Largamente esperado por la comunidad de emprendedores e inversores en startups, el 4YFN (acrónimo de Four Years From Now) termina un año más convertido en uno de los espacios más prominentes del Mobile World Congress. No es el único evento de relevancia enfocado en este ámbito (el South Summit, celebrado en Madrid, es otro gran exponente), sí uno de los más mediáticos. Este año han participado en la convocatoria alrededor de 700 startups, de las cuales casi 40 serán españolas. Es un gran resultado, fruto del trabajo bien enfocado durante años por parte de sus impulsores.

Los inversores ven en foros como este la posibilidad de conectar con otros inversores, descubrir algún proyecto interesante y participar del dinamismo y oportunidades de negocio de una actividad cada vez más consolidada en nuestro país. Para los emprendedores es igualmente una buena ocasión para cerrar reuniones, presentarse en sociedad y, tal vez, seducir a su próximo inversor.

La inversión en startups ha crecido muy significativamente en los últimos años, tanto en número de operaciones como en volumen de capital captado. El dinero disponible para buenos proyectos aumenta, con rondas cada vez más grandes para los emprendimientos que alcanzan una cierta dimensión y una mayor presencia de fondos internacionales. Nada parece indicar que esta tendencia vaya a enfriarse en el futuro próximo. En 2018, por ejemplo, la totalidad de fondos recibidos por startups españolas fue superior a los 1.200 millones de euros. No es un importe despreciable, en una actividad que desde sus inicios a finales de los años noventa no ha dejado de escalar, habiéndose multiplicado casi por tres el volumen de dinero captado anualmente en los últimos diez años.

Leemos con frecuencia cada vez mayor sobre casos de éxito locales que replican en clave autóctona lo que hasta ahora parecía reservado al país de Hollywood y el Nasdaq. Los Privalias, Wallapops, Cabifys y Glovos son parte de esta historia relativamente reciente. Esto, así como la consolidación de ciudades como Barcelona y Madrid como hubs del emprendimiento internacional, es un claro indicador de que el ecosistema emprendedor local ha madurado ya lo suficiente como para poder competir en las primeras ligas.

¿Cómo hay que leer esto desde la óptica inversora? ¿Es acaso una señal de que se acerca una era dorada para la inversión tecnológica? La realidad es que los grandes exits y rondas que hemos empezado a observar con cierta recurrencia desde 2016, a pesar de su alta notoriedad mediática, son todavía una excepción con poca representación estadística. Puesto en cifras, apenas han sido 80 o 90 las startups tecnológicas que se han vendido con aparente rentabilidad para los inversores (algo que según el Fondo Europeo de Inversiones solo pasa en 4 de cada 10 exits) desde que empezó en España el fenómeno del emprendimiento tecnológico moderno.

En un sector que contabiliza en torno a 3.500 startups en la actualidad, la proporción resulta poco alentadora. Si tenemos en cuenta además que la mayoría de estas empresas no sobreviven al primer o segundo año (cierran alrededor del 44% antes del primer año y la mayoría no tienen una vida media superior a los 2,3 años) es fácil darse cuenta del alto riesgo asociado a este tipo de inversión. Por ponerlo aún más negro, si atendemos a lo que nos viene de otros mercados pioneros, consultoras como CB Insights estiman que solo una empresa de cada mil llega a obtener un exit realmente muy relevante (los esquivos unicornios) y que el 70% del resto mueren o quedan convertidas en zombis por el camino.

Las operaciones de primer nivel cerradas en los últimos años, tanto rondas de inversión como salidas, han creado un cierto efecto llamada que atrae al capital internacional. Esta percepción de alto dinamismo y oportunidades está impulsando también el lanzamiento de nuevos fondos en España, que nacen con mayores ambiciones y tamaño. Si hace diez años un fondo grande en nuestro país era aquel que tenía 10 millones de euros, hoy ya hay más de uno en marcha o en fundraising avanzado, con objetivos de captación de hasta 100 millones de euros.

Si usted es o aspira a ser lo que en este sector recibe el piadoso nombre de business angel (que nadie se queje, el fools de las famosas tres F suena aún peor) debe considerar que todos estos fondos son quienes –en lenguaje torero– deben darle la alternativa al proyecto. Sus gestores han madurado al ritmo del sector. Son profesionales –a veces antiguos emprendedores– con una visión clara de lo que debe mostrar una startup para ser atractiva y han tenido que convencer a sus propios inversores de su capacidad para obtener retornos por encima del promedio. Su nivel de selectividad ha aumentado. Se exigen métricas claras y crecimientos del 20% mensual. Solo uno de cada mil proyectos recibidos pasa el tamiz y alcanza el ansiado acuerdo de inversión.

Es bueno tener esto presente al aventurarse a explorar foros como el 4YFN y los muchos eventos de startup pitching, demo days y similares que existen. Muchos emprendedores aprenden cómo captar dinero en aceleradoras y startup academies. Son menos las iniciativas para enseñarles cómo conservarlo. Como decimos en consultoría, el papel lo aguanta todo y la tecnología del PowerPoint es poderosa. Habrá más startups de éxito y sin duda serán más potentes. Búsquelas con esmero, pero sea crítico en su análisis. No se enamore del éxito que le venden. Ganárselo cuesta.

Pedro Nueno es Socio director de InterBen

Fuente: Cinco Días