En el verano de 2011 Angela Merkel reconoció que estuvo a punto de romperse el euro y el problema era Italia. País donde se firmó el Tratado de Roma fundacional del proyecto europeo, con una deuda pública desproporcionada, un déficit público del 4% del PIB, la mayor parte estructural, un déficit exterior del 3% del PIB y dudas razonables de los inversores internacionales sobre la solvencia de su sistema bancario.

Su partido forzó a Berlusconi a dimitir y apoyaron a Mario Monti como primer ministro. En noviembre, Mario Draghi fue nombrado presidente del BCE y aprobó dos subastas extraordinarias a cuatro años para que los bancos italianos pudieran comprar su deuda pública y evitar la crónica de un rescate anunciado.

Solo la torpeza de Mariano Rajoy y Luis de Guindos en 2012 sacó a Italia de los focos. En febrero de ese año el Gobierno español aprobó un decreto donde reconocía que los bancos necesitaban 50.000 millones de capital, afirmaba que no habría ni un euro de dinero público y que las entidades se recapitalizarían con sus propios beneficios. Aquello provocó la peor fuga de capitales y de depósitos de la historia de España y forzó un rescate que tenía nombre italiano.

Siete años después, Italia vuelve a ser el gran elefante blanco en la habitación del euro. El problema de fondo es un Gobierno de extrema derecha y antieuropeo que hace política populista en su país bloqueando las instituciones europeas. Estrategia similar a la de Margaret Thatcher en su día que ha provocado el laberinto del Brexit del que ya veremos cómo consigue salir la sociedad británica.

El error no forzado del bisoño Gobierno italiano es presentar un Presupuesto que incumple el mecanismo preventivo aprobado en 2011. La Comisión, como ya hizo con el Gobierno griego de Syriza en 2015 y con el de Rajoy en 2012, se ha plantado y exige que cumplan las leyes y rectifiquen el Presupuesto.

La historia ya sabemos cómo acaba: o rectificación o el caos. La prima de riesgo italiana ha subido con fuerza y las acciones de los bancos transalpinos en Bolsa se han desplomado. Pero viendo el escenario todo es susceptible de empeorar. El vicepresidente Matteo Salvini ha dicho que le importa un bledo lo que diga Bruselas y el responsable económico de su partido ha dicho que fuera del euro Italia resolvería mucho mejor todos sus problemas.

Por fortuna este nuevo episodio se produce con el BCE comprando masivamente deuda pública de los países y de momento ha conseguido mitigar el contagio. En todas las situaciones anteriores los Gobiernos han terminando rectificando y el escenario más probable que ahora reflejan los precios de los activos financieros es que Salvini dé marcha atrás como hizo Rajoy en 2012 y Tsipras en 2015.

El nuevo episodio confirma que la crisis del euro aún no ha acabado, ya que la deuda sigue siendo elevada. Europa sigue teniendo problemas de gobernanza y la historia nos enseña que suele acabar siendo la causa del fracaso de las uniones monetarias. Veremos.

Fuente: El País