Según el World Economic Forum, el agua es uno de los principales riesgos económicos del siglo XXI. Naciones Unidas ha incluido el agua como uno de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS. Tras los Objetivo del Milenio, donde la prioridad era erradicar la pobreza extrema y garantizar el derecho humano del agua, ahora el foco se centra en involucrar a las empresas y el sector privado en el reto de hacer un pequeño planeta tierra más habitable.

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En España, la agenda 2030 de Naciones Unidas, sigue en el ámbito de la cooperación y monopolizada por las energías renovables, igual que en el pasado milenio. El coste de producir un megavatio con energía fotovoltaica se ha reducido un 50% en los últimos 5 años y seguirá cayendo. Por lo tanto, ya es competitivo a precios de mercado sin subvenciones. España tiene el doble de horas de sol que nuestros socios europeos y tiene la posibilidad de convertirse en exportador neto de energía y ahorrarse 40.000 millones de euros de importaciones en petróleo y gas.

Pero la mayor radiación solar evapora con más intensidad el agua que será un bien más escaso. Los ciclos hídricos serán más volátiles y las sequías serán más intensas y más frecuentes. Lamentablemente este jueves fue el Día Internacional del Agua y había poco que celebrar. Obama consiguió firmar un compromiso de reducción de emisiones contaminantes de EE UU que fue secundado por China. Trump se ha cargado el compromiso y China tiene menos incentivos para dejar de quemar carbón como si no hubiera mañana.

En España desde 2010 la inversión en infraestructuras para gestionar el agua se ha reducido un 60% y la inversión en software e innovación un 80%. El Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, el 70% del consumo de agua es para uso agrícola, invirtió en 2017 300 millones, un 70% menos que en 2011. Mientras el Ministerio de Defensa invirtió 2.000 millones, el doble que en 2011.

Los ayuntamientos que gestionan el ciclo integral urbano del agua están sometidos a la regla de gasto que ni siquiera les permite protegerse de la subida de la inflación y condena a España a incumplir la agenda 2030. Con una renta por habitante próxima al promedio europeo, nuestras tarifas de agua son la mitad que las de nuestros socios, lo cual limita la inversión y la innovación para afrontar el reto del agua.

La alternativa es la inversión privada, pero algunos ayuntamientos, especialmente Barcelona, no paran de demonizarla. Los ODS explícitamente dicen que las inversiones para resolver el reto del agua serán tan elevadas que no se conseguirán sin colaboración pública privada. Fidel Castro copió en La Habana el modelo público-privado de Barcelona demostrando ser más pragmático que Ada Colau que, al igual que Mariano Rajoy y Donald Trump, incumple la Agenda 2030 de Naciones Unidas y las nuevas directivas europeas de Economía Circular.

El objetivo es crear empleos de calidad, subir salarios y pensiones, pero el agua nos pone un fuerte viento en contra y la mayoría de los españoles no son conscientes de ello.

Fuente: El País