Todas las parcelas de una finca no son iguales, todas las plantas de un viñedo no necesitan la misma cantidad de fitosanitarios o agua, la tierra que nutre las hortalizas no lo hace de forma uniforme. La posibilidad de conocer en detalle las necesidades orgánicas de los cultivos para su mayor explotación y la capacidad de gestionar una amplia cantidad de datos a lo largo de todo el proceso prometen incrementar la productividad de las empresas agrícolas hasta un 30% en las próximas décadas.

El dato, ofrecido por el Consorcio de las Organizaciones de Agricultores (COAG), indica que la llegada al campo de la que se considera la cadena del dato podría tener los efectos que tuvieron en el ámbito agrícola la introducción de maquinaria o de productos químicos. Una revolución industrial que se desarrollará a través de distintas tecnologías y que promete multiplicar la productividad. De momento, empresarios y científicos son cautos al detallar cifras. Sin embargo, los datos ofrecidos por algunos de ellos apuntan a que el empleo de cámaras multiespectrales, sensores e imágenes satelitales ya ha conseguido incrementar la producción hasta un 10%.

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Mercedes Iborra y su hermana tienen tres generaciones de agricultores a sus espaldas. En 2014 crearon VisualNacert, una plataforma de gestión y de control de gastos, y el año pasado ampliaron la actividad a la medición de precisión de los cultivos a través de sensores y teledetección. Iborra dice que gracias a Visual un millar de agricultores (muchos reunidos en grandes cooperativas) han ahorrado entre un 10% y un 15% en fitosanitarios.

Un porcentaje parecido al que ha obtenido el proyecto de investigación universitaria coordinado por Santiago Planas, profesor de la Universidad de Lleida y miembro del Grup de Recerca en Agrótica, en una finca de Codorníu. Gonzalo Martín, director ejecutivo de Bynse, otra empresa que ofrece gestiones integradas de sensores, teledetección y automación, explica que la aplicación de estas tecnologías ha conseguido ahorrar más de un 30% de los gastos de agua y energía. “Estamos plantando las semillas”, añade Martín, y recuerda el recelo que al principio causaba entre los agricultores.

Dron en una huerta

El ámbito de la agricultura de precisión se compone de distintas posibilidades técnicas: por un lado están los sensores que pueden medir humedad, prever el tiempo o medir la conductividad eléctrica del suelo; por el otro están las imágenes multiespectrales sacadas con drones o satélites que verifican, entre otras cosas, el estrés hídrico de las plantas. La cantidad de información recabada y procesada permite tomar decisiones ajustadas a las necesidades del cultivo y a la vez representa una base de datos para prever futuras incidencias. Entre los objetivos de Bynse está la posibilidad de, incluso, llegar a aplicar fitosanitarios de forma predictiva y no preventiva a través del progresivo mejoramiento de los modelos aplicados a los datos recabados.

Planas explica que este tipo de optimización industrial se llevó a cabo en un primer momento en grandes fincas con un producto de alto valor añadido, como los viñedos. Y que, sin embargo, se está convirtiendo cada día en algo más común en diferentes tipos de cultivo. Iborra añade que Visual, por ejemplo, está trabajando en decenas de cultivos distintos: cítricos, frutícolas, hortaliza… “La agricultura de precisión se lleva desarrollando desde mediados de los años 90. Pero ahora está entrando con fuerza en el mercado”, añade Pablo Morán, de Hemav, empresa que ofrece la posibilidad de vigilar sus campos con drones. Asegura que el incremento del 10% es “ampliamente mejorable”.

Entre las consecuencias previstas por COAG acerca de la optimización de la producción figura también el incremento mínimo de la tierra agrícola usable, que pasará en los próximos años de un 12% a un 15% de la superficie global. En 2016 la producción agraria generó 28.000 millones de euros, un 2,5% del PIB de España. Según los últimos datos ofrecidos por Eurostat, Francia y España son los países europeos con mayor porcentaje de superficie agrícola utilizada. Para hacer un balance del interés hacia la agricultura de precisión solo hay que ver cómo el número de artículos científicos indexados en Scopus, uno de los mayores agregadores de investigación académicos, ha pasado de unas pocas decenas a más 2.000 en 15 años.

Más datos, mayor transparencia

Otra oportunidad de digitalizar los datos relativos a la gestión de los costes llegó hace unos años, cuando la Unión Europea impuso a los agricultores llevar un cuaderno de campo con todas las actividades diarias. “Hasta el momento el registro se llevaba de forma manual”, dice Valentín Rivas que con otros dos universitarios de Madrid fundó Cropti: una plataforma que optimiza la administración de productos y permite almacenar datos sobre el historial de los cultivos. La plataforma gestiona hoy alrededor de medio millón de hectáreas, según detalla Rivas. Cropti ha lanzado recientemente también un nuevo servicio de venta de suministros para hacer frente a la falta de transparencia en este ámbito de la comercialización. “Los agricultores están pagando precios significativamente diferentes a la hora de comprar suministros básicos”, explica Rivas al evidenciar cómo la falta de competencia en la venta represente una desventaja para productores e intermediarios.

La lucha contra la falta de transparencia en la cadena de comercialización es también el objetivo que persigue Fruitbull, el primer agregador de precios de fruta en tiempo real. “Los agricultores han perdido su poder de contratación frente al enorme poder adquisitivo de las grandes cadenas”, dice el director ejecutivo de la startup, Bernardo Herrero. La plataforma surgió en 2014 y funciona a través del análisis de 35 supermercados en toda España. Los datos ofrecidos por Fruitbull, que hace también campañas específicas de análisis de productos, prometen ampliar la posibilidad de venta en plazas diferentes. “Desafortunadamente la información que se ofrece al consumidor no es clara”, dice Herrero, que durante treinta años trabajó como director de compras de una multinacional. “La modernización del campo español es un hecho”, concluye. «Confiamos en que en algún momento todos los actores se den cuenta de que es más rentable compartir información que ocultarla”.

Fuente: El País