Dos días después de que la Unión Europea acordase destinar uno de cada cinco euros de los casi 170.000 millones de los presupuestos de 2020 a la lucha contra el cambio climático, un grupo de expertos en economía medioambiental ha instado al Gobierno y el resto de Administraciones a establecer una legislación clara que sirva como hoja de ruta para garantizar el éxito de la reducción de emisiones.

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En un encuentro sobre cambio climático organizado por el diario EL PAÍS y la empresa de construcción y energías renovables Acciona, José Luis Blasco, director de sostenibilidad de la energética, ha subrayado este miércoles como «ejemplares» las últimas medidas de la UE. No obstante, Blasco ha advertido que para lograr una descarbonización total para 2050, como se proponen los Veintiocho, será necesario establecer leyes que garanticen la efectividad de las inversiones verdes y ayuden a guiar a la empresa privada en este camino. “Estamos inflando una burbuja verde cuando a veces el impacto que tienen estas medidas en la reducción de CO2 es homeopático”, ha explicado el directivo.

María Luz Castilla, secretaria general técnica del Grupo Español de Crecimiento Verde, ha recordado en esta línea la ley francesa que obliga a las empresas a hacer público su aporte contra el cambio climático y a advertir sobre los riesgos climáticos a los que están expuestas sus inversiones. “Esta normativa disparó la inversión verde un 7%, y da las bases para que el consumidor y el inversor sea más consciente”, ha remarcado Castilla, quien lejos de ver un impedimento para el desarrollo de las empresas españolas, lo ha propuesto como una oportunidad de crecimiento.

Este argumento ha sido apoyado también por Sergio Figuerola, responsable del centro para la acción climática en España de Boston Consulting Group. El experto de la consultora norteamericana ha explicado el alto apetito en inversiones sostenibles que hay en el mercado debido a su alta rentabilidad. El cambio en los hábitos de consumo debido a clientes cada vez más concienciados está llevando a crecimientos “de hasta el 25% en las inversiones de activos económicos”.

Para lograr una transformación total, Figuerola ve clave la participación del sector privado: “La bandera de la lucha contra el cambio climático la portan ahora las empresas”. Para lograr esto, ha lanzado una serie de propuestas, como incentivos a los bancos para reconducir la inversión privada, ofrecer beneficios fiscales a las empresas que obtengan resultados y establecer un marco legislativo que modere la cumplimentación a la transición ecológica. Una tarea “difícil”, que requerirá ir “de la mano de la tecnología” para hacerla posible en el plazo limitado con el que se cuenta: “Somos la primera generación en ser conscientes del problema del cambio climático, pero la última en poder arreglarlo”.

La investigadora de clima y energía del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), Marta Torres, ha llamado a los Gobiernos a “pensar más a largo plazo, ya que los objetivos a corto plazo no son suficientes. Hay que hablar de transformación estructural”. En este aspecto, la investigadora ha visto con optimismo el traslado de la próxima Cumbre del Clima (COP25) a Madrid, describiéndola como una oportunidad para elevar la ambición de transformación y sumar a todos los países a la lucha climática.

Grammenos Mastrojeni, vicesecretario general de la Unión por el Mediterráneo, ha recordado que las consecuencias del cambio climático van más allá de las económicas: “Conllevan un crecimiento de la desigualdad y la inestabilidad que pasa factura a todos los sectores económicos y los países vecinos. Muchas empresas han aprendido que ignorar medidas contra la contaminación y establecer salarios bajos al final supone un coste mayor”.

Mastrojeni, como conclusión, ha resaltado el cambio de filosofía en la sociedad de los últimos años, que han allanado el camino a políticas cada vez más efectivas: “Desde la Agenda 2030 de la ONU, las empresas han dejado de ver las exigencias contra la lucha climática como una desventaja. Ahora es un valor añadido. Del mismo modo, estamos viendo que en muchos países esta preocupación empieza a decidir el voto, algo que hace tres años era imposible de pensar”.

Fuente: El País