El Banco Central Europeo recomienda retrasar la edad de jubilación en la zona euro para afrontar el envejecimiento de la población fruto de una tasa de fertilidad baja, una mayor esperanza de vida y la jubilación del baby boom. En España, esta aumentará progresivamente hasta llegar a los 67 años en 2027.

El BCE destaca que se han aprobado muchas reformas de pensiones, más intensas sobre todo en los países que han sufrido programas de ajuste como España, dice. Sin embargo, en su último boletín económico apunta que hacen falta más. “Esas reformas recientes pueden no ser suficientes para responder por completo a los retos del envejecimiento”, señala el organismo que preside Mario Draghi. Y sostiene que el desarrollo de estas se ha ralentizado con la recuperación: “No hay margen para la complacencia en este asunto, ya que las presiones que ejercerán las pensiones podrían ser más fuertes de lo esperado, por ejemplo si los acontecimientos económicos terminan siendo menos favorables de lo que asumen las proyecciones actuales de costes. Por lo tanto, los países del euro deberían aprovechar un contexto económico más positivo para implementar mejores políticas que atajen los desafíos que supone una población que envejece”, afirma el banco central.

Entre las reformas, contempla que se suban las cotizaciones. Sin embargo, considera que esta opción resulta negativa para el crecimiento. Otra vía es recortar la tasa de sustitución, esto es: la pensión media respecto al salario medio. Justo este camino es el que se ha tomado en España porque arroja una de las tasas de sustitución más altas de la UE. No obstante, según el eurobanco, esta ruta entraña consecuencias negativas para el consumo de los pensionistas y hará que los trabajadores ahorren más y consuman menos.

“Reducir las prestaciones por la vía de la valoración de la pensión o por reglas de indexación podría ser recomendable en un sistema muy generoso. Pero esta política podría ser menos relevante si se aplican otras medidas buscando la sostenibilidad, por ejemplo una edad elevada de jubilación”, defiende. La institución cree que lo mejor es retrasar la edad de jubilación en línea con el aumento de la esperanza de vida. Esta iniciativa tendría “un impacto fuertemente positivo sobre la oferta de trabajo y el crecimiento”, explica en su boletín.

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De no tomar medidas, según sus estimaciones, el envejecimiento provocará una pérdida de PIB per cápita de unos 4,7 puntos y un incremento de la deuda de 60 puntos hasta 2070. “Será un desafío para los países del euro rebajar la considerable deuda y asegurar la sostenibilidad fiscal”, advierte.

Aunque la inmigración podría mitigar algo, la población en edad de trabajar se reducirá, y el número de mayores de 65 años alcanzará el 29% en 2070. Además, el envejecimiento probablemente provocará una pérdida de productividad, ya que una fuerza de trabajo envejecida tiene más problemas de salud y se adapta peor a las innovaciones. Si bien admite que la menor cantidad de gente trabajando hará que se invierta más en ellos, compensando una parte de este efecto negativo sobre la productividad.

Por otro lado, al aumentar el ahorro para la jubilación, la oferta de dinero será mayor y presionará a la baja sobre los tipos de interés durante un periodo prolongado de tiempo, apunta la entidad. Lo que paliaría el impacto del incremento de la deuda pública. No obstante, mucho más adelante, conforme vayan entrando más individuos en la jubilación el efecto global sería el contrario: empezarían a desahorrar.

Por último, el banco central advierte de los problemas que implica la transición de un sistema de reparto (el actual en España, por el cual los que trabajan hoy pagan las pensiones de hoy) hacia uno que sea de capitalización (más sostenible pero que hay capitalizar y para el que, por tanto, hay que ahorrar). “Moverse hacia un sistema de capitalización haría más transparentes los déficits. Y esto podría animar el ahorro doméstico, lo que a su vez podría ser beneficioso para los mercados de activos. Sin embargo, un movimiento hacia unos mayores niveles de capitalización conlleva una doble carga para aquellas generaciones que continúan contribuyendo al sistema de reparto mientras a la vez tienen que acumular sus propios ahorros para la pensión”, dice.

Fuente: El País