Recientemente el ministro de Hacienda dijo que España vivía el mejor momento económico de su historia. La EPA que hemos conocido este jueves es un jarro de agua fría sobre el discurso oficial. Por segundo trimestre consecutivo, eliminando el efecto estacional para hacer los datos trimestrales comparables, el empleo en España creció un 0,5%. Si se mantiene dos trimestres más la tasa anual estará será el 2%, un punto menos que hace un año y próxima al promedio de nuestros socios europeos. ¿Qué ha pasado? Varias causas ayudan a explicar esta desaceleración del crecimiento del empleo que vendrá seguida también de un menor aumento del PIB. Las intensas lluvias del primer trimestre han permitido reponer nuestros acuíferos y llevar nuestros embalses hasta el promedio de la última década. Pero han desincentivado salir a cenar, al cine o a tomar unas copas y ha afectado negativamente al consumo.

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El precio del petróleo ha subido con fuerza desde 50 dólares el barril hace un año a 75 esta semana. Eso ha aumentando el precio de la gasolina y con los salarios estancados ha reducido el poder de compra y también ha afectado negativamente al consumo y al empleo.

El euro ha pasado de 1,10 contra el dólar hace un año a 1,25 la pasada semana. Eso supone que los salarios en dólares de los españoles han aumentado casi un 15% y eso ha perjudicado nuestras exportaciones. El pasado año el efecto se compensó por la recuperación del comercio mundial pero en el primer trimestre las exportaciones mundiales han perdido intensidad y los indicadores adelantados anticipan que en el segundo trimestre continuará esa tendencia.

La inestabilidad política ha derivado en el gobierno con menor apoyo parlamentario de la democracia y la composición del presupuesto y sobre todo el retraso en su aprobación ha tenido efectos contractivos. En 2017 la inversión en infraestructuras en porcentaje del PIB registró su mínimo histórico desde 1980. La política industrial en España es inexistente y el gobierno tan solo ejecuto un 30% del presupuesto de I+D+i. Estamos casi en mayo y aún no se ha aprobado el presupuesto de 2018 y este año la política fiscal volverá a restar crecimiento del PIB y del empleo.

Nos queda la política monetaria con tipos al 0% y aunque el BCE ha reducido las compras de deuda a menos de la mitad los tipos de nuestra deuda siguen en mínimos. Lo más preocupante es que tras la peor burbuja inmobiliaria de nuestra historia que destruyó un millón y medios de empleos en 2008 no hayamos aprendido la lección.

España tiene un grave problema de crecimiento débil de la productividad desde 1995 y el debate público está centrado en las pensiones, en los servicios públicos afectados por los recortes de la crisis y en bajar o subir los impuestos. Mientras en los países más dinámicos el debate está en la educación, en el capital humano, en la ciencia, en la innovación y en crear empleos de calidad en la era de la tecnología global. Hemos perdido ya una década y ¿vamos a perder otro lustro?

Fuente: El País