Veterano de mil batallas, el economista Howard Davies (Manchester, 1951) ha sido subgobernador del Banco de Inglaterra, rector de la London School of Economics y director de la patronal británica, entre otros muchos cargos. Desde hace cuatro años preside el Royal Bank of Scotland (RBS), rescatado tras el desastre financiero de 2008 con 46.000 millones de libras (54.000 millones de euros al cambio actual) del contribuyente. Forofo del Manchester City y ostentador del título de Sir, Davies se muestra partidario de un aumento del gasto público para reavivar el anémico crecimiento de la economía y paliar los daños que causará el Brexit. Recientemente participó en Madrid en el Foro de Liderazgo de IE Business School.

Pregunta. ¿Es grave la desaceleración de la economía mundial? ¿Habrá recesión?

Respuesta. No tengo esa impresión. La economía mundial no es boyante, pero tampoco está tan mal. He estado recientemente en China y conversé con el viceprimer ministro, Liu He, responsable del sector financiero. Están creciendo al 6%. No es el 10% del pasado, pero la economía china tenía que ralentizarse tarde o temprano: el aumento de la población no es el que era y los grandes desplazamientos hacia las zonas costeras han concluido. En Reino Unido tenemos una tasa de paro del 3,6%, lo que significa pleno empleo, igual que en Estados Unidos. Mi apuesta para los próximos dos o tres años es un crecimiento por debajo de la tendencia. En RBS, por el momento, no vemos un incremento de los créditos fallidos, que suele ser un indicio de que las cosas van mal.

P. Estados y empresas sobreendeudadas, déficits presupuestarios, bancos centrales sin munición, guerras comerciales, desigualdades sociales… ¿cuál de estos problemas le preocupa más?

R. No estoy de acuerdo con todo lo que usted dice. Coincido en que los bancos centrales se están quedando sin munición, y obviamente, hay disputas comerciales. De mi visita a China he regresado más optimista y mi impresión es que ninguna de las partes quiere saltar al abismo. No creo que tengamos un problema de déficits presupuestarios. En Alemania, por ejemplo, la situación es la contraria. Los alemanes los necesitan y sería muy bueno que los tuvieran. En Reino Unido y Francia veremos un crecimiento deliberado de los déficits presupuestarios. Los Gobiernos están nerviosos con la opinión pública. Macron ha puesto en marcha un plan de gasto público del 1% del PIB en respuesta a los chalecos amarillos, y en la campaña electoral británica los dos grandes partidos compiten por ver quién promete más inversiones en infraestructuras y más prestaciones sociales. Habrá mayores déficits, pero no me preocupa demasiado. Nos lo podemos permitir y sería conveniente dar más protagonismo a la política fiscal para quitarle presión a la política monetaria. Un incremento controlado de los déficits fiscales sería una respuesta racional a la situación inusual en la que nos encontramos.

P. ¿Qué estragos va a causar el Brexit en las economías de Reino Unido y la Unión Europea?

R. Algunas partes de la Europa continental, como el norte de Francia y Holanda, y, obviamente, Irlanda notarán impactos negativos, pero no serán tan importantes como para causar graves daños a la economía europea. En Reino Unido sí habrá un gran impacto. Se notará en la City de Londres, un motor clave de la economía británica. Un Brexit duro perjudicará a las empresas manufactureras, particularmente a las que suministran a fábricas europeas. Uno de los motivos por los que los conservadores esán hablando de estímulos fiscales es que, digan lo que digan, están preocupados por los daños del Brexit y creen que los pueden compensar, al menos parcialmente, con un incremento del gasto público.

P. ¿Y qué pasará en el sector financiero?

R. Los bancos de capital británico tienen la mayor parte de su negocio en el Reino Unido, así que no nos quedará más remedio que subirnos a la ola del Brexit. Si la economía británica va hacia abajo, iremos hacia abajo. Otra cuestión es el futuro de Londres como centro financiero internacional. La mayor parte de las entidades de la City no son británicas, sino estadounidenses, asiáticas o europeas. Aproximadamente el 20% o 22% de los negocios que se hacen allí tiene que ver con la eurozona, y esa parte sí está en riesgo. El sector financiero da trabajo a un millón de personas y, hasta el momento, se han ido muy pocos empleos. Yo soy de los más pesimistas y creo que al final sí se notará. Una vez nos hayamos marchado de la Unión Europea, los reguladores europeos y el Banco Central Europeo intentarán trasladar actividades a la eurozona.

P. ¿A Fráncfort, París, Dublín…?

R. Es curioso que el lugar donde más filiales [de firmas de la City] se han abierto sea Luxemburgo. Dublín va en segundo lugar y después Fráncfort. París va muy rezagada. No creo que en el futuro haya una sola plaza que rivalice con Londres. Acabaremos teniendo un sistema financiero europeo multipolar: algunas actividades relacionadas con el banco central tendrán como centro Fráncfort, la gestión de fondos de inversión será significativa en Dublín y Luxemburgo, y el negocio de divisas será muy activo en Ámsterdam. Londres seguirá siendo el gran centro financiero europeo, especialmente en la intermediación entre Europa y el resto del mundo.

P. ¿Qué resultado vaticina para las elecciones del próximo jueves en Reino Unido?

R. En Reino Unido hay una guerra civil entre los leavers y remainers (partidarios de abandonar o de permanecer en la UE). La identificación con esas dos opciones es mucho más fuerte que con los conservadores y los laboristas; se ha convertido en el rasgo dominante de la identidad de la gente. Si tengo que hacer de adivino, mi pronóstico es que los conservadores lograrán una mayoría. Lo importante es que sea lo suficientemente amplia; si es escasa, el Gobierno sería rehén de los partidarios de un Brexit duro. El peor resultado sería quedarnos como estamos. Creo que España sabe de eso [risas].

P. ¿Volverá RBS a manos privadas?

R. El Estado tiene una participación del 62% y la intención del Gobierno actual es venderla. El año pasado ya se deshizo de un 10% y hay un plan para vender el resto de aquí a 2024. El problema es que debido a la incertidumbre del Brexit los bancos británicos han bajado mucho de precio. El Gobierno piensa que será muy criticado si vende barato.

Fuente: El País