España mantuvo hasta ayer martes la incógnita sobre quién será su candidato a la vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE) en sustitución del portugués Vítor Constâncio. Luis de Guindos es favorito en Bruselas. Pero el candidato de Fráncfort es otro: Draghi se decanta por el irlandés Philip Lane, gobernador del banco central del país isleño y con un brillante currículo académico en un puesto que requiere un perfil técnico de alto nivel. El BCE tiene solo un papel consultivo en esta historia: las fuentes consultadas aseguran que el Eurobanco prefiere a Lane, pero no bloquearía la candidatura de Guindos si los ministros del Eurogrupo y los jefes de Estado y de Gobierno le eligen a él.

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Guindos tiene una gran baza a su favor: lleva seis años en el Eurogrupo y eso puede darle a España muchos apoyos. En su contra hay varios lastres. El principal es su condición de ministro en una institución que presume de independencia. España está infrarrepresentada en las instituciones europeas y jugará esa baza, pero el pasaporte también puede perjudicar a Guindos: «El puesto de vicepresidente depende del de presidente, y Draghi se va a finales de 2019. Si Alemania quiere nominar a Jens Weidmann —presidente del Bundesbank— la combinación Weidmann-Guindos es de pesadilla: por eso Draghi prefiere a Lane. Que sea ministro es menos problemático: nadie ve en peligro la independencia del BCE», afirma Wolfgang Münchau, analista de Eurointelligence. Si Francia puja por el trono de Draghi, no favorecería a Guindos: por equilibrio geográfico (dos países del Sur) y tamaño (una regla no escrita dice que los países pequeños deben estar bien representados).

Ese puzle está aún muy lejos de encajar. Pero Guindos, además, ni siquiera tiene el aval del PSOE, que podría intentar influir en el voto de los ministros socialistas en el Eurogrupo. El portugués Mário Centeno ha mostrado sus simpatías por el español, aunque en su día escribió un libro al alimón con Lane. El papel del italiano Pier Carlo Padoan puede ser crucial: Roma quiere asegurarse su presencia en el consejo de gobierno tras la salida de Draghi, y podría bloquear un tándem Alemania-España para evitar una salida rápida de las políticas extraordinarias del BCE. En Bruselas se detectan ciertas suspicacias tras los continuos apoyos que ha recibido Berlín por parte de Guindos.

El BCE tiene un papel consultivo en la decisión, que se tomará en el Eurogrupo del 19 de febrero. También el Parlamento Europeo tiene mucho que decir: mantendrá reuniones a puerta cerrada con los candidatos el próximo miércoles. El Parlamento ha pedido una terna de candidatos y ha reclamado «equilibrio de género» en las candidaturas, a la vista de que solo 2 de los 25 miembros del consejo del BCE son mujeres.

El BCE envió una carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en diciembre para iniciar el procedimiento. Y puede que tenga mucho más que decir de lo que parece: Draghi ha acumulado mucho capital político con su gestión de la crisis. De momento, parece preferir a uno de los suyos (Lane) antes que a un ministro, aunque «tampoco vetaría a un ministro si es el elegido», según fuentes europeas. Pero incluso si sale Guindos el papel de Draghi es fundamental: en función del candidato, el jefe del Eurobanco podría acometer una reordenación de las carteras de sus consejeros. Draghi, en fin, es mucho Draghi.

Fuente: El País