El Gobierno venezolano, con problemas de liquidez y cada vez más autocrático, lanzó el martes el petro, una moneda virtual respaldada por petróleo. Invertir en ella equivale a apostar por la probidad, la transparencia y la comprensión básica de la realidad económica de la Revolución Bolivariana. Buena suerte.

El plan es emitir unos 100 millones de petros, cada uno respaldado por un barril de crudo. En esencia parece una venta a futuro disfrazada de criptomoneda, según el opositor Jorge Millán. Los apostadores al petro deben valorar no solo el coste del oro negro venezolano, sino también la credibilidadde Nicolás Maduro. Eso podría bajar el precio, teniendo en cuenta su mala gestión de la moneda offline del país, el bolívar. El FMI calcula que la inflación de Venezuela va camino del 13.000% este año.

En cuanto a la integridad, EE UU considera al vicepresidente, Tareck El Aissami, un presunto capo de la droga, acusación que él niega. El regulador financiero suizo dijo el miércoles que está estudiando la actuación de varios bancos helvénticos en relación con una investigación de sobornos por valor de 1.000 millones de dólares en los que está involucrada la estatal Petróleos de Venezuela. Mientras, la incompetencia de Maduro ha generalizado la malnutrición y la falta de medicamentos.

Los compradores deben de estar apostando a que el Gobierno se aferrará al poder. Por ahora, parece probable. El presidente se presenta a la reelección el 22 de abril, y los candidatos opositores más fuertes están prohibidos. Pero la cámara legislativa, controlada por la oposición, ha declarado ilegal el petro, lo que significa que bien puede negarse a pagar la moneda una vez Maduro se haya ido. El Tesoro de EE UU también ha sugerido que la criptomoneda podría constituir un préstamo para los chavistas, lo cual expondría a los estadounidenses a riesgos legales.

Suspender la incredulidad podría hacer que el petro pareciera una inversión decente para algunos. El Gobierno todavía está tratando de pagar su deuda externa, después de todo, incluso mientras desarrolla políticas que lo vuelven cada vez más difícil.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías.

Fuente: Cinco Días