Nassé (Bedford, 1965), máximo responsable de una organización que examina cada año a más de cinco millones de personas en 170 países, cree que la clave es utilizar buen material didáctico y aprenderlo de forma progresiva, sin atracones.

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Graduado en ciencias naturales por Cambridge, Nassé trabajó durante 23 años en la BBC, donde dirigió el programa de divulgación científica Tomorrow’s World y el departamento de educación de la cadena británica. La semana pasada visitó España para presentar el nuevo rumbo de Cambridge English, una institución que ya no quiere ser vista como examinadora, sino como proveedora de contenidos para mejorar el aprendizaje.

Pregunta. La principal actividad de Cambridge English desde 1913 ha sido examinar y ofrecer títulos oficiales. Ahora que estamos en plena decadencia de la titulitis y que las empresas empiezan a valorar las capacidades con pruebas in situ,¿tienen miedo de desaparecer?

Respuesta. No tenemos ningún temor. Todo lo contrario, el cambio del modelo educativo nos entusiasma, tenemos la oportunidad de jugar un papel importante. Los certificados de inglés no van a desaparecer porque las empresas no tienen tiempo de entrevistar a todos los candidatos en persona o por Skype para comprobar sus conocimientos. Las primeras cribas en los procesos de selección las superan aquellos que cuentan con un título porque es muy complicado examinar en profundidad a centenares de perfiles cada año. El inglés sigue siendo clave a la hora de encontrar un empleo (en España, el 26% de las ofertas de trabajo exigen conocimientos de alguna lengua extranjera y el inglés ocupa la primera posición, según datos de Randstad). Además, nuestros certificados cuentan con el reconocimiento de más de 20.000 instituciones internacionales, 11.000 de ellas universidades.

P. Si miramos la tendencia global, las plataformas de MOOC (cursos online masivos y gratuitos) están desplazando a las universidades tradicionales. ¿Teme que pequeñas startups se hagan con la enseñanza del inglés y desplacen a Cambridge English?

R. El verano pasado lanzamos la App Quiz your English, un juego en el que puedes medir tus conocimientos de inglés jugando con otra persona o con el propio programa. Estamos utilizando todos los datos de los exámenes de los últimos 30 años para generar contenidos que ayuden con el aprendizaje. Para ello es clave la inteligencia artificial. Ya no nos interesan expertos en pedagogía, sino en machine learning (aprendizaje automático). Nuestra plantilla de 700 profesionales se está transformando y estamos fichando a expertos en tecnología. No queremos que la experiencia de los estudiantes con Cambridge se limite al momento de hacer el examen, queremos inspirarles y ayudarles a aprender. 

No veo un futuro en el que los profesores sean reemplazados. La gente se inspira para aprender gracias a otras personas y no a máquinas.

P. De hecho recientemente han lanzado un nuevo examen con Babbel, una las aplicaciones de aprendizaje de inglés de mayor éxito y reconocida en 2016 por la revista estadounidense Fast Company como una de las mejores empresas de innovación educativa. ¿Se han aliado con el enemigo?

R. Estamos trabajando con ellos porque compartimos su visión pedagógica: la importancia de la comunicación real a la hora de aprender un idioma. Gracias a nuestro acuerdo, cualquier persona puede conocer su nivel de inglés con una prueba de 45 minutos en la web de Babbel que consta de unas 70 preguntas que emulan situaciones de la vida real. Ese certificado (cuyo precio ronda los 39 euros) se puede compartir en redes profesionales como LinkedIn.

P. Algunos expertos consideran que centrarse solo en aprobar un examen para obtener un título limita la creatividad del profesor y reduce el aprendizaje a algo mecánico. El objetivo al final es aprender inglés…

R. Intentar aprender cómo aprobar un examen es una pérdida de tiempo. Pero mejorar tu nivel practicando una serie de ejercicios sí tiene sentido. Si tienes un objetivo, tienes que poder medir el logro y para eso sirven nuestra pruebas. Lo mismo sucede con el deporte. Si mido que estoy dando más de 10.000 pasos al día, sabré que mi forma física está mejorando porque tengo unos datos en los que fijarme. Nuestros exámenes son muy populares dentro del sistema educativo español porque ayudan a programar el aprendizaje. No es solo gramática o pronunciación, es todo el programa académico, formar a personas capaces de comunicarse de forma efectiva en inglés. Tenemos programas de formación del profesorado como Delta y seguimos trabajando en el desarrollo de materiales. 

En España, el 26% de las ofertas de trabajo exigen conocimientos de alguna lengua extranjera y el inglés ocupa la primera posición

P. Otras críticas se dirigen contra el precio de los exámenes de Cambridge (desde los 50 euros del Young Learners a los 217 euros del Proficiency). ¿Han pensado en lanzar nuevas pruebas de bajo coste?

R. Tengo que recordar que somos una institución sin ánimo de lucro dependiente de la Universidad de Cambridge y destinamos grandes cantidades a la investigación. En otros países como India es mucho más complicado poder pagar nuestros exámenes, pero sí, es algo sobre lo que tenemos que pensar. 

P. En los exámenes de Cambridge se da el mismo peso a las cuatro destrezas, pero cada persona tiene unas necesidades. ¿Han pensado en los exámenes personalizados?

R. Algunas de nuestras pruebas se adaptan al conocimiento del estudiante y las preguntas se generan en función de las respuestas gracias a programas de inteligencia artificial. La mayoría de áreas relacionadas con el esfuerzo humano se están midiendo con datos y lo relevante de esos datos en el aprendizaje gira entorno a los logros. Nuestra meta es acabar con la brecha entre el aprendizaje y la evaluación, todo se hará al mismo tiempo sin que el usuario sea consciente de ello. 

P. ¿Sustituirán los softwares a los profesores en la enseñanza de idiomas?

R. No veo un futuro en el que los profesores sean reemplazados. La gente se inspira para aprender gracias a otras personas y no a máquinas. A veces es complicado que los docentes innoven porque están sometidos a mucha presión, es un espacio en el que resulta difícil cambiar porque tú sabes lo que a ti te funciona. 

Fuente: El País