho, como, entre otras, Patagonia, Chobani, Ben & Jerry y Unilever, han tenido una alta retribución en consumo creciente y leal.

En la encuesta CONE, el 87% de los consumidores se mostraron dispuestos a comprar en empresas que se comprometían por causas que ellos estaban apoyando, y el 66% rechazaba comprar en empresas que apoyaban causas contrarias a sus valores.

En otra área, el líder del orbe en fondos soberanos, el de Noruega, con 900.000 millones de euros, amplió su lista negra de empresas de las que se retira, por la fabricación de armas nucleares, tabaco, violaciones de derechos humanos y daños ambientales.

La idea de CSR no es más una opción. Es el único camino para construir empresas eficientes y sustentables.

Fuente: Cinco Días