China y Estados Unidos viven una carrera por hacerse con el liderazgo en investigación en inteligencia artificial. Son muchas las voces, con Sundar Pichai, CEO de Google, al frente, que alertan de la necesidad de una senda clara para marcar las bases de futuro. Mark Zuckerberg y Elon Musk han mantenido posturas enfrentadas con respecto a su impacto y control.
Desde China, el Doctor Yong Rui, una eminencia en este campo, ahora al servicio de Lenovo, el gigante tecnológico dueño de Motorola o los ordenadores ThinkPad que ideó IBM, cree que todavía falta mucho por hacer. “Llevo 24 años en este campo, que se fundó hace 60 años. Antes el término no existía, pero tiene varias ramas y es importante discernir. La inteligencia artificial no se puede ver cómo una contraposición de la humana. No es comparable. A la inteligencia artificial le falta sentido común, por ejemplo. En los comienzos, los pioneros sí esperaban un comportamiento similar. Lo que sí vamos a encontrar es intercomunicación natural entre humanos y máquinas”, matiza.
Su cambio después de 18 años en Microsoft fue de los más sonados: “Me interesa que aquí puedo proponer un rumbo diferente, con software y hardware”.
Durante el CES de Las Vegas, la mayor feria de electrónica de consumo, mantuvo una conversación con tintes de clase universitaria con EL PAÍS RETINA: “Prefiero pensar en varios tipos de inteligencias artificial. Temáticas, por decirlo de alguna manera, pero no como una similar a la de los humanos. Somos más sofisticados y complejos de lo que parece”.
El machine learning (aprendizaje automático) es uno de los campos de investigación al alza, pero ¿qué es exactamente? “Es un grupo de herramientas que se convierten en algoritmos. El deep learning (aprendizaje profundo, la habilidad de las máquinas para adquirir nuevos conocimientos) se forma a través de machine learning, con varias capas de redes neuronales”. El investigador destaca 1991 como el año en el se sentaron las bases de esta carrera.
Sabedor de la controversia que despiertan estos avances, trata de calmar a la sociedad con ejemplos prácticos: “Imagina que me rompo un hueso. Los humanos somos propensos a cometer muchos errores. Si usamos este tipo de inteligencia artificial, podemos saber más de la posible fractura, su entidad y tratamiento. Completar el diagnóstico del humano con el de esta tecnología es un beneficio importante. Como lo es también en el caso de los tumores”. Aún así, reconoce que entiende a los que tienen miedo de hasta dónde puede llegar la IA: “Es un camino largo. Yo no me enfrento a los que lo ven como el gran mal. Los humanos tenemos que ir aprendiendo a controlar nuestros sentimientos. Es cuestión de tiempo”.
El coche autónomo es otro de los avances que le ilusionan especialmente: “Poco a poco veremos cómo el uso de cámaras adicionales hará que en el futuro se usen menos porque ya tendrán los datos procesados”.
En su plan de futuro entra lo que se define como el humano aumentado, un concepto que también ha popularizado Elon Musk: “No tengo claro si será con implantes, pero sí que ahora mismo no tiene sentido que cuando se llama a un call center se tenga que contestar 10 veces una pregunta para llegar a la respuesta adecuada. Pronto conseguiremos fusionar la parte más artística con la cerebral. Somos diferentes de las máquinas, para ellas recordar 10 números no es nada, para nosotros sí. Para ellas la dificultad está en conectar ideas y crear a partir de ello. La imaginación es todavía materia humana”.
Durante el CES, que se celebró en enero, el centro de convenciones sufrió un apagón de casi dos horas. Muchos de los asistentes terminaron deambulando víctimas del pánico. “Precisamente en estos casos es cuando más sentido tiene la inteligencia artificial. Los centros de datos pueden transferir la información y pasar la energía por redes alternativas, pueden monitorizar y predecir. También se puede tomar información de las muchas cámaras que tenemos en espacios públicos para crear mapas incluso en la oscuridad. O para hacer una estimación de asistentes y proponer las rutas de evacuación más adecuadas”, subraya.
El académico considera que su empresa está en una posición muy especial: “Tenemos aparatos, desde ordenadores personales y portátiles a móviles, centros de datos y soporte. Pocas compañías tienen front end y back end. Esto significa que aplicaciones y servicios van de la mano. La inteligencia artificial irá implementada en el hardware”.
Fuente: El País