Hasta la crisis del petróleo en 1973, los bancos centrales hacían políticas acomodaticias y daban todo el crédito necesario. Cuando estalló la estanflación, Paul Volcker, entonces presidente de la Reserva Federal (Fed), aplicó las políticas monetaristas de Milton Friedman y puso objetivos de cantidad de dinero.

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Aquel experimento provocó un repunte brutal de los tipos de interés, un desplome de la inversión, una segunda recesión en 1982 más intensa que la de 1980 y fue clave en el triunfo del republicano Ronald Reagan en la carrera a la presidencia de Estados Unidos y el inicio de la revolución neocon. También provocó una intensa apreciación del dólar y la crisis de la deuda pública de países emergentes y una década de crecimiento perdida en muchos de ellos. Volcker mató la inflación, pero también a América Latina.

Tras el desastre, Paul Volcker abandonó la política cuantitativa y fijó como objetivo el control de los tipos de interés a corto plazo, para influir sobre los tipos de interés a largo plazo, el crédito, el consumo, la inversión, el empleo y la inflación.

Ese modelo se mantuvo, con pequeñas variaciones, hasta 2008. La quiebra de Lehman Brothers ese verano colapsó el sistema monetario internacional, y los bancos centrales dejaron acceso ilimitado de la banca a su liquidez para evitar otra Gran Depresión. El BCE llegó tarde, pero ha sido el que más lejos ha llevado esa política monetaria ultra expansiva.

Mario Draghi dio ayer un pasito más. Bajó el tipo de la facilidad de depósito [el tipo de interés que cobra a los bancos por guardarles el dinero] hasta el -0,5% y reabrió su programa de compras de deuda con 20.000 millones mensuales. Los inversores llevaban meses anticipando esta decisión y los tipos de interés de la deuda pública y el euro acabaron la jornada europea en niveles similares al día anterior, aunque con mucha volatilidad.

No obstante, la sorpresa llegó en la última medida aprobada por el Consejo de Gobierno. Los tipos negativos pervierten el negocio bancario que se mantiene desde la Edad Media. El negocio bancario es tomar depósitos a tipos bajos y prestarlos a tipos algo más altos. Muchas entidades, especialmente en Alemania, estaban planteando seriamente cobrar a los clientes por los depósitos, igual que el BCE les cobra a ellos un 0,5% por los suyos. En Alemania empezaba a generarse un debate en la opinión pública que empezaba a recordar al Brexit en Reino Unido. Acusan a Mario Draghi de hacer una política contra los ahorradores alemanes y especialmente contra los fondos de pensiones.

El BCE, con buen criterio, ha decidido no cobrar a los bancos la facilidad de depósitos hasta seis veces su coeficiente de reserva. Y fijará ese límite cada mes. Por lo tanto, de nuevo el BCE vuelve a controlar la cantidad de dinero en el sistema directamente sin variar los tipos de interés que estarán próximos al 0% por un periodo muy prolongado.

El efecto de estas medidas sobre el empleo de la Eurozona será mínimo. Para España la compra de deuda es equivalente a una medicación para prevenir la hipertensión en la prima de riesgo. Los hipotecados pagarán menos cada mes. Pero el frenazo del empleo que comenzó en abril y se ha intensificado durante el verano continuará.

Fuente: El País