Isolux tiene un agujero patrimonial de 3.830 millones de euros. Esa es una de las conclusiones a las que ha llegado la Administración Concursal del grupo, que ha presentado este martes en el Juzgado el informe relativo al concurso de acreedores declarado por las siete sociedades —la matriz y seis de sus filiales— en julio de 2017. En total, la deuda concursal de estas sociedades, según explican en un comunicado los administradores, asciende a 5.695,3 millones de euros —sin tener en cuenta el pasivo duplicado de entidades financieras ni el pasivo contingente—, mientras que los activos de dichas sociedades se elevan a 1.865 millones de euros. De ahí, el enorme agujero patrimonial que tiene la empresa.

Los administradores, que describen en su informe el estado contable de la empresa y repasan el deterioro que sufrió en los últimos meses, apuntan como causa del problema la crisis financiera, que imposibilitó dar un vuelco al negocio a tiempo en plena crisis de la construcción en España. Señalan que el perímetro inicial del concurso de acreedores incluye la estructura de servicios centrales de Isolux y los negocios de infraestructuras e ingeniería, tanto en España como en el resto del mundo. «La evolución y riesgos del concurso llevarán, probablemente, a la necesidad de concursar la mayor parte del resto del grupo», avanzan.

El consejo de administración de Isolux Corsán aprobó el 4 de julio solicitar el concurso de acreedores para el grupo y seis de sus filiales después de dos años tratando de superar sus dificultades financieras y, en último término, tras no lograr un inversor que entrara en su capital y lo rescatara. Los seis miembros del consejo, empezando por el presidente, Nemesio Fernández-Cuesta, presentaron su dimisión, con lo que la empresa queda en manos de los bancos acreedores. Dos semanas después, el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Madrid declaró en concurso de acreedores a Isolux Corsán y seis de sus filiales.

En el momento de entrada en concurso, explican los administradores, la situación de caja disponible en España «era muy limitada –apenas para cubrir los pagos operativos de un mes– y las previsiones iniciales de flujo de caja mostraban que en agosto se producirían tensiones de liquidez», repasan los administradores concursales. El grupo tenía 119 obras con cartera pendiente de ejecutar, de las cuales estaban activas un 33% (39 obras) y paradas un 67% (80 obras).

Explican que el riesgo de avales (sin incluir deuda financiera o anticipos) asociado a las obras activas ascendía a 213 millones de euros, mientras que el de las obras paradas ascendía a 276 millones. Las obras terminadas tenían avales por importe de 1.125 millones de euros, lo que sumaba un riesgo total de 1.613 millones.

«Tras la declaración de concurso se diagnosticó que no era viable tratar de mantener la actividad histórica de construcción del grupo y que, por tanto, había que priorizar la venta, traspaso y/o liquidación tanto de proyectos como de unidades de negocio». Repasan su tarea para poner el grupo en orden, que ha incluido la estabilización de los negocios y la situación de caja; reactivar los procesos de venta de unidades de negocio y planificar el cierre de los negocios que no fueran vendibles.

Las cuentas del Grupo mostraban unos ingresos consolidados de más de 2.000 millones de euros por año en 2014 y 2015, actividad que se redujo a 750 millones en 2016. En el origen de la crisis del grupo, consideran los administradores, está el impacto que, en su actividad constructora, tuvo la crisis en España, «en particular la crisis financiera, el estallido de la burbuja inmobiliaria y la posterior reducción en la licitación de obra pública, que llegó a suponer una caída del 80% entre 2007 y 2012». Todo ello llevó al Grupo Isolux a incrementar, de manera significativa, «la contratación de proyectos en el extranjero y a la entrada en el negocio concesional».

La reestructuración del sector financiero y con ello la reducción de la disponibilidad de avales y de financiación de circulante dificultó el cambio que se estaba desarrollando en el perfil de negocio de Isolux. Los proyectos internacionales no alcanzaron los niveles de margen históricos, lo que unido a las necesidades de financiación en el desarrollo de concesiones llevó al grupo a unos niveles de endeudamiento muy elevados.

El informe de los administradores recuerda que el grupo trató de reducir esos niveles de endeudamiento con acuerdos con fondos de inversión (Brookfield, PSP, etc) que no se mantuvieron en el largo plazo y con dos intentos de salida a Bolsa (en Brasil y España) que fueron finalmente fallidos.

La situación se fue deteriorando y la caída de actividad en los últimos ejercicios empeoró de manera significativa la estructura financiera. En 2016 se alcanzó un acuerdo de reestructuración financiera con las principales entidades financieras del Grupo que se ha demostrado no suficiente para estabilizar la situación y ayudar a recuperar un nivel de actividad que permitiera asegurar la viabilidad económica y evitar la insolvencia.

Fuente: El País