El ministro Luis de Guindos se marchará un día de estos a Fráncfort como vicepresidente del BCE con un relato deslumbrante de la salida de la crisis española. España ha saneado sus bancos. Crece por encima de la media europea. Ha rebajado 10 puntos el desempleo desde máximos. Lleva cinco años acumulando superávits comerciales gracias a las publicitadísimas reformas laborales, de pensiones, de todo tipo. Todo eso es cierto. Pero el informe social de la Comisión Europea, al que ha tenido acceso este periódico y que se presenta hoy en Bruselas, relata la cara b de esa recuperación. Y deja un puñado de cifras mucho menos llamativas: el estudio destaca que España redujo el año pasado mínimamente la desigualdad y los niveles de pobreza, que a pesar de la recuperación siguen «entre los más elevados» de la UE. Y subraya las «vulnerabilidades» de España: básicamente, niveles de deuda pública, privada y exterior estratosféricos, que pueden poner la economía española en terreno pantanoso si suben los tipos de interés.

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Bruselas, en fin, alerta de que la recuperación es desigual: no ha llegado a todos los bolsillos en la misma medida. Pero aun así no cambia de recetario: «La fuerte recuperación española es una oportunidad para revitalizar las reformas», arranca el estudio. A pesar del fuerte crecimiento del PIB y del empleo, «la productividad crece lentamente, y la fuerte segmentación del mercado laboral [con un incremento continuo de los contratos temporales] y la inconsistente política social dan como resultado un estancamiento de la desigualdad en niveles elevados». Esa tendencia puede resumirse con un dato: el 20% más rico gana en España 6,6 veces más que el 20% más pobre, diferencia que se sitúa entre las más abultadas de la Unión Europea.

El estudio ofrece un dato malo por cada dato positivo del que presume el Gobierno. Pero sobre todo deja la impresión de que el Ejecutivo ha hecho sus deberes solo a medias.

Desequilibrios macro: ligera mejoría, pero vulnerabilidad. «La reducción de los desequilibrios macroeconómicos registra progresos, pero los altos niveles de deuda externa, privada y pública suponen que las vulnerabilidades siguen ahí», cita el informe. El desempleo también mejora, pero Bruselas afirma que el insoportablemente alto nivel de contratos temporales (el 26,8%, entre las peores cifras de la UE) tiene «impacto negativo tanto en la productividad como en la cohesión social».

Recomendaciones específicas a España: progresos «limitados». Bruselas hizo recomendaciones a España de índole fiscal, para el mercado laboral y para asegurar la inversión en I+D y la unidad de mercado. Los progresos, en todas las áreas, son «limitados». Se ha mejorado el marco fiscal y los contratos públicos, pero sin alardes: la Comisión no ve «riesgos inmediatos de estrés fiscal», aunque sí «riesgos elevados a medio plazo». Bruselas ve algún progreso en la coordinación entre los servicios de empleo, pero critica los escasos avances en los inventivos para los contratos fijos y en la puesta en marcha de los esquemas de renta garantizada, y alerta de los limitados progresos en la implementación de la ley de unidad de mercado y en las inversiones en I+D. Aplaude, eso sí, la reducción de las emisiones de gas y el avance en los objetivos de energías renovables.

Trabajadores pobres. Lo más sabroso del informe es el análisis del mercado laboral y sus consecuencias sobre los indicadores sociales, en los que España sale mal parada. «La situación social mejora pero tanto la desigualdad como el riesgo de pobreza siguen siendo muy elevados», resume, con especial hincapié en las altas tasas de abandono escolar, de pobreza infantil y de paro juvenil. «El uso generalizado de contratos temporales afecta negativamente a la productividad y a la desigualdad, particularmente entre los jóvenes y los trabajadores de baja cualificación», que siguen teniendo «alto riesgo de pobreza». Los incentivos para aumentar los contratos fijos no han funcionado, critica Bruselas, que prevé incrementos salariales «modestos» en 2018 y 2019, y en todo caso inferiores a la media europea.

El 27,9% de la población española está en riesgo de pobreza: al arrancar la crisis, allá por 2008, esa cifra era del 23,8%. La renta per cápita ha crecido menos que el PIB desde que empezó la recuperación: la desigualdad experimenta una leve mejoría pero evoluciona con más lentitud que la recuperación y sigue siendo una de las más elevadas de la Unión. Las razones son «las altas tasas de paro y la segmentación del mercado laboral», según Bruselas, que deja un último rejón: el sistema fiscal y los beneficios sociales en España «tienen un poder redistributivo bajo respecto a la media europea»: reducen la desigualdad en torno a un 34%, frente a una media europea del 40%.

Fuente: El País