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Laboratoria es una empresa creada en 2015 por Mariana Costa Checa, peruana de 30 años. Esta iniciativa prepara a jóvenes mujeres como desarrolladoras web y las conecta con empresas que necesitan de sus servicios. En tan solo dos años, ha logrado triplicar el salario de las mujeres a las que forma.

Para Verónica Ruiz del Vizo, venezolana de 32 años y empresaria de las comunicaciones y el contenido digital, ser una mujer emprendedora significa “dar ese esfuerzo extra que nos coloca a la delantera y nos permite generar cambio e impacto positivo a nuestro alrededor”. Verónica fue una de las asistentes al Global Entrepreneurship Summit celebrado este diciembre bajo el lema: Mujeres primero, prosperidad para todos.

El éxito alcanzado por ambas es evidente. Cabe preguntarse: ¿cuántas emprendedoras más como Verónica y Mariana habría en América Latina y el Caribe si les diéramos la oportunidad de emprender y desarrollar sus habilidades a través de la educación?

Sus logros se basan fundamentalmente en sus habilidades y competencias socioemocionales. Hoy en día estas son tan importantes o más que las académicas porque resultan indispensables para el trabajo de hoy y del futuro, y porque el emprendimiento será esencial en las sociedades modernas y prósperas.

Las nuevas tecnologías nos permiten trabajar de forma diferente y nos facilitan afrontar problemas complejos colaborando más y mejor. El trabajo en equipo para resolver tareas complicadas en las que hay que planear, ejecutar y documentar son mecanismos de enseñanza y aprendizaje fundamentales en las escuelas de hoy en día. Estas tareas y tecnologías preparan a nuestros estudiantes para un futuro en el que tendrán que realizar trabajos caracterizados por su volatilidad, complejidad, interconectividad e incertidumbre.

Es tentador pensar que se puede ser muy habilidoso socialmente, a pesar de no demostrar habilidades académicas en áreas como las ciencias, las matemáticas o la lectura. Sin embargo, los resultados de la primera evaluación internacional PISA sobre competencias sociales muestran lo contrario: aquellos estudiantes con buenos resultados académicos suelen obtener mejores resultados en habilidades sociales.

Aquellos estudiantes con buenos resultados académicos suelen obtener mejores resultados en habilidades sociales

América Latina vuelve a estar a la cola del ranking PISA, también el de competencias sociales. Chile es el país con mejores resultados, seguido de Costa Rica y Uruguay. Esta nueva prueba evalúa las capacidades de los estudiantes de 15 años para resolver problemas de forma colaborativa; es decir interactuar, relacionarse y trabajar en equipo para encontrar la mejor manera de afrontar un reto en un contexto específico.

Se podría pensar que, por su naturaleza, los estudiantes de América Latina y el Caribe tendrían un mejor desempeño en cuanto a las habilidades socioemocionales que en cuanto a las académicas. La evidencia, sin embargo, no apoya esta percepción.

Teniendo en cuenta sus resultados en ciencias, matemáticas y lectura, Costa Rica y Perú logran el ranking esperado en competencias sociales. En contraste, México, Chile, Colombia, Uruguay y Brasil obtienen peores resultados en competencias sociales que en las académicas. Algunos de los países con mejores resultados en PISA, como Singapur o Japón, logran resultados en competencias sociales aún mejores que sus resultados en ciencias, matemáticas o lectura.

La evidencia también muestra que las escuelas y las familias juegan un papel fundamental en su desarrollo. No todos los niños y niñas de nuestra región tienen las mismas oportunidades. Los nuevos resultados de PISA son una llamada de atención importante. El desafío es enorme y la necesidad urgente. Pero el primer paso para resolver un problema es reconocer la magnitud del mismo.

Al contrario de lo que ocurre en la resolución de problemas de forma individual, este nuevo estudio muestra que las mujeres son más hábiles a la hora de colaborar y trabajar en equipo para resolver problemas complejos. En la OECD, las mujeres superan a los hombres por un porcentaje equivalente a medio año de escolaridad y tienen un 60% más que los hombres de posibilidades de encontrarse entre los estudiantes con mejores resultados. En la región, las diferencias entre hombres y mujeres son también muy marcadas, aunque más pequeñas que en los países miembros de la OCDE.

Para que podamos contar con más Verónicas y Marianas hace falta iniciar una conversación seria e informada sobre la importancia de las competencias sociales, su relevancia para el futuro y cómo fomentarlas desde todos los ángulos y jugadores necesarios para lograrlo: gobiernos, escuelas, docentes y familias. En nuestro portal CIMA podrán encontrar datos y análisis que puede facilitar y guiar ese diálogo.

Emiliana Vegas es jefa de la División de Educación del BID. Esta columna forma parte de la campaña del BID 100% comprometidos con la equidad de género. #EquidadTotal

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Fuente: El País