El 26 de julio de 2012 se celebró la reunión en la que el Fondo Monetario Internacional (FMI) preparaba la versión española del Artículo IV, el documento que el organismo redacta todos los años para reflejar las fortalezas y debilidades de cada país. Las actas de estas conversaciones, a las que EL PAÍS ha tenido acceso, son especialmente interesantes por mostrar las tripas del análisis que se hacía de un país que estaba sufriendo una de las crisis más virulentas de las últimas décadas, con un rescate a la banca aprobado tan solo un mes antes.

El intercambio de opiniones entre los responsables del Fondo, ya entonces dirigido por Christine Lagarde, muestra que entonces se optó por rebajar el tono en algunos aspectos para no generar una alarma mayor de la que ya existía en los mercados y en los medios de comunicación, cuando España era la gran preocupación de Europa. Y cómo esta decisión despertó las críticas de algunos miembros del Consejo del FMI.

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“A nuestro presidente le preocupan algunas modificaciones y eliminaciones del informe, en concreto aquellas que reducen significativamente el tono sobre el análisis de los riesgos. El Consejo [del FMI] insiste en la importancia de avisar a los países de los riesgos, pero estas advertencias han sido rebajadas considerablemente”, disparaba el brasileño Jose Pedro Fachada, con rango de director ejecutivo en el Fondo. Este añadía además que, según las políticas de transparencia del organismo, solo se puede suprimir información que no sea de dominio público, y todos los datos eliminados eran ya conocidos.

Sensibilidad del mercado

“Estoy en desacuerdo con el señor Fachada. A nuestro presidente le pareció que la versión corregida era más apropiada”, le respondió Thanos Catsambas, uno de los directores ejecutivos del organismo con sede en Washington. Pero fue Martin Mühleisen, director del Departamento de Estrategia, Política y Análisis, el que entró más a fondo en el asunto.

“El objetivo no era cambiar el mensaje del informe. El texto es honesto con los riesgos”, aseguró Mühleisen. La información censurada no añadía ningún valor ni modificaba el mensaje general, según dijo. Y justificó los cambios por motivos de “sensibilidad de los mercados”. “[Los contenidos modificados] podían ser malinterpretados por el público y habrían dado carnaza a periodistas deseosos de exagerar el mensaje del Fondo”, añadió.

El momento era especialmente complicado en España. Entre enero y mayo de ese año, la prima de riesgo había escalado de 300 a los 550 puntos. El agujero de Bankia era visto como uno de los grandes problemas que podía arrastrar a la eurozona. Poco antes, el Gobierno del PP —y muy especialmente su ministro de Economía, Luis de Guindos— había presionado para que el FMI anticipara su informe sobre la banca española para acelerar la intervención de Bankia.

Tal y como cuenta Jordi Sevilla, exministro socialista y actual presidente de Red Eléctrica, en su libro Seis meses que condujeron al rescate, la resistencia a irse de Rodrigo Rato, entonces presidente de Bankia, y las dudas del Gobierno para forzar su marcha acabaron por precipitar el rescate europeo de más de 40.000 millones para el sistema financiero español.

Tan solo un mes después del programa de ayuda europeo, los representantes del FMI discutían sobre hasta dónde debían cargar las tintas en su análisis de la situación. Uno de los caballos de batalla giraba en torno a un cambio de palabra: de “bleak” —término que puede traducirse como desolador o lóbrego— se pasó a calificar la situación española de “very difficult” [muy difícil].

“No quiero discutir una palabra. Pero [en el cambio de la evaluación de desolador a muy difícil] no se siguió el procedimiento. Esto no cumple la política de transparencia”, insistió Mühlesein.

Las reticencias del Fondo a echar más leña al fuego a los titulares catastrofistas sobre el futuro de España se cumplieron solo a medias. “El FMI prevé una década perdida para la economía española”, titulaba este diario en abril de 2012.

«Las tensiones financieras han creado una crisis inmensa”

Las actas de la reunión del FMI de julio de 2012 muestran hasta qué punto preocupaba entonces España. Aunque los asistentes aprobaban mayoritariamente las medidas impulsadas por el Gobierno de Mariano Rajoy, dudaban que fueran a bastar para enderezar el rumbo.

“Europa ha decidido rescatar el sistema financiero de España. Nos alegramos de esta decisión. Pero las tensiones financieras se han convertido en una crisis mucho más amplia e inmensa”, asegura uno de los participantes en la reunión, que pintaba una situación catastrófica en la que el Gobierno central tuviera que rescatar a los Ayuntamientos. “En este punto, hacen falta medidas no convencionales. Y las autoridades deberían considerar la posibilidad de solicitar un programa de asistencia financiera más amplio para evitar un agravamiento de la situación”, añadían. Este rescate total —a imagen del que antes habían solicitado Grecia, Irlanda y Portugal— que entonces barajaban en el FMI fue finalmente evitado por el Gobierno español.

Fuente: El País