Lo interesante no es solo lo que hacen, sino cómo lo hacen. Sara Gascón y Mar López se conocieron y se enamoraron mientras estudiaban Historia del Arte. Luego, una afición común al póker online hizo que acabasen trabajando en una empresa de juegos de apuestas por internet. A pesar de contar con una formación humanística en un entorno tecnológico, en un año Gascón ya estaba dirigiendo la compañía y López, al frente del equipo de atención al cliente. “Me sentaba al lado de los desarrolladores y no paraba hasta que entendía por completo qué hacían y por qué lo hacían de esa manera. Así adquirí la habilidad de traducir el lenguaje de los técnicos al de los clientes, y viceversa”, explica Gascón.

Rompiendo clichés

Sara Gascón y Mar López son una sucesión de paradojas dentro del sector digital: de formación humanística, trabajan desde un pueblo y su plantilla es mayoritariamente femenina.

En 2011, se lanzaron a crear Yeast!, su propia agencia de servicios digitales. En ella ofrecen, entre otras cosas, desde consultoría a desarrollo y diseño web. Para evitar el tráfico y el estrés de las grandes ciudades, establecieron su oficina base en Navas del Marqués, un pueblo de Ávila de poco más de 5.000 habitantes. “Empezamos a montar toda una serie de procesos para trabajar de manera deslocalizada, lo que nos ha permitido asociarnos con un equipo de 40 personas en Egipto y con otro de 12 en Pakistán”, explican. Equipos, por otra parte, compuestos mayoritariamente por mujeres, quienes representan alrededor del 85% de la plantilla.

“No ha sido algo intencionado, sino la evolución natural del proyecto. En hombres o mujeres, lo que buscamos es talento y compromiso. En Egipto, nuestras mejores analistas, las personas que deciden qué tecnologías usar y cómo estructurar un encargo, son mujeres. Desgraciadamente, eso llama la atención, porque en las empresas tecnológicas el rol de la mujer suele estar más ligado al marketing o al diseño de arte”, comenta Gascón. El hecho de que el lugar de trabajo no sea, como ellas explican, un entorno físico, sino las herramientas que utilizan para intercambiar archivos, comunicarse y gestionar proyectos, facilita la conciliación. “El teletrabajo es una asignatura pendiente en España. Si se generalizase, tanto hombres como mujeres con obligaciones familiares tendrían más posibilidades para acceder al mercado laboral debido a la flexibilidad que proporciona. Y, además, podríamos empezar a crear oportunidades en el mundo rural, un sueño al que esperamos contribuir en el futuro”, concluyen ilusionadas.

Fuente: El País