IAG es un sorprendente merecedor de la medalla de hojalata en el juego de adivinanzas de las aerolíneas sobre el precio del combustible. Cuando el propietario de British Airways e Iberia compró una participación en Norwegian Air Shut­tle el pasado mes de abril, las estrellas parecían alinearse para que el consejero delegado, Willie Walsh, se abalanzara sobre su rival de menor tamaño. Dado que ahora IAG dice que vende el 3,9% que posee, la decisión de entonces no parece tan inteligente.

La lógica inicial de IAG parecía sólida. La recuperación del 4,6% de su rival de bajo coste la colocaba en su punto de sal para una opa si el petróleo se mantenía en torno a los 80 dólares por barril, como hizo durante la mayor parte del resto del año. Con el 80% de la factura de combustible de 2019 de Norwegian sin cubrir, habría tenido dificultades para mantenerse a flote e IAG podría haber colado el pie. Walsh había descartado una opa hostil para evitar una guerra de pujas.

Desafortunadamente para ­Walsh, la caída del crudo desde 86 dólares el barril en octubre a menos de 60 dólares es un chaleco salvavidas para Norwegian y ha socavado el astuto plan de IAG.

Para agravar el sonrojo de IAG, su decisión no materializada de anunciar que vendería ha hecho que pierda dinero, así como la iniciativa estratégica. Las acciones de Norwegian Air Shuttle llegaron a caer un 26% ayer, lo que hizo que IAG –que subió un 0,75% en la sesión– recibiera un golpe de hasta 7 millones de libras (8 millones de euros) por el valor de su participación.

Con todo, es improbable que Norwegian Air vuele alto y sin obstáculos. Los analistas esperan que sufra pérdidas antes de impuestos en 2018, y el panorama de los precios del petróleo es lo suficientemente opaco como para que todo cambie. Pero si todas las aerolíneas estuvieran sentadas alrededor de la mesa del casino, IAG sería ahora mismo la que estaría dirigiéndose desconsoladamente hacia el bar.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días