Le decía Mariano Rajoy el miércoles a Albert Rivera en el Congreso que se equivocaba de adversario al exigirle aquel su dimisión en caso de que se demuestre que ha habido dinero del FLA (Fondo de Liquidez Autonómica) para el procés. El nuevo sondeo de Metroscopia viene a demostrar que es Rajoy el que se está equivocando de adversario porque el combate abierto por su partido contra el emergente Ciudadanos no está obteniendo los réditos esperados, sino que socava aún más los cimientos electorales de su propio partido. Se equivoca de adversario y, por tanto, de estrategia.

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El sondeo de principios de enero de Metroscopia ya apuntaba a un importante auge de la formación de Rivera tras su histórica victoria en Cataluña. Desde entonces, el Partido Popular ha iniciado una contraofensiva que este sondeo señala como un error de grandes dimensiones. En su afán de poner en dificultades a Ciudadanos y olvidando que mantiene el Gobierno gracias a sus votos, Rajoy y los suyos critican a la formación naranja y la ningunean no ya incumpliendo puntos esenciales del pacto de legislatura, sino intentando acordar con los socialistas asuntos tan cruciales como el de la financiación autonómica y el agua sin la participación de la formación naranja. Justo cuando más necesitado está de aliados, se muestra incapaz de pactar con los que ya tenía.

Parece evidente que tras el avance de Ciudadanos se esconden los errores de los partidos que se sitúan a su izquierda y a su derecha. Así se ha visualizado en Cataluña y así se pulsa en los sondeos, incluido el del CIS. El inmovilismo y las luchas internas de los dos partidos todavía hegemónicos están favoreciendo la emergencia de una formación de nuevo cuño que cuenta con las simpatías crecientes de unas clases acomodadas centristas y liberales más dinámicas sin aversión a los cambios. Ciudadanos ha sabido adaptarse a una nueva dinámica, más libre de servidumbres y ataduras del pasado. Pero esta segunda encuesta del año de Metroscopia viene a demostrar que los errores son más gruesos en la banda derecha, dado que los socialistas mantienen sus fuerzas muy erosionadas, pero prácticamente intactas desde la última debacle electoral.

El problema del PP es que busca enemigos exteriores sin comprender que los tiene dentro. Los sondeos del CIS demuestran que la preocupación de los españoles por la corrupción no desmaya. Ahí está el auténtico adversario de los intereses del Partido Popular, cuyos ex representantes se sientan en el banquillo un día tras otro intentando echar balones fuera o, algunas veces, admitiendo las trampas del partido para financiarse ilegalmente y ganar elecciones. Pero Mariano Rajoy está en otras cosas. En la ampliación de la prisión permanente revisable, por ejemplo; una reforma innecesaria por mucho que cuente con una opinión mayoritaria favorable. Y hace oídos sordos a las constantes reclamaciones de que cumpla su pacto de investidura y obligue a dimitir a la senadora Pilar Barreiro. El PP sabe que Ciudadanos no puede descabalgarle del Gobierno tan fácilmente. Y ese es otro de los errores: esperar cómodamente a que escampe mientras maneja los resortes de poder.

Es verdad que el sondeo de Metroscopia no implica que Ciudadanos pueda ganar las próximas elecciones, pero mucho tendría que equivocarse la formación de Albert Rivera para dilapidar la corriente de simpatía que está cosechando. Es verdad que su éxito le obliga a moverse y a perder un poco, quizá, su espacio de confort, a intentar acelerar un proceso que le podría llevar, como mínimo, a formar parte de un Gobierno de la nación. Son movimientos no exentos de riesgo. Es lo que le estaría reclamando la opinión pública; que actúe, que tome partido, que deje oír su voz, sobre todo en Cataluña. Rajoy estará atento a la jugada. De momento parece un púgil contra las cuerdas lanzando derechazos al aire.

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Fuente: El País