En enero de este año la histórica cadena madrileña de cafeterías Nebraska cerró sus puertas. Las familias propietarias se dieron por vencidas y vendieron sus locales al fondo Corpfin. Ahora, un heredero de la familia Blanco, José Ramón Blanco, está impulsando una segunda oportunidad para la enseña, con más de 60 años de historia.

El primer paso realizado por el empresario, hijo de uno de los cuatro hermanos fundadores y que ejercía como secretario del consejo antes del cierre, fue recomprar a Corpfin el nombre, con el fin de poder volverlo a utilizar. La compra por parte del fondo tenía una intención meramente inmobiliaria, debido a la buena ubicación de los locales (Gran Vía, calle Alcalá, Goya y Bravo Murillo). El inversor abonó casi 14,5 millones por esos activos, según se informó entonces.

La segunda vida de Nebraska no será, en un principio, como cadena de cafeterías. Blanco explica que se ha optado por “una nueva y sencilla línea de negocio”. En concreto, la nueva marca ha iniciado la nueva andadura como distribuidor de sus famosos perritos calientes y tortitas.

El empresario asegura que se encuentra en búsqueda activa y en contactos con distintos hosteleros y tiendas de alimentación para poder comercializar los que eran los productos estrella antaño.

La andadura ha comenzado por la céntrica Puerta del Sol en Madrid. Allí, Nebraska ha firmado un acuerdo con el establecimiento de apuestas Luckia, que se encuentra en la calle Alcalá, 1. En la cafetería se comercializan ya sus productos. “Nos interesan los lugares de mucho tránsito”, explica Blanco, quien aclara que la empresa buscará alianzas con otros locales que se encuentren en estaciones de tren o autobuses. Reconoce que ya está en conversaciones con algunos operadores.

Por otro lado, Blanco explica que ya cuenta con un acuerdo con proveedores que producen los artículos de la marca Nebraska para que sean consumidos en las cafeterías. “Es un producto rentable porque provoca que se consuman otros productos. Por cada 100 perritos se toman 80 cervezas”, asegura el empresario, que se ha asociado con Francisco Prieto, antiguo trabajador de grupos como Arturo Cantoblanco o ACS.

El heredero de la familia Blanco asume que tras este primer paso, convirtiendo a la marca en distribuidora, llegará la apertura de pequeños corners donde se comercialicen estos productos. “A medio plazo, según cuál sea la respuesta a nuestros planes, este será el recorrido”, apunta.

Por último, el tercer paso de la nueva estrategia será abrir el modelo a la franquicia. De este modo, las cafeterías Nebraska volverán a estar en las calles de Madrid. Blanco reconoce que en el pasado se cometieron ciertos errores en el modelo de negocio. La creciente presión de operadores internacionales, que ejercen cada vez una mayor presión competitiva a las empresas tradicionales.

Ahora, en esta segunda vida, Blanco apuesta por un modelo con una carta más corta, donde el perrito, las tortitas y los sandwiches acaparen todo el protagonismo. “Creemos en locales que tengan tres o cuatro camareros”, subraya. “Tenemos que adaptarnos a las actuales circunstancias y al consumidor”, explica.

Así, la nueva cadena, guardará diferencias respecto a su anterior vida, como apunta Blanco, quien recuerda, sin embargo, que el grupo se mantuvo “60 años en el mercado y tenemos mucha experiencia”. El empresario reconoce que, en su mente está poder volver a dar trabajo a aquellos empleados que se quedaron en el paro tras el cierre de hace un año. Unas 92 personas trabajaban en Nebraska cuando se anunció su venta.

Fuente: El País