Quizá no sea consciente Irene Montero, la portavoz y número dos de Podemos, de que al haber anunciado en Facebook su embarazo recibirá en los próximos días decenas de anuncios sobre cremas anti-estrías, ropa de premamá, biberones, carritos de bebé y toda la parafernalia asociada a la maternidad.

Claro que las 14.000 personas que han dado al botón “me gusta” en su anuncio, las 3.053 que lo han compartido o los 5.141 que lo han comentado también serán escudriñadas por el algoritmo de la plataforma para ver cuáles son sus perfiles políticos o comerciales y ser objeto así de anuncios dirigidos milimétricamente a sus preferencias de consumo.

No hay que escandalizarse. El capitalismo de algoritmo es así. Como tantos otros, Irene Montero ha consentido voluntariamente intercambiar la difusión de una información personal a sus seguidores a cambio de que la octava empresa del mundo en capitalización bursátil la monetice vendiéndola a anunciantes.

En realidad, el anuncio formal es lo de menos. Normalmente, Facebook y las empresas de minería de datos —un sector enormemente lucrativo pero totalmente opaco y nada regulado— logran, combinando fuentes abiertas y datos que recopilan de nosotros diariamente, localizar al 90% de las embarazadas sin que ellas lo hayan solicitado. Así que aunque Irene Montero no lo hubiera anunciado, una foto de su tripita en las redes, una consulta en Google sobre náuseas o incluso entrar en una tienda de premamás llevando un teléfono inteligente hubiera acabado delatándola. Una cosa es segura: su feminismo no va a impresionar mucho a Facebook. La red no es paritaria ni se desvela con el heteropatriarcado, así que Pablo Iglesias seguro que no recibe ni un 1% de los anuncios.

Toca a los líderes de Podemos gestionar como buenamente puedan las contradicciones performativas —que dirían— del almibarado anuncio de este embarazo en la red social puesta en cuestión por su papel en traer a Trump. Una cosa es segura, ni la red social, ni el buscador ni el teléfono móvil que han usado para este anuncio pagarán los impuestos necesarios para que sus criaturas accedan a una guardería pública. Queríamos acabar con el capitalismo, pero como dijo Iglesias, es más probable que el capitalismo acabe con nosotros que nosotros con él. @jitorreblanca

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Fuente: El País