Las presiones de los accionistas británicos han desbaratado por el momento el traslado desde Reino Unido a Holanda de la sede social de Unilever, la multinacional angloholandesa de higiene y alimentación. La firma cuenta con dos oficinas centrales, una en Londres y otra en Róterdam, y ha confirmado este viernes el parón en la mudanza. La decisión había sido anunciada el pasado marzo, pero los socios británicos no quieren que se radique solo en Holanda. Para el Gobierno holandés de centro derecha, el cambio de planes supone un revés porque quiere suprimir el pago de impuestos sobre dividendos a grandes empresas para favorecer su instalación en el país.

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El parón del traslado es provisional, y la junta directiva “está evaluando su siguiente paso”. La junta de accionistas, por su parte, debía reunir a finales de este octubre a británicos y holandeses, pero ha sido cancelada hasta nueva orden. Unilever es la tercera mayor firma británica, con un valor de mercado de unos 105.000 millones de libras (107.000 millones de euros). Está implantada en ambos países porque desde 1930, cuando se unieron la holandesa Margarine Union y la británica Lever Brothers. Tiene 7.500 empleados en Reino Unido y 3.000 en Holanda, de una plantilla total de 169.000 personas.

En marzo, Graeme Pitkethly, su jefe financiero, aseguró que “el Brexit no tiene nada que ver” en el traslado a Róterdam, entonces anunciado. En aquel momento, la marcha a Holanda reducía la fuerza de Londres como centro financiero mundial. Lo mismo ocurre ahora en Holanda. Que firmas tan famosas como Unilever, fabricante de productos para la higiene personal y el cuidado del hogar, y de alimentación, tengan su cuartel general en el país compensaría las desventajas del Brexit. Según el Fondo Monetario Internacional, Holanda es uno de los países que más sufrirá las consecuencias de un “Brexit duro”, puesto que Reino Unido es su mayor socio comercial, después de las vecinas Alemania y Bélgica.

Para Marc Rutte, primer ministro holandés, el parón es especialmente molesto. La llegada de la sede social de Unilever a Róterdam era uno de los argumentos aducidos para justificar la abolición de impuesto sobre dividendos. Dicha medida es criticada ampliamente por la oposición en el Congreso, porque se calcula que costaría 1.900 millones de euros. A cambio, asegura Rutte, el favorable clima financiero creado atraería a más compañías al país. Tanto el partido ecologista (Groen Links), como la socialdemocracia, ambos en la oposición, han pedido ya “que se olvide de ello y se concentre en invertir”. 

Fuente: El País