En Arteixo (A Coruña) está el corazón de Inditex, la compañía propietaria de Zara. Allí, en varias plantas, se diseña ropa, se cosen patrones y se gestiona la potente web que vende ropa en 202 mercados. Es la sede de la empresa textil más grande del mundo. Pero en el mismo recinto, hay además otra empresa mucho menos conocida para el gran público que tiene entre manos miles de millones. De forma discreta, un pequeño grupo de gestores se encargan a través de Pontegadea Inversiones y todas sus filiales de ordenar y dar salida al dinero que cada año entra en forma de dividendos y llega a manos de Amancio Ortega (Busdongo, León, 28 de marzo de 1936). En Galicia fundó Zara, la lanzó al estrellato y todavía conserva casi el 60% de las acciones de su matriz Inditex. A través de Pontegadea, el Rey Midas de la ropa ha creado otro imperio inmobiliario y de inversión que vale ya más de 9.767 millones de euros y una fundación famosa por sus donaciones a la sanidad pública.

De Inditex entra el dinero, que sale en forma de inversiones, también muy rentables

Pontegadea Inversiones, propiedad de Amancio Ortega, es el gran paraguas que cubre a un buen puñado de filiales en España y el extranjero. Un rápido vistazo a las cuentas depositadas en el Registro Mercantil permite hacer un dibujo claro: por una parte, es el holding propietario de algo más del 50% de las acciones de Inditex. Es su dueño mayoritario, y por eso en el informe anual de gestión debe dar cuenta de las actividades de la empresa textil. Por otro lado, tiene la rama inmobiliaria y de inversiones. En realidad, son vasos comunicantes: por Inditex entra el dinero (Amancio Ortega recibió 1.386 millones en dividendos en 2018). Por la otra, el dinero sale en forma de inversiones que también son muy rentables. En el ejercicio de 2018, la compañía registró un beneficio atribuido de 1.817 millones de euros. 362 millones de ingresos llegaron de los alquileres que cobra por los edificios que atesora.

15 millones en personal

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Mientras que Inditex cuenta en el mundo con 174.386 trabajadores, Pontegadea Inversiones tiene dedicados a la gestión y el negocio inmobiliario 69 empleados. Los gastos de personal de este segundo grupo ascendieron en 2018 a 15 millones de euros. Tres millones fueron a parar a los miembros del consejo de administración. Lo forman el propio Amancio Ortega, su esposa Flora Pérez, y tres personas de su confianza: Jaime Francisco Carro, el secretario del consejo; Roberto Cibeira y José Arnau. Arnau es quien lleva las riendas de la empresa, el guardián del patrimonio personal de uno de los hombres más ricos del mundo. Incluyéndole a él, el equipo directivo de Pontegadea Inversiones lo conforman 11 personas, ocho hombres y tres mujeres.

El cometido básico de los directivos y empleados de Pontegadea es buscar en qué invertir dinero cada año. Básicamente, la premisa es comprar edificios de oficinas, hoteles y locales comerciales en buenas calles de las grandes ciudades del mundo. No vale cualquier cosa: solo se compra lo mejor, en la mejor zona. Y si el precio parece inflado, no hay trato. Los activos deben ser sencillos y seguros, nada de viviendas y tampoco nada que pueda afectar a la imagen pública de la empresa o de Ortega, siempre muy discreto.

Ortega solo compra los mejores activos: es ‘casero’ de Apple, Amazon y Primark

Todos los inmuebles se ponen luego en alquiler y de ahí se obtiene rendimiento cada año. Amancio Ortega es casero de compañías como Amazon, Apple y Primark. En el ejercicio 2018, Pontegadea Inversiones cobró 362 millones de euros por los alquileres de sus inmuebles. “El objetivo principal del subgrupo inmobiliario es maximizar la rentabilidad de las inversiones, manteniendo los riesgos controlados”, explica la empresa en su informe anual.

Ortega y su familia van acumulando edificios emblemáticos, desde la Torre Picasso o la Torre Cepsa en Madrid a una manzana comercial en Miami y un hotel en Manhattan. La cartera de inmuebles que posee, según un cálculo de la empresa que contempla su precio de adquisición y las tasaciones de expertos independientes, ascendía a 9.767 millones de euros el 31 de diciembre de 2018, un 11,5% más que un año antes.

