El crecimiento del PIB mundial cerrará 2017 por encima del 3,5% por primera vez desde 2011. Atrás han quedado los temores de una posible recesión en China y en EE UU que provocaron una crisis financiera a principios de 2016. El crecimiento aún está lejos del 5% de 2007, durante la burbuja de crédito internacional, y su composición también es diferente. China e India explican más de la mitad del crecimiento mundial y cuatro veces más que la aportación de Estados Unidos y la Unión Europea juntas. Los países periféricos asiáticos: Indonesia, Filipinas, Malasia, Tailandia y Vietnam tienen una aportación al crecimiento mundial similar a la EE UU o la Unión Europea y crecen al 5%, tasas similares a las de 2007.

Otro cambio estructural durante la crisis ha sido en los flujos financieros. En 2007 se hablaba de los desequilibrios mundiales: un elevado déficit exterior estructural en Estados Unidos que se financiaba con un elevado superávit estructural chino mediante la compra de deuda pública y deuda hipotecaria principalmente. China ha cambiado su modelo de crecimiento liderado ahora por el consumo, la inversión y la demanda interna. Su superávit exterior ha bajado del 10% del PIB al 1% y pronto incurrirán en déficit.

Eso significa que cuando el Presidente Xi acaba de anunciar planes de inversión y expansión de demanda supondrá mayor crecimiento del PIB y del empleo en los países desarrollados. El problema es que, para crecer, las empresas chinas aumentan su deuda con exuberancia irracional y el riesgo sería, como aprendimos en 2008, una crisis financiera y bancaria.

La Unión Europea ha pasado de un déficit exterior de 250.000 millones de dólares en 2008 a un superávit de 400.000 millones en 2017. Alemania y Holanda han aumentado su superávit estructural, Francia tiene la balanza equilibrada y los países periféricos han pasado de un elevado déficit a superávit por hundimiento de demanda de importaciones y devaluación salarial que ha mejorado sus exportaciones. Por lo tanto, Europa es una economía muy dependiente del comercio mundial y por eso en 2017 ha registrado el mayor crecimiento desde 2007.

EE UU mantiene un crecimiento próximo al 2%, por lo que la revolución Trump no ha cambiado nada. En 2007 su déficit exterior era del 5% del PIB y era una mezcla de desahorro público y privado. En 2017 el déficit estará próximo al 2% del PIB y es 100% por desahorro público ya que el sector privado tiene un exceso de ahorro del 3% del PIB.

En este escenario Trump ha decidido emular a Reagan bajando impuestos, principalmente a las empresas, lo cual provocará un aumento del déficit público estructural próximo al 4% y también del déficit exterior. Al igual que le sucedió a Reagan se lo van a financiar principalmente fondos de pensiones alemanes y japoneses. La diferencia es que la deuda pública ahora está por encima del 100% del PIB y es el doble de la que había en los años ochenta.

Conclusión: se recupera el crecimiento mundial pero la vulnerabilidad financiera continúa entre nosotros.

Fuente: El País