El gestor de dinero BlackRock y el banco Citigroup se unen a otros grupos de Wall Street y expanden sus operaciones hacia Francia antes de que se consolide el Brexit, según ha informado este lunes Financial Times. Esto supone una victoria para el presidente francés, Emmanuel Macron, que en varias ocasiones ha puesto en valor París para sustituir a la City de Londres como lugar predilecto para los negocios internacionales en Europa y que prometió bajar los impuestos para las compañías de servicios financieros.

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Así, la estadounidense BlackRock ha elegido París para su nueva base para ofrecer servicios alternativos de inversión en toda Europa y Asia, ya que busca dominar los mercados fuera de Estados Unidos. Macron ya había tenido reuniones con Larry Fink, el director ejecutivo del gestor de activos de 6.3 billones de dólares, en el Palacio del Elíseo.

BlackRock, que ya cuenta con casi 50 empleados en París y gestiona alrededor de 30.000 millones de euros para clientes franceses, presentó hace dos semanas su solicitud ante el regulador de mercado francés, Autorité des Marchés Financiers, para conseguir una licencia para establecerse en el país como empresa de inversión alternativa y gestión de fondos. Esta licencia, que espera conseguir en septiembre, le permitirá vender productos como fondos de inversión, fondos inmobiliarios y de materias primas desde París al mercado global. Sin embargo, Londres permanecerá como la oficina principal de BlackRock en Europa y la compañía no tiene planes de trasladar personal de Reino Unido a París.  

Macron también ha convencido a Citigroup de expandirse en Francia. El banco estadounidense recientemente logró llevarse a su operación a banqueros de alto nivel del banco UBS en Francia como parte de sus planes para agregar decenas de empleados en París. La empresa, que cuenta con 160 trabajadores en París, envió una circular interna para anunciar nuevos nombramientos y que espera añadir 150 puestos de trabajo para ventas y comercio en Frankfurt y otros 100 principalmente en París.

Fuente: El País