Con los madrileños listos ya para disfrutar el puente del 1 y 2 de mayo, y el resto de los conductores españoles con el recuerdo fresco de lo que han gastado en combustible en los recientes desplazamientos de Semana Santa, es un buen momento para analizar y comparar lo que cuesta viajar en automóvil con los diferentes combustibles disponibles en España. Y el veredicto es claro y no deja lugar a dudas: el gas natural o GNC es la alternativa más económica para desplazarse y sus costes de uso son tan asequibles que podrían competir incluso con los de las plataformas de viajes compartidos, y sin necesidad de renunciar a la libertad de horarios de salida ni de compartir el coche con nadie, al menos si no se desea.

El gas natural comprimido o GNC es el carburante más asequible disponible actualmente en el mercado. Con un precio de 0,94 euros por kilo (tarifa oficial en abril) y unos modelos que alcanzan consumos muy comedidos, el coste cada 100 kilómetros es especialmente reducido y permite ahorrar un 50% frente a un automóvil de gasolina equivalente, alrededor del 30% frente a un diésel y en torno al 10% respecto a otro de GLP (gas licuado de petróleo). Pero a diferencia de este último, sin perder prestaciones.

Para realizar los cálculos de coste se ha tomado como base un Seat Arona, que está disponible en versiones de gasolina, diésel y gas natural, y por ello permite establecer comparaciones fiables entre las diferentes tecnologías. El modelo de gas natural es un híbrido bi-combustible que funciona con gas natural y gasolina (aunque solo cuando agota el gas), declara un consumo medio de 3,3 kilos cada 100 kilómetros y podría recorrer los 350 kilómetros que separan Madrid de Valencia por menos de 11 euros. Y así, no solo mejora a cualquier otro vehículo de combustión con cuatro ruedas, incluidos los híbridos eléctricos clásicos o los híbridos enchufables, sino también a cualquier otro medio de transporte, desde el tren y el avión hasta al autobús.

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El mismo trayecto de Madrid a Valencia con un modelo de gasolina (Arona 1.0 TSI de 95 CV) costaría más de 24 euros (5 litros de gasto medio, 1,38 euros el litro de combustible y 350 kilómetros), y con uno diésel (1.6 TDI de 95 CV) saldría por unos 19 euros (4,3 litros de consumo promedio y 1,28 euros/litro). Estas cifras se basan en los consumos oficiales, que en condiciones reales pueden subir hasta un 20%, pero las diferencias serían proporcionales para todos.

Al comparar otros viajes los resultados son similares y el gas natural siempre es la opción más ventajosa. Y cuanto mayor sea la distancia a recorrer, más a su favor. Los 630 kilómetros que separan Madrid de Barcelona, por ejemplo, tendrían un coste de 19,5 euros con GNC, aunque eso sí, habría que parar a repostar gas al menos una vez. En el diésel la factura del desplazamiento subiría a más de 34 euros, y en el de gasolina, se dispararía por encima de 43.

Más ejemplos. Los 840 kilómetros que hay entre Zaragoza y Málaga saldrían por 26 euros con gas natural (habría que parar dos veces a repostar), frente a los 46 del diésel y los casi 58 del gasolina. Y los 975 de distancia entre Bilbao y Marbella, implicarían un desembolso de 30 euros con GNC, de casi 54 con gasóleo y de más de 67 con gasolina.

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La red de repostaje es todavía algo limitada y según la zona puede suponer alguna limitación para moverse con gas natural por toda la Península. Sin embargo, ya hay 65 estaciones públicas operativas en España (y otras 18 en Portugal), y se espera que sean 100 a fin de año. De hecho, 21 de las 46 capitales de provincia tienen ya una gasinera en funcionamiento.

Asimismo, si en el trayecto previsto no se encontrara un punto de repostaje de GNC, tampoco supone un problema grave, porque los híbridos bi-combustible, como el Arona TGI, mantienen un pequeño depósito de gasolina con nueve litros de capacidad que daría para recorrer hasta 160 kilómetros adicionales y elimina la posible ansiedad por falta de gas.

Por su ecología los modelos de GNC acceden además a la etiqueta ECO de la DGT, por lo que se podría circular por el centro de las ciudades aunque se activen las políticas de restricción del tráfico por exceso de contaminación. Y es que aparte de consumos muy bajos, tiene también unas emisiones de CO2 más reducidas que los modelos equivalentes en gasolina y gasóleo, y prácticamente no emite ni partículas (Pm) ni óxidos de nitrógeno (NOx), otro aspecto que refuerza su limpieza.

Fuente: El País