Torre Picasso de Madrid, propiedad de PontegadeaTorre Picasso de Madrid, propiedad de Pontegadea

Hasta el momento, Pontegadea solo compra y compra más edificios. No vende. Si lo hiciera, según el valor al que tiene los inmuebles en libros (7.256 millones), las plusvalías serían de 2.500 millones, y de unos 1.600 millones con respecto al importe original que pagó por ellos.

En España se sitúa un buen pellizco de la tarta inmobiliaria que maneja (los activos españoles están valorados en 1.841 millones), pero la mayoría de inversiones están ya fuera: 2.198 millones en otros países de Europa y 3.071 millones en América.

Paraguas de filiales

Bajo el paraguas de Pontegadea Inversiones hay un buen puñado de filiales. La más importante es la que gestiona el negocio del ladrillo, Pontegadea Inmobiliaria. A su vez, bajo esta, se despliega otro ramillete: los inmuebles españoles están en Pontegadea España y el resto se reparte entre Pontegadea México, Pontegadea Francia, Ponte Gadea USA, Hills Place (Luxemburgo), Prima Cinque (Italia), Pontegadea UK, Pontegadea Canadá, Pontegadea Korea, la financiera Esparelle y Pontegadea Dieciocho, entre otras.

Desde la matriz, se inyecta dinero en las filiales, que realizan sus compras. En el ejercicio de 2018, la financiera Esparelle recibió 263 millones. La filial de Estados Unidos, una inyección de 582 millones. Y ya con el ejercicio cerrado, otra aportación de 147 millones. En ese país está realizando sus últimas grandes apuestas. Por ejemplo, compró parte de la sede de Amazon en Seattle. El valor en libros de esta filial (2.495 millones) es muy superior ya al de la filial española (1.463 millones).

Fuera del ladrillo, Ortega también tiene algunas apuestas. La principal fue la inversión en 2018 para comprar el 16,65% de una empresa llamada Pontel, que a su vez tiene el 60% de Telxius, una firma de infraestructuras de telecomunicaciones (antenas de telefonía, básicamente). También ha encajado dentro de Pontegadea Inmobiliaria el 26,6% del capital de Grilse, que adquirió el año pasado por 109 millones. Entre otros muchos activos, Grilse incluye la hípica de Casas Novas (A Coruña), que construyó por deseo de su hija, amante de este deporte.

Pontegadea Inversiones tiene un último cometido: nutrir la Fundación Amancio Ortega. Tiene un programa de becas importante para estudiantes de instituto. También otros proyectos con guarderías y centros de mayores. Pero saltó a la fama por la macrodonación para que la sanidad pública comprara equipos oncológicos. Según las cuentas del holding, “al término de 2017 los compromisos asumidos por Pontegadea con la Fundación Amancio Ortega pendientes de desembolso ascendían a 318 millones de euros. En 2018 se han desembolsado 77 millones, de los cuales 49 millones se corresponden con la ejecución del programa de renovación tecnológica de los equipos de diagnóstico y tratamiento radioterápico del cáncer en hospitales públicos de España y 22 millones con el desarrollo de diversos proyectos educativos”.

La empresa solo teme el Brexit

Entre los riesgos que cita Pontegadea en sus cuentas anuales, hay pocas sorpresas. Tanto en el informe de la matriz como de varias filiales, básicamente resume que “no tiene contemplados riesgos e incertidumbres distintos de los de los mercados en los que opera”. Cita el posible deterioro de inmuebles, los tipos de cambio de las divisas y los tipos de interés. Todo genérico. Sin embargo, sí hay un tema que parece preocuparle algo más, no en su negocio inmobiliario, pero sí de cara a proteger su inversión en Inditex. “En previsión de que el Reino Unido pueda abandonar la Unión Europea sin un acuerdo negociado, el subgrupo textil ha evaluado de manera integral cuál sería el potencial impacto para el negocio en este mercado”, explica.

Entre los principales riesgos derivados de un Brexit no negociado destaca “la posibilidad de disrupciones transitorias en el suministro de los servicios y mercancías necesarios para el normal funcionamiento de la oferta comercial multicanal del subgrupo textil en el Reino Unido”. También, que puedan ponerse aranceles nuevos, “un aumento de la fricción comercial” y que “probablemente, la libra esterlina se debilitaría, y el consumo podría desacelerarse”.

Cita la inestabilidad laboral que se puede generar o problemas de proveedores. Aun así, concluye, tras analizar la situación y preparar un plan de contingencia, “el riesgo es residual” y una vez “implementadas las acciones de mitigación, no sería significativo”.

Fuente: El País