Pregunta. ¿Cuáles son las implicaciones sociales de todos estos cambios tecnológicos?

Respuesta. Lo que podemos ver son dos campos. Por un lado, hay gente que está muy feliz de que las cosas vayan a ser más baratas, más rápidas, más fáciles de producir. Y luego está la gente que piensa que es terrible, que vamos a perder todos los empleos, y que vamos a mendigar por las calles.

P. Este miedo es uno de los grandes motores del populismo en las sociedades desarrolladas.

R. Pero también es societario. En las películas japonesas o coreanas el robot nunca es el malo. Aquí Schwarzenegger es el bueno y el robot es el malo. Siempre ha habido miedo a los robots.

P. ¿Está justificado?

R. Es cierto que el 50% de los empleos van a desaparecer en 10 años, pero hace un siglo el caballo y el carruaje dominaron las calles y en una década también habían desaparecido. En aquel entonces, el que montaba carros o herraba caballos se quedó sin trabajo, pero se crearon más empleos de los que desaparecieron entonces. Y no solo eran más, también eran mejores. Se dice que Internet está acabando con los comercios físicos. Pero hay trabajos, como diseñador de tiendas web, que no existían hace diez años.

P. Ese período de cambios al final del siglo XIX también fue políticamente conturbado. Y, al contrario que entonces, esta vez el perfil de la población es distinto. Entonces era joven y más adaptable, ahora es más envejecido y con más miedo a quedarse fuera.

R. Siempre ha habido una parte de la población más envejecida. Quizás entonces tenía 40 años, en lugar de 65. La diferencia es que entonces no tenían una voz. Eran pobres, no escribían en los periódicos, no tenían presencia política. Estaban allí, pero sus quejas no tenían recorrido. Ahora sí. Pero pienso en positivo.

P. ¿Las respuestas políticas pueden ralentizar este proceso?

R. Al contrario. Al intentar pararlas, el presidente de EE UU está acelerando las cosas. Dice que Toyota debe cerrar su fábrica en México y abrirla en Chicago. Pongamos que Toyota hace esto: ¿Encontrarán a 2.000 personas que sepan montar coches en Chicago? No. Así que echarán a 2.000 personas en México, lo que es una pena, y montarán una fábrica en Chicago con 200 personas y 400 robots. Estados Unidos tiene la energía más barata del planeta y puede producir a un coste mucho menor gracias a la tecnología. Pero hay que ser conscientes que la industria puede regresar, pero no traer todos los empleos que creen que van a volver.

P. Otro problema es la ciberseguridad.

R. Creo que la inseguridad en Internet va a ralentizar más los cambios tecnológicos que la presión social.

P. ¿Cómo?

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R. En 2017 hubo un importante ataque informático y seis o siete grandes empresas anunciaron que tendría un efecto negativo en sus beneficios, entre ellas el mayor transportador de contenedores del mundo. Yo vivo en una casa junto al puerto de Róterdam, y hubo terminales que tuvieron que cerrar por cuatro días. Durante ese tiempo vi algo que no había visto antes en mi vida: una cola larguísima de barcos que no podían vaciarse. Es algo serio. Y vamos a tener que hacer algo al respecto.

P. Luego está el tema de la privacidad.

R. En Shenzhen (China), que es una de las ciudades más digitalizadas del mundo, hay un nuevo sistema basado en tu «reputación social». Hay cámaras en cada esquina que reconocen tu cara: si te saltas un semáforo, te quitan un punto. Y sin ese punto no puedes conseguir una hipoteca.

P. El problema es cuándo se empieza a incluir la fiabilidad política en esos criterios.

R. Pero también son capaces de ver que estás comprando elementos para fabricar una bomba. Aquí nos quejamos por la privacidad, pero allí consideran que está mejorando su seguridad. Es una cultura diferente.

P. Uno de los objetivos políticos parece ser revertir la globalización.

R. Es que no solo los políticos creen que la globalización puede haber ido demasiado lejos. También las empresas. En 2009 hubo una gran inundación en Bangkok. Meses más tarde, empezaron a faltar ordenadores portátiles en el mercado. Porque un 90% de la producción mundial de discos duros se hacía en cuatro fábricas que estaban, justo, en la zona inundada. Lo mismo pasó con el terremoto de Japón en 2011: no se podían comprar cambios automáticos. Nos hemos vuelto demasiado eficientes. Estamos dando un paso atrás y la tecnología nos está ayudando.

P. ¿Cuáles son las implicaciones de la nueva tecnología financiera digital?

R. Hágase esta pregunta: ¿Hace cuánto ha visitado una oficina bancaria? ¿Por qué?

P. Pero mi perfil de consumidor no es el de mucha gente.

R. Hoy en día los mayores compradores de smartphones son los mayores de 70 años. Los fabricantes han empezado a pensar en la gente más madura a la hora de diseñar sus productos. Hoy mis padres hablan con sus nietos con el vídeo del móvil, donde quiera que estemos.

P. ¿Volverá el petróleo a los 100 dólares por barril?

R. Si lo hace, que no creo, será la última vez. Porque la energía eólica se abarata en un 10%, 15% cada año, la energía solar un 20%. El 70% de la inversión en energía se está haciendo en renovables. En Texas, un estado petrolero y republicano, se están construyendo nuevas centrales eólicas cada día.

P. ¿Cuáles son los desafíos económicos de los grandes productores de materias primas agrícolas?

R. Sacarle más partido a cada metro cuadrado de tierra. La agricultura aún es la parte menos digitalizada de la economía. Cuanto más barata sea la energía, más barata será el agua. Si yo gobernase Arabia Saudí, que gracias a Dios no lo hago, llenaría el desierto de placas solares, desalaría agua y crearía la mayor zona agrícola del planeta. Porque Arabia Saudí importa el 90% de sus alimentos.

P. ¿Cómo la tecnología va a hacer posible superar los riesgos del cambio climático y quién la va a pagar?

R. Pongamos el caso del café; lo pagará el bebedor de café.

Fuente: El País