Una vez superado el prejuicio que dicta que blockchain no es más que la tecnología del bitcoin y las criptomonedas, el explorador de este nuevo paradigma, que empieza a adentrarse en los entresijos de la transformación digital por interés profesional o curiosidad peregrina, descubre que la cadena de bloques aporta un sinfín de soluciones en diferentes sectores: desde una mayor trazabilidad de los derechos autor a formar parte de un proceso electoral, pasando por participar en la industria del porno.

Las cualidades de esta tecnología la convierten en una respuesta convincente a problemas de los más diversos ámbitos, incluido el de la ayuda humanitaria. Una plataforma de blockchain aplicada al tercer sector permite dar trazabilidad a todas las acciones que suceden desde el momento de la donación hasta que esta llega a su objetivo y genera impacto social, lo que se traduce en una mayor transparencia.

Jaime Berrocal, experto en blockchain en IBM, tiene muy claras sus ventajas. “Las personas ayudadas tienen la posibilidad de recibir más fondos, ya que estas soluciones aportan un elemento de mayor fiabilidad a las ONGs, facilitan el acceso de las más pequeñas al mercado de las donaciones, habilitan nuevos canales para aportar evidencias del empleo de fondos y mejoran la eficiencia en la gestión de programas sociales”, enumera, recalcando la importancia del último punto. La ONU estima que cerca del 30% de los fondos no alcanzan directamente a los beneficiarios porque se pierden por el camino debido a la corrupción y a los costes de gestión e infraestructuras.

Estas soluciones aportan un elemento de mayor fiabilidad a las ONGs y mejoran la eficiencia en la gestión de programas sociales

Jaime Berrocal, experto en blockchain en IBM

Íñigo Molero, coautor libro Blockchain: La revolución industrial de Internet, afirmaba el año pasado que, por su propia idiosincrasia, es complicado que las ONGs destinen parte de sus recursos en la investigación y desarrollo de esta tecnología. Sin embargo, pronosticaba que las grandes fundaciones que operan a escala internacional serán las primeras en pasar por el aro, aunque solo sea para mejorar su operativa diaria, considerando que las propuestas podrán llegar de cualquier ámbito.

Berrocal conoce de primera mano este tipo de soluciones. Su empresa ha desarrollado de la mano de la startup Comgo una plataforma que permite a los donantes acceder a información sobre los hitos que va alcanzando un programa concreto, comunicados directamente por el beneficiario de las ayudas o por los colaboradores a pie de campo. La ausencia de intermediarios incrementa sustancialmente la transparencia y confianza que generan estos proyectos. “Esta herramienta te permite ver quienes son los donantes de cada actividad, qué material se ha comprado —se valida mediante una foto o una factura—, en qué momento se encuentra cada uno de los proyectos en los que se está trabajando… con un golpe de ratón”, explica Berrocal. “Todo queda digitalizado”.

Manuel Hurtado, fundador de Comgo, lo ilustra con un ejemplo. “Cuando un trabajador social de India compra productos de alimentación o higiene, carga las facturas en el sistema a través de su teléfono móvil y varias personas verifican que los niños han recibido los productos”, expone. “Ninguno de los miembros participantes es dueño de la plataforma y ningún documento puede ser modificado sin el consentimiento del resto de los miembros que forman esta plataforma”.

La directora de la ONG Itwillbe, la tercera empresa impulsora de este proyecto, está convencida de que este no es el único ámbito de actuación de blockchain en ayuda social. “Puede ser muy útil en comercio justo, para evitar intermediarios, además de poner el producto en valor; en microfinanzas, para dar acceso a crédito a personas que no lo tienen o evitarles pagar altos intereses; y, en general, para cualquier entidad en la que sea importante incrementar la confianza de sus donantes y generar identidad digital a colectivos que no están documentados”, sostiene.

Dos niños rohingya juegan en un campo de refugiados en Bangladesh

Este es el caso de The Rhoingya Proyect, una iniciativa que ofrece tarjetas de identidad digitales con tecnología blockchain a integrantes de esta minoría huidos de Myanmar para que puedan acceder a servicios como hospitales, centros educativos y bancos. De momento se trata de un programa piloto que busca brindar mejores oportunidades a un millar de rohingyas indocumentados en Malasia, Bangladesh y Arabia Saudí y registrar criptográficamente la existencia y relaciones familiares de esta etnia en un libro público distribuido.

  • Plataformas en aras de la transparencia

Blockchain no es la única solución para promover la transparencia: eQualiment es una plataforma cloud que opera desde hace cinco años en Cataluña para mejorar la gestión de prestaciones que prescriben los servicios sociales. Su herramienta permite hacer un seguimiento de cada ayuda recogiendo la procedencia de los alimentos que se van a donar, su localización y el momento de entrega. Actualmente trabajan con más de 60 proyectos.

“Los servicios sociales tienen un expediente de lo que hay que hacer, pero la ejecución se hace fuera de estas herramientas. Queremos dar cuenta de cómo se ejecuta esto para simplificar procedimientos y ofrecer una mayor transparencia”, defiende Jaume Roqué, responsable de la compañía. “Lo exige la naturaleza del servicio: hay que generar la máxima confianza”.

Fuente: El País