Reunión de la cúpula directiva de Cemex España. Una de tantas de las que celebran religiosamente cada 15 días durante la presidencia de Ignacio Madridejos (España, 1965) –que será consejero delegado de Ferrovial desde el próximo 1 de octubre–. Corre la mitad de la década del 2000, los años de la burbuja inmobiliaria, que convirtieron el país en un lugar donde se construía más que en Francia y Alemania juntas: la época dorada de cualquier cementera. Lejos de cualquier atisbo de complacencia, Madridejos acude a la reunión con un cuaderno en espiral en el que, con letra esforzada y minúscula, apurando cada renglón, anota con absoluto rigor todo lo que allí se dice. De carácter reservado, Madri, como le llaman a veces quienes tienen con él más confianza, seguramente no sería el primero en lanzarse a hablar en el banquete de una boda, pero sabe escuchar. Escucha mucho, y escucha a todos. Después, analiza, decide y ejecuta, y una vez la decisión está tomada, es casi imparable.

Prendado, entre otras cosas, de su carácter minucioso y resolutivo, Rafael del Pino, presidente de Ferrovial y hombre obsesionado con la excelencia, le fichó hace dos semanas desde Cemex Estados Unidos para darle las riendas de la primera constructora española, con un valor de capitalización superior a los 17.800 millones de euros. La decisión resulta contracultural, pues Ferrovial es conocida en el sector por promover entre sus empleados una competencia interna feroz, con al menos dos personas preparadas siempre para dar el salto y suceder al directivo de turno si los resultados flojean. En este caso, no importó. Madridejos, conocedor del mercado norteamericano, en el que Ferrovial tiene grandes intereses, acepta un encargo que supone por ahora el último paso en su ascenso meteórico. También es un nuevo desafío a su método.

Ingeniero civil por la Universidad Politécnica de Madrid y MBA por Stanford (California, Estados Unidos), su primera experiencia laboral fue en Agromán, la unidad de construcción de obra civil de Ferrovial, con lo que hay quien entiende este nombramiento como una vuelta a casa. Lo cierto es, sin embargo, que, tras un breve paso por McKinsey a principios de los noventa, Madridejos entró en Cemex en 1996. Allí lo ha sido casi todo: director por Egipto, España, Europa Oriental, norte de Europa y, finalmente, desde 2015, presidente de la filial de la corporación en Estados Unidos. A su paso por España conoció a María Gil de Antuñano, directora de comunicación de la compañía por aquel entonces: “Fue una época maravillosa. Era muy metódico, hacía un muy buen seguimiento de todas las áreas”.

Casado y con tres hijos, hincha del Real Madrid, amante del mar y de la pesca, en su época en Cemex España Madridejos trabó también amistad con Javier Merle, en el mundo del cemento desde 1978 y persona que ha dedicado buena parte de su vida al área de medioambiente y la sostenibilidad, ámbito al que Madridejos se mostró siempre sensible. Hombre cercano al ingeniero, Merle se anima a ponderar las cualidades de su excompañero: “Es muy humano. Se conoce a sus empleados y a la familia de sus empleados. Los días de Navidad yo le vi recorrer la sede de Cemex España, que son cuatro edificios, para felicitar las fiestas uno a uno a todos los trabajadores. Eso no se lo he visto hacer a nadie más”.

Merle, miembro aún de la comisión del Cambio Climático y Energía de la Asociación Europea del Cemento, el Cembureau, aprovecha además para ponderar algo que, a su juicio, muy poca gente recuerda: “Ignacio presidió la asociaciación en 2011, y en Bruselas recuerdan su mandato como uno de las mejores que ha habido. Poner de acuerdo a los 28 países que forman parte, cada uno con sus intereses, es algo muy difícil”.

Para ese momento, la burbuja inmobiliaria ya había estallado. La crisis pilló a Madridejos en el ojo del huracán, dirigiendo los designios de su cementera primero en España y luego en Europa. Capeó el temporal como pudo: “Fueron años duros. Donde antes se producía 1.000, ahora solo 200. Hubo que reducir la producción y la plantilla, y aumentar las exportaciones”, recuerda Merle. Gil de Antuñano fue una de las que salió: “Cuando le comenté que tenía un nuevo proyecto entre manos, me dijo: ‘No sabes la alegría que me das’. Se preocupaba de los que se iban”. Que pudiera atravesar aquellos años recibiendo el premio final de la presidencia en Estados Unidos de Cemex hace pensar al entorno de Madridejos que será capaz también de soportar la presión en Ferrovial.

La constructora se encuentra en un momento clave, con desinversiones en el sector servicios y el reciente revés sufrido por la pérdida del control accionarial de la autopista 407 ETR de Toronto, en Canadá, la joya de la corona: una autopista de peaje donde el pago se regula automáticamente en función de la afluencia y no hay casi costes de personal. Ahora, todo formará parte de un cuaderno de anillas.

Un cambio de tercio

El precedente. Ignacio Madridejos sustituye al frente de Ferrovial a Íñigo Meirás, que abandona la empresa tras trabajar en ella 27 años y ejercer como consejero delegado los últimos 10. Abogado entre ingenieros, entre sus logros figura la integración de Ferrovial y Cintra y la consolidación de la empresa tanto en el aeropuerto de Heathrow como, sobre todo, en la 407 ETR de Toronto.

Un dulce relevo. Los mercados han recibido el nombramiento de Madridejos con optimismo. El pasado martes, el Bank of America elevó el precio objetivo de las acciones de la compañía hasta los 25 euros, un 4,4% de potencial de revalorización sobre el cierre del lunes de 23,75.

Fuente: Cinco Días