España gana el partido antes del pitido inicial. El Eurogrupo —la reunión de ministros de Economía y Finanzas de la eurozona, de la que Guindos forma parte desde 2012— ungirá a Guindos este lunes como número dos del presidente Mario Draghi en sustitución del Constâncio. Guindos rompe así con una vieja tradición y se convertirá en el primer ministro de Economía que pasa directamente al BCE, el banco central considerado como el más independiente del mundo, y que lleva toda la crisis en el punto de mira por un reguero de injerencias políticas. Su nombramiento acabará de paso con un lustro de perfecto ostracismo para España en los puestos de más relumbrón de las instituciones internacionales y europeas.

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El Ecofin, si todo sale como está previsto, recomendará mañana a Guindos, y los jefes de Estado y de Gobierno deberían ratificar esa decisión en primavera: en la cumbre de marzo. Apoyado por Alemania y Francia, Guindos que en 2015 fracasó en la carrera por la presidencia del Eurogrupo, se ha impuesto entre los ministro del euro (aunque sin llegar a competir en una votación) a Philip Lane, brillante economista y gobernador del Banco Central de Irlanda. Y sustituirá al portugués Vítor Constâncio en Fráncfort a finales de mayo, a pesar de que tanto el BCE como el Parlamento Europeo preferían a Lane.

El ministro de Finanzas irlandés, Pascal Donohoe, ha anunciado a su entrada al Eurogrupo la retirada de Lane en aras «del consenso». «Le deseo buena suerte a Luis de Guindos», ha dicho. Dublín hace así un movimiento táctico, una especie de retirada estratégica: abandona la lucha por la vicepresidencia, pero muy probablemente Philip Plane optará al puesto de economista jefe, en manos del belga Peter Praet.

Italia ha sido la gran incógnita hasta última hora: alegaba que el perfil político de Guindos pone en peligro la sacrosanta independencia del BCE, escrita en bronce en un tratado internacional. Tras la posición italiana hay cierto resquemor a España Madrid no apoyó a Milán para acoger la Agencia del Medicamento, pero también razones de más peso, como la lucha por el relevo de Mario Draghi: la presidencia del BCE es el puesto realmente importante en Europa. Esa estratagema italiana (que temía quedarse fuera de la cúpula del Eurobanco cuando Draghi se jubile) no fraguó por los amplios apoyos de Guindos, que eran muchos y poderosos.

Francia y Alemania, su principal defensa

Guindos ha sido uno de los grandes escuderos del halcón alemán Wolfgang Schäuble durante un lustro: Berlín premia esa fidelidad con el voto (condicionado a que España apoye a su vez al candidato alemán a la presidencia del BCE). Francia dudaba, pero finalmente opta también por Guindos: considera que el español tiene “experiencia relevante y méritos personales para el puesto”, y España se cobra así su apoyo a París para acoger la Autoridad Bancaria Europea (EBA). Más contrapartidas: Portugal le ha respaldado porque en diciembre Guindos apoyó a Mário Centeno para asumir la presidencia del Eurogrupo. Y así ad infinítum: la política de Guindos de acumular deudas durante los últimos años —años de pérdida de peso de España en las instituciones europeas— ha dado resultado.

H. G. Wells acuñó el término tecnócrata en Una historia de los tiempos venideros. La palabra ha acabado usándose para designar a alguien que sabe de dinero y no actúa movido por fuertes convicciones políticas o ideológicas. Y encaja a la perfección con un Guindos que tiene un pasado controvertido en el sector privado: fue presidente de Lehman Brothers en España y Portugal y alabó por aquel entonces cuotas participativas de la CAM. Y fue consejero y presidente del comité de auditoría de la posteriormente nacionalizada BMN, que ha acabado engullendo la también nacionalizada Bankia. Guindos cuenta también con un extenso currículo en el sector público: primero como número dos de Rodrigo Rato (a quien fulminó en Bankia) y como ministro en los seis últimos años. “Seis años que han sido como sesenta”, decía Guindos en una entrevista reciente.

No está claro cuándo dimitirá como ministro, pero dejará pronto su despacho en el Paseo de la Castellana. Su destino es una alta torre de Fráncfort, junto al río Nemo, que parece un cruce entre el Hogwarts de Harry Potter y la Estrella de la Muerte. La próxima batalla en el BCE será por un despacho aún más importante que el de Guindos: Draghi se va en noviembre de 2019 y a Alemania le corresponderá entonces el derecho a cobrarse el apoyo a Guindos para tratar de colocar a uno de los suyos. Probablemente Jens Weidmann, gobernador del Bundesbank. El mismo Weidmann que se ha opuesto sistemáticamente a las bajadas de tipos de interés, a las compras de activos multimillonarias y al resto de medidas extraordinarias que explican salida de la crisis en España: la recuperación que Guindos ha exhibido como su gran logro para llegar al BCE.

Fuente: El País