El Banco de Inglaterra ha comunicado que mantiene, además, el programa de compra de activos en su ritmo actual de 10.000 millones de libras. Y en cuanto a las subidas de tipos de ahora en adelante, comunica esta mañana el organismo que serán, en todo caso, «graduales y limitadas».

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Los tipos de interés en Inglaterra habían estado en el 0,5% desde mayo de 2009, cuando la institución los redujo por la crisis financiera global. Bajaron todavía más, al 0,25%, en agosto de 2016, poco después de que en el Reino Unido ganara el apoyo a la salida de la Unión Europea en un referéndum celebrado en junio. El Brexit produjo tensiones en las Bolsas y la depreciación de la libra, por lo que el organismo que dirige Mark Carney optó por aquel recorte de los tipos que este jueves queda corregido de nuevo.

Ahora, con el desempleo en el mínimo histórico del 4,3%, la economía británica ha resistido mejor de lo previsto los efectos de la negociación con Bruselas. Aunque el avance interanual del PIB es el 1,5% (más débil que en 2016), en términos trimestrales creció en el tercer tramo del año un 0,4%, por encima del 0,3% de los dos trimestres precedentes. La inflación se coloca en el 3%, con lo que la subida de los tipos iría en parte encaminada a evitar un alza excesiva. La decisión de subir los tipos ha sido adoptada por una mayoría de 7 votos a favor, frente a 2 votos en contra.

La subida de tipos en Inglaterra, aunque sea de forma suave, es un paso en la vuelta a políticas monetarias anteriores a la Gran Recesión. El banco central de Estados Unidos, la Reserva Federal, ya tomó la decisión de comenzar a subir los tipos en diciembre de 2015. Los elevó un cuarto de punto y los situó entre el 0,25% y el 0,5%. Desde entonces, ha realizado otras dos subidas. El Banco Central Europeo, por su parte, mantiene todavía invariables los intereses en el 0%, su mínimo histórico. Mario Draghi apuntó en la última reunión del consejo de gobierno, la de octubre, que probablemente hasta 2019 no lleguen las subidas a la zona euro, aunque dependerá de la evolución económica.

Fuente: El